Hay un taller al que debe asistir todo cazador de historias. Asistir para encontrar la estructura que no es visible entre la maraña del bosque de palabras, para husmear por los secretos del mago, para escribir por las costuras hasta hacer que la pieza narrativa vaya más allá de un reportaje o de una crónica y navegue en el universal y ambicioso formato de un libro.
Ese evento tiene un nombre: Taller de libros periodísticos. Es convocado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano y puesto en escena por Martín Caparrós, el autor de Boquita, de El Hambre, de El Interior, de Echeverría, y el que leyó mi crónica Tribus de la inquisición cuando ese texto no era nada, apenas un manuscrito que aspiraba a un premio nacional y que después fue conquistando escenarios internacionales y surcando las puertas del cine documental, bajo la dirección de la española Mabel Lozano, otra tora del oficio de la no ficción y de cosas peores.
La convocatoria para el taller con Caparrós está
abierta. El encuentro será en noviembre y el escenario será también Oaxaca, la
mexicanísima ciudad que espera con las puertas abiertas de su feria del libro
cálida y serena, con sus calles bañadas por una luna morena y periodistas
latinoamericanos dueños de historias que entrarán en comunión con Martín
Caparrós, hasta rendirse en discusiones febriles y placenteras como si
estuvieran definiendo el futuro del mundo y de la literatura y salvando al
objeto libro de un naufragio apocalíptico que a veces amenaza irreversible.
En el taller, ya lo verán, sentirán que las historias vuelven a hablar al oído
y que el muchacho aquel que tomaba el colectivo de la mañana temblando de frío
mientras caía una lluvia atrevida, sabía que lo que pasaba afuera no importaba
porque lo que valía la pena eran los personajes de Julio Cortázar, los aires
cálidos del Macondo de García Márquez, las faenas brutales de Truman Capote
cocinando A sangre fría, las crónicas humanas de Martín Caparrós cuando Martín
Caparrós aún no sabía que era tan grande y se internaba por las entrañas de
Chapare para narrar sobre los ejércitos de la coca y la convocatoria a este
taller aún aparecía lejana.
