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Con Irán ¿diplomacia concertada o uso de la fuerza?

El Plan de Acción Integral Conjunta (PAIC) suscrito entre la República Islámica de Irán, Estados Unidos de América, la Federación Rusa, China, el Reino Unido, Francia, Alemania y la Unión Europea obliga a Irán a limitar su programa nuclear a fines estrictamente pacíficos, bajo la vigilancia permanente del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Por otra parte, obliga a las potencias contratantes a levantar todas las sanciones internacionales impuestas contra ese país desde hace muchos años relacionadas con su programa nuclear.

Concretar el PAIC llevó más de una década y no ha sido fácil. Para ello tuvieron que confluir muchos factores. En la coyuntura interna fue determinante la asunción de Hasán Rouhaní a la presidencia de Irán el año 2013, afín a la línea moderada del islamismo. En el ámbito externo fue concluyente el internacionalismo activo de la administración Obama, así como el denodado esfuerzo de  la diplomacia europea que logró alinear a China y a Rusia en esta titánica tarea, refrendada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

No cabe duda que la suscripción de este acuerdo ha permitido a Irán reinsertarse en la política internacional con renovadas credenciales como interlocutor y contraparte en negocios comerciales, financieros e incluso  de inversiones. Esto le  permitirá recuperar peso económico en la región y, sobre todo, recobrar la credibilidad perdida a raíz de su vinculación con Hezbollah y las múltiples acciones terroristas que se le atribuyen.

Pero no todos han celebrado este hálito de paz para la humanidad. Por el contrario, a Israel y a Arabia Saudita no les simpatiza la proyección que el PAIC da a Irán en su  retorno al escenario político y diplomático internacional. Ambos han persuadido a Estados Unidos de que el acuerdo es una suerte de tregua para Irán que más adelante le permitirá reanudar con más fuerza su carrera nuclear.

Persuadido por esa teoría, Estados Unidos decidió apartarse  del acuerdo nuclear  soslayando el principio de buena fe en que se sustentan las convenciones internacionales. El país sostiene que Irán  habría mentido sobre sus pretensiones nucleares; sin embargo, tal argumento no concuerda con  los informes del OIEA, que afirman que Irán ha cumplido con la desactivación de su programa nuclear de conformidad a lo establecido en el PAIC.

Estados Unidos, lejos de suavizar los efectos de su retirada, recientemente ha revelado que en realidad su objetivo es concretar un nuevo acuerdo que obligue a Irán a abandonar definitivamente cualquier proyecto nuclear, desmantelar su programa balístico de misiles y poner fin a su expansionismo en Oriente Próximo.

Ha dicho que para ello ejercerá una presión financiera sin precedentes contra Irán, restableciendo contra el país persa todas las sanciones económicas,  las que también hará extensivas a todos los Estados y empresas que en lo sucesivo negocien con Irán.

Según los expertos, lo que en realidad busca Estados Unidos es el cambio del régimen de los ayatolás por otro afín a sus intereses.  Por su parte, los europeos creen que la presión estadounidense sobre Irán acarreará mayores problemas, exacerbando aún más los conflictos en la región. Motivo por el cual vienen realizando esfuerzos para sostener el PAIC aún sin Estados Unidos.

Para ese propósito están elaborando una propuesta que garantice el cumplimiento de las obligaciones recíprocas concertadas en el Plan de Acción Integral Conjunta. Por su parte, Rusia y China también han manifestado su deseo de salvar el acuerdo.

Irán espera que la UE logre contrarrestar la arremetida norteamericana y garantice las transacciones internacionales iraníes comerciales, y bancarias, especialmente la venta de su petróleo y gas. El Gobierno persa ha anunciado que no renegociará el acuerdo nuclear  ni  suscribirá nuevos convenios que lo obliguen a abstenerse de su crecimiento balístico o que limiten su participación en asuntos políticos de la región. Sostiene que no se trata de intervencionismo, sino de medidas políticas orientadas a resguardar su seguridad interna. Sin embargo, es inobjetable que la intervención de Irán en Siria, Irak, Yemen y el Líbano aviva aún más el conflicto en la región.

Las posiciones de Estados Unidos y de Irán parecen irreconciliables e irreductibles y sobre Oriente Próximo se cierne el peor panorama. Esto obliga a evaluar si hay más probabilidades de limitar los daños y pacificar la región a través de estrategias diplomáticas concertadas o mediante el uso ilimitado de la fuerza y la presión.


Karen Longaric R. es profesora de Derecho Internacional Público en la UMSA.
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