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Eduardo Mitre: Poeta intenso, concreto, fecundo…

Márcia Batista Ramos

Con la misma mano

que te hirió,

ciega de ira

como una pedrada;

con la mano cortada

por tu mejilla,

ahora mancho esta página,

sangro estas líneas.

Así, el poeta orureño nacido en 1943, Eduardo Mitre, destila los sentimientos, haciendo gotear las palabras en forma de poesía, por más de cincuenta años; ya que publicó su primer libro, «Elegía a una muchacha», en 1965.

Ciudadano del mundo, que heredó en la sangre, las emigraciones, pues, su familia emigró de Palestina a las altiplanicies orureñas, en los años treinta del siglo pasado. Nació y creció en la atmósfera peculiar de los inmigrantes, en su caso, llegados del medio oriente a otro país, que cuentan historias de allende la mar y aguzan el espíritu viajero; cosen alas en el alma y uno busca nuevos paisajes, nuevas sonrisas, mientras acaricia la añoranza que lleva consigo impregnada como un perfume en el alma.

Como la poesía reside en su alma, el poeta mora en Nueva York, ahora en Brooklyn y poco antes en Manhattan; donde la selva de cemento aleja las estrellas y atrae los recuerdos, las tristezas, las nostalgias y también la celebración de las cosas cotidianas: la mesa, la silla, la puerta, la ventana en Brooklyn o la bronca que brota de las injusticias de cada día; haciendo que el poeta emerja en versos cotidianamente; haciendo su obra prolífica.

Eduardo Mitre estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba y, posteriormente, realizó estudios de literatura francesa en Francia y literatura latinoamericana en Estados Unidos, donde se doctoró por la Universidad de Pittsburgh con una tesis sobre la poesía de Vicente Huidobro.

Enseñó en Columbia University de Nueva York, en Dartmouth College, New Hampshire, en La Universidad Católica y Univalle de Cochabamba y actualmente enseña en Saint John´s University de Nueva York. Desde l999, colabora en las revistas Eco, publicada en Colombia; Vuelta, Plural y Cuadernos Hispanoamericanos de México.

Eduardo Mitre figura en la pléyade de los más importantes poetas Latinoamericanos. Siendo Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua correspondiente de la Real Academia Española.

Tiene una vasta obra intelectual, incluyendo un trabajo muy valioso de crítica literaria.

Con el poemario Morada, (1975), mereció el comentario del Nobel de literatura, Octavio Paz, que fue publicado en la Revista Vuelta en México: – «Es un libro precioso, hecho de aire y luz, hecho de palabras que no pesan, como el aire y que brillan como la luz. Un libro casi perfecto».

Luego publicó: «Ferviente humo», (1976), cuyo comentario de Julio Cortázar fue el siguiente: -«La lectura de Ferviente humo ha sido para mí una bella experiencia de poesía. No es frecuente un libro en el que cada poema constituye una entidad, algo así como una estrella que luego, con los otros poemas, dará la constelación total del poeta.

En 1979 sale a la luz: «Mirabilia»; «Razón Ardiente» (1982), también presentado en París, en una edición bilingüe. Siguiendo: «Desde tu cuerpo» (1984); «La Luz del regreso» (1990); «Líneas de otoño» (1993); «Carta a la inolvidable» (1996); «Camino de cualquier parte» (1998); «El paraguas de Manhattan» (2005); «Vitrales de la memoria» (2008); «Al paso del instante» (2009); «La última adolescencia» (2016).

La producción de Eduardo Mitre figura en las principales antologías de la poesía boliviana, asimismo, se halla en varias antologías de poetas latinoamericanos.

En su obra crítica figuran: «Huidobro: hambre de espacio y sed de cielo», 2ª Edición (2015); «El árbol y la piedra» (1988); «De cuatro constelaciones» (1994); «El aliento en las hojas» (1998); y «Pasos y voces» (2010).

Como traductor, ha traducido del francés al español, una selección de poemas de Adolfo Costa du Rels, «Poemas», (1988), además de una antología de poetas belgas, «Urnas y nupcias», (1998).

El 11 de mayo del 2016, Eduardo Mitre fue homenajeado por el Centro «Simón I. Patiño». El acto comprendió la proyección del documental: «El peregrino errante: Eduardo Mitre», producido por el Centro Patiño; y la presentación del libro: «La crítica y el poeta: Eduardo Mitre», publicado por Plural Editores y la UMSA. En el homenaje, participaron la escritora Mónica Velásquez, el editor José Antonio Quiroga y el crítico literario Luis H. Antezana.

Eduardo Mitre dejará como legado una importante obra de apurada estética, donde el poeta siempre se muestra intenso, concreto, fecundo, al igual que cuando se trata de dimensiones que pueden llegar a ser tan subjetivas, y a la vez, tan implacables como el paso del tiempo:

Sin darse uno cuenta

Sin darse uno cuenta,

sin poder creer,

insólita como la adolescencia:

la entrada en la vejez.

También comienza

con la propia voz

que de pronto un día

nos suena extraña, ajena,

y en el espejo

una cara nos mira

como si no fuera la nuestra.

Y uno vuelve a dudar,

a no saber quién es,

a ensimismarse y caer

en el pozo de la extrañeza.

Pero ahora no hay

padre a quien preguntar

o contra quien rebelarse,

ni madre en cuyo regazo

apoyar la cabeza

para que amaine

la fiebre o la soledad.

Y uno va por las calles

mirando de soslayo,

a las mujeres

que pasan radiantes,

avivando

ya más que el deseo,

una incurable

nostalgia de futuro.

Y de noche, al lado:

el cuerpo amado,

no hace mucho deseante y deseado,

y ahora como el de uno:

cubriéndose avergonzado

con la sábana y las manos

la ajada desnudez.

Última adolescencia,

más grave y

huérfana:

la entrada en la vejez.

Y al término de ella:

no ya la juventud,

tampoco la madurez.

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