Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Los muertos de Babi Yar se levantan con las explosiones, preguntan si Hitler ha retornado.
Los hambrientos del Holomodor (Голодомо́р) escuchan los cascos de la caballería roja y maldicen el comunismo. Madres devoran a sus hijos; una bella joven parece dormir en el campo de Poltava, pero de cerca es toda huesos.
Los habitantes de Mariupol miran el mar y tienen sed. “Sed con agua en la distancia, pero sed alrededor”, escribía Miguel Hernández. No es que el agua de mar se pueda beber, pero se ve y suena como agua. Vladimir Putin, idolatrado por la extrema derecha y la falsa izquierda latinoamericana, se esconde en un bunker de las montañas Altai, 300 metros bajo tierra. Dicen que es una ciudad entera. El gran macho había sido gran topo. Desde allí desea desencadenar la extinción. Tiene pánico de morir; por eso mata.
Hay gente hija de puta que lo defiende. No saben nada, viven el pensamiento primitivo: esto es caliente y esto frío, esto negro y lo otro albo. Básicos. Occidente teme, como siempre. Dejará que carneen a los ucranianos creyendo que eso va a aplacar al tirano. Lo decía Taras Bulba a los traidores en las últimas páginas del libro: no han de librarse de castigo por ello. En lugar de ubicar el escondite de la Bestia y arrojarle encima una bomba especial o concreto para que él y su corte queden enterrados para siempre comiéndose los dedos.
A la una de la mañana conversaba con Kharkiv. Noche de pesadilla, me cuenta K. Por la tarde sobrevolaban aviones. De pronto dice ¡bombas! Y desaparece hasta hoy. Disparan a buses con civiles. Te asustará verlo en las noticias. Me corto las uñas porque ya nunca habrá pedicuro. Cayó un misil en el centro. Jarkov era ciudad bella, industrial y universitaria. Al criminal de guerra se le ocurrió desvanecerla en el polvo. Una vecina fue a la tienda. No regresó porque ya no tenía piernas. Nuestra nación hará que Putin muera…
Sumy asediada. Las huestes de Kadyrov llevan cuchillos entre los dientes y la bragueta abierta. Para los niños unos; para las madres lo demás. A. musita que ojalá el perro muera en los próximos días, Ucrania ruega por ello. El Demonio deja infantes huérfanos. Les buscan padre y madre entre la gente que escapa por las ruinas.
En Rusia, en Novgorod la Grande, M. escribe con mayúsculas ¡CÓMO ODIO A PUTIN! Sin embargo hay gente que lo apoya, no puedo entenderlo. Cada día los salarios compran menos, mientras Vladimir perfuma genitales de Liliput. Andrógino o hermafrodita. Fellini lo hubiera utilizado en el Satiricón. Te envío un enlace para colaborar con las fuerzas combatientes ucranianas. Quiero salir a caminar, olvidar lo que sucede, prosigue M., pero hay tanta policía alrededor, tengo miedo. También los rusos han comenzado a emigrar. Hay el temor de que los convoquen para la guerra del fin del mundo. Trenes y buses están llenos. Si se cierra el oeste estará Turquía al sur, el Asia Central. No importa adónde, lejos…
Hace unos minutos veo un video: están bombardeando Zhitomir. A los talmudistas de esta joya arquitectónica hebreo-ucraniana se los llevaron los nazis. El nuevo Führer carga con el resto. Asesina a la gente, destruye la obra del hombre.
C. dice que en su vida había mucho estrés, pero que ahora quiere golpear. Maldice Rusia aunque perfecto ruso habla. Menciona el refugio del Altai. Recibe (Putin) a una persona a la vez, a gran distancia. Ha inundado todo de miedo, pero más miedo tiene de sí mismo, de lo que le vaya a ocurrir. Miro a los combatientes de mi patria y sé que su imagen es la del Valor.
Afirma I. que Putin no tiene suficientes recursos y medios para acaparar todo. Está loco y espero que la muerte lo esté acechando. Me tiemblan las manos por las noches; de día mejoro un poco. El atardecer tiene olor de sangre y color de orín.
Toda Ucrania ora por su muerte. Iconos caídos en casas campesinas. Lloran sus profundos ojos negros. ¿Quién canta ahora el ritual ortodoxo en las iglesias de dorados domos? Nadie canta, solloza.
Decían que los aqueos que sitiaban Ilión cultivaban el Quersoneso para alimentarse. Que de ahí viene el nombre de Kherson, ciudad tomada. No es tan cierto, más bien Homero o los historiadores se referían al Quersoneso tracio, pero igual, hablamos de tierras que de antiguo vivieron todo y sufrieron más. Combaten los monstruos del caos, Behemoth y Leviatán. Escribía Ezequiel: “La palabra de Yavé me fue dirigida en estos términos: Hijo de Hombre, vuelve tu rostro hacia Gog y el país de Magog, príncipe supremo de Mesech y Túbal, y profetiza contra él”. Gog está parado a la izquierda del falso profeta, Putin.
Los muertos desnudos de Babi Yar sacuden el polvo de sus escombros, dejan caer gusanos secos de los orificios de bala que cumplieron 80 años. Los despierta el estruendo de los misiles. Se miran entre ellos con ojos que no son y con voz que no existe preguntan si Hitler volvió.
Los cosacos llenan la estepa de tachankas, disparan. Que las balas del mundo se estrellen contra él. Papini comienza su libro con la cita. “Y saldrán a seducir a las naciones Gog y Magog”.
Suena el klezmer, canta viejas polkas ucranianas el Chango Spasiuk. Los asesinados de Babi Yar se ponen a bailar. La danza de la muerte.
04/03/2022
Imagen: Beato de Facundo, manuscrito iluminado del siglo XI