Hugo H. Padilla Monrroy
Difunto se denomina a esas personas que, han pasado de la etapa en la vida, a la “siguiente etapa”, como llama Rafael Dunnet, en su novela el Espía del Inca, a las personas que dejaron de ser seres con materia, energía, movimiento, pensamiento e inteligencia.
También se denomina difunto a los restos físicos de un ser que gozó de los beneficios del aire, la luz, el calor y los sentimientos.
Esos despojo físicos qué perdieron la vida, son solo restos materiales que sufren una transformación natural, tornándose en polvo, es decir de la nada vinimos a la nada vamos, también apliquemos la frase: “porque nada trajimos a este mundo y nada podremos llevarnos” [1 Timoteo].
Cuando un personaje destacado en su vida, al dejar de ser, los homenajes abundan, los reconocimientos son plenos, la tristeza se manifiesta en los allegados, pues no se podrá en futuro, conversar, ver su fisonomía y otras situaciones de presencia. Si la persona no fue destacada, la tristeza de allegados será tan la misma que de los otros, el sepelio será sin banda, sin discursos, será despedido y los restos encajonados en un caso en sarcófago de madera fina y el humilde en mortaja y fosa común, al final el viaje a la llamada “última morada”, seguirá el mismo camino, y similar destino, solo tiene validez, como dice el poema de Ana María Rabatte “En vida hermano, en vida…”
Pasarán los días, los años, seguirá el reloj del tiempo marcando su rítmica tonada, las heridas sentimentales cerrarán y los recuerdos solo serán el pequeño consuelo de haber compartido, parte de ese tiempo, regalado por el destino.
Que decir del alma, ese ser imaginario que según algunas creencias acompaña en cuerpo físico, como un ente astral.
El término alma o ánima (del latín anima) se refiere a una entidad inmaterial que, según las afirmaciones y creencias de diferentes tradiciones y perspectivas filosóficas y teológicas, poseen los seres vivos.
Es realidad que, en muchas experiencias, los seres que ya no están físicamente, manifiestan su presencia de diversas maneras, asi lo muestra y relata en el libro, ESTOY BIEN, el escritor J. J. Benítez
De acuerdo a la tradición católica, se dice que hoy visitan la casa familiar las almas de sus difuntos, a quienes se les prepara sus deseos favoritos de sabores en comidas y bebidas, flores y velas, creencia que no es compartida por todos. (Creencias regionales).
Los muertos, han sido satanizados con figuras repugnantes, que escenifican la creencia refutada de la resurrección que, es una propuesta irreal, impuesta por los viejos redactores y manipuladores de escrituras y pensamientos, bajo paraguas religiosos, pretendiendo alcanzar la inmortalidad física.
Las almas de los creyentes católicos, cristianos y ortodoxos se dice que, van a un CIELO (los buenos), al INFIERNO (los malos), luego las almas y espíritus de los Budistas, Musulmanes, Confusionistas, Islamistas y ateos, ¿a donde van?. Es cierto que los restos físicos de todos los seres vivos, quedan en el abono fecundo de la tierra.
El mejor homenaje a un ser amado, es tenerlo en el pensamiento, presente en el recuerdo, en estos tiempos, verlos en el espíritu encerrado de los retratos.
Nunca visites panteones, ni llenes tumbas de flores; llena de amor corazones… En vida, hermano, en vida.
Ana María Rabatte