Ciertos diputados vienen haciendo campaña impulsando el voto nulo o blanco en las elecciones judiciales, como tratando de lavarse de las manos de un proceso electoral en que ellos fueron parte: aprobaron los informes de los candidatos en plenaria y demás acciones inherentes rumbo al 15 de diciembre, oportunidad en la que elegiremos magistrados al Tribunal Constitucional, Tribunal de Justicia, Consejo de la Magistratura y Tribunal Agroambiental, donde están compitiendo hombres y mujeres que tienen sus méritos, virtudes, luces y sombras.
Es una forma de tratar de aparecer como los opositores dignos y que no quieren estar involucrados en la posibilidad de otro cuoteo judicial, a pesar que los que llevan adelante la campaña del voto nulo o blanco, levantaron las manos en la Asamblea Legislativa Plurinacional dando luz verde a las elecciones judiciales, y no pueden ahora tomar una actitud incoherente.
La democracia en Bolivia ha seguido un proceso de fortalecimiento y de ampliación de las formas democráticas, dando participación al ciudadano a que se exprese en el voto popular en las elecciones presidenciales, departamentales, municipales, judiciales, además de la democracia cultural-indígena, mediante la cual los pueblos indígenas eligen de acuerdo a sus usos y costumbres a diputados, asambleístas, concejales. Esta democracia hay que profundizarla y perfeccionarla.
Con actitudes de esos diputados de pedir que el ciudadano vaya a las urnas electorales y garabatee la papeleta electoral, en rechazo a este proceso y a los candidatos, no hace otra cosa que abrir más grietas en el sistema judicial y de atentar a ese derecho al voto. Y de yapa, el MAS aplaudiendo esta acción.
Sin duda, falló mucho el sistema de promoción y difusión de los candidatos para que la gente los conozca, evalúe sus propuestas, compare los méritos y al final decida por el candidato que vea que reúna las condiciones para ejercer tan importantes cargos en el sistema judicial, sumido en una profunda crisis de credibilidad y confianza, cuyos miembros están contaminados por casos de corrupción, escándalos, prevaricatos, tráfico de influencias, negligencia, retardación judicial, prorrogismo y tantos otros hechos que deberían causar vergüenza al Poder Judicial, el tercer órgano del Estado, tan importante y necesario como los otros poderes, los cuales deberían actuar con un mínimo de decencia e independencia entre ellos.
De modo, que no escuchemos lo que piden esos diputados: anular tu voto con rabia, indignación o por desconocimiento. Las urnas electorales nos estarán esperando el domingo 15 para depositar el voto a favor de los profesionales que se animaron a enfrentar este proceso preñado de irregularidades, abusos, sentencias, obstáculos. Ojo que un candidato puede ser elegido hasta con 50 votos a su favor frente a la votación de nulos o blancos, aunque éstos sean superiores a la votación por cualquier candidato.
Además el voto blanco o nulo, si quieren en términos políticos, le hará un gran favor al MAS, partido político que ha desplegado toda una estrategia de campaña, exigiendo a sus seguidores que acudan a las urnas y voten por una plancha de nombres, que ya lo tienen entre sus brazos o entre sus almohadas.
El periodista paceño, Andrés Gomez, en su artículo Judiciales: vota válido, no blanco ni nulo (www.rimaypampa.org), señala claramente: “¿Queremos frenar la crisis de la justicia? Identifiquemos públicamente a los candidatos que tienen su voluntad sometida y votemos válido por los postulantes libres. Si otra vez ganan los votos blanco y nulo, perderá la justicia y triunfará el “madurismo” en Bolivia”.
Se trata de ejercer tu derecho al voto, no de desperdiciarlo.
Ir a las urnas con una premisa para exigir a los que resultaren elegidos como magistrados de estas cuatro instancias superiores de administración del sistema judicial, con el objeto de exigirles cuentas para que cumplan con sus propuestas de trabajo, que se resume en la enorme y urgente necesidad de transformar radicalmente la justicia plurinacional, navegando en las peores crisis de su historia. No perdamos esta nueva oportunidad democrática, así como lo hicimos en las elecciones de 2011 y 2017, en las cuales, ganó el voto nulo y blanco, pero que igual fueron posesionadas las autoridades elegidas, que en muchos casos apenas alcanzaban el 4 o 6% de los resultados electorales.
Es que ahora y en Bolivia, la política es demasiado importante para dejarla solamente en manos de los políticos. Somos una sociedad en permanente contradicciones, donde confluyen una serie de conflictos protagonizados por una diversidad de movimientos sindicales, sociales, empresariales, cívicos, vecinales, indígenas, campesinos, mineros, colonizadores y muchísimos otros.
La democracia vive y en cada una de sus formas de participación, hay que estar presentes, y no solo con el voto cada cinco años, encerrado en un cuartito, sino en permanente movilización y alerta porque todo lo que pase en nuestro país, nos debe interesar, involucrar y aportar, mucho más si estamos hablando de justicia, pilar fundamental de todo Estado y sociedad que quiera vivir en convivencia dialéctica.
Platón se preguntaba ¿qué es la justicia? Pues, es fundamentalmente “rectitud” y ese es el pilar en que deben desempeñarse cada uno de los magistrados, jueces y fiscales, es decir ser rectos, íntegros, capaces y con alto compromiso social, para que así la justicia no sea como decía el escritor uruguayo, Eduardo Galeano: «La justicia es como las serpientes, solo muerde a los descalzos”.