“La familia es la unión armónica de las diferencias entre el hombre y la mujer,
que es más verdadera cuanto más capaz es de abrirse a la vida y a los demás”.
(Papa Francisco, 31 diciembre 2017)
Pongámonos en paz con nosotros mismos,
luego, asentémonos con espíritu conciliador,
demos posada a los que huyen de la guerra,
aliento a los que se mueren en el desaliento,
y pan a los que no tienen pan para comer hoy.
No hay mayor ternura que vivir donándose,
hasta desvivirse por el otro sin tregua alguna.
Los caminos son duros, pero se templan reunidos.
Vuelvan a nosotros los mil hogares olvidados.
Regrese el amor a nuestras vidas por siempre.
Salgamos de nuestro altar a dar besos en verso.
Sólo así retornará la concordia a nuestro yo.
Quien quiera prosperar, rebusque en la verdad,
pues jamás podrá apagarse ni oscurecerse.
Y nuestro ser innato se hará familia en familia,
vida entre las vidas y luz entre las luces;
sabremos acoger y proteger al que nos llama,
integrarnos y reintegrarnos a la cadena
de ayuda y generosidad que anhelamos,
tras un insaciable deseo de amar a alguien,
y de ser amados en la eternidad del recuerdo.
Cierto, andamos tan sedientos como hambrientos.
¡Abracémonos hasta fundirnos en un corazón!
Licuada el alma, aprendamos a contemplarnos
en la poesía, de la que nunca debimos desertar,
pues quien sabe mirarse sabe verse en cada cual,
como un ser para los demás, donde Dios vive,
en ese poema perpetuo del que somos parte y todo.
Víctor Corcoba Herrero – corcoba@telefonica.net