Inmediaciones
Las huellas de ocho dinosaurios se perdieron. El jueves 20 de noviembre de 2025, un derrumbe de 1.084 metros cuadrados en el farallón de Cal Orck’o, en Sucre, sepultó parte del mayor registro de huellas de dinosaurios del planeta. Gracias a un registro aéreo con dron realizado apenas cuatro días antes, el ingeniero geólogo Hugo Heymann y el paleontólogo suizo Christian Meyer determinaron que se perdieron 48 huellas, correspondientes a siete terópodos y un sauropodo.
La precisión del registro corrigió versiones iniciales que hablaban de cientos o miles de huellas desaparecidas. “Se habló de miles o cientos de huellas, pero tuvimos la fortuna de hacer ese registro aéreo y esa es la información concreta, creíble y respaldada que podemos presentar”, explicó Heymann.
El descubrimiento y su valor científico
El farallón de Cal Orck’o fue descubierto en 1994, en una cantera de la fábrica de cemento Fancesa. El hallazgo sorprendió a la comunidad científica: un muro de más de 1,2 kilómetros de longitud y 80 metros de altura, cubierto por miles de huellas fosilizadas de dinosaurios del Cretácico Superior, hace entre 65 y 68 millones de años.
En 1998, Meyer lideró las primeras investigaciones sistemáticas, confirmando la presencia de rastros de saurópodos, terópodos, ornitópodos y anquilosaurios. Entre los registros más notables está una caminata continua de 581 metros de un terópodo, considerada la más larga del mundo.
Ese mismo año, el sitio fue declarado Monumento Natural Paleontológico de Bolivia mediante Decreto Supremo 25211, consolidando su importancia científica y patrimonial.
El Parque Cretácico y el turismo
El hallazgo dio origen al Parque Cretácico, inaugurado en 2006, que se convirtió en uno de los principales atractivos turísticos de Sucre. El parque recibe más de 150.000 visitantes al año, con réplicas en tamaño real de dinosaurios, entre ellas el titanosaurio de 36 metros de largo y 18 de alto, la escultura de dinosaurio más grande del mundo.
Además de su valor científico, el parque cumple una función educativa y cultural, acercando la paleontología a estudiantes, familias y turistas. Su impacto económico es significativo: el turismo paleontológico se ha consolidado como un motor para la región de Chuquisaca.
Riesgos y amenazas
La conservación del sitio enfrenta múltiples desafíos. La erosión natural, las lluvias y la actividad industrial de Fancesa —que utiliza explosivos para extraer piedra caliza— generan vibraciones y fracturas que ponen en riesgo la estabilidad del farallón.
La Asociación Boliviana de Paleontología ha advertido que, de no tomarse medidas urgentes, el yacimiento podría desaparecer en las próximas décadas. La falta de inversión en conservación y el escaso monitoreo técnico agravan la vulnerabilidad del sitio.
Reacciones institucionales
Tras el derrumbe, las copropietarias de Fancesa —la Alcaldía de Sucre, la Gobernación de Chuquisaca y la Universidad San Francisco Xavier— resolvieron reactivar el Directorio del Parque Cretácico y paralizar cualquier intervención en áreas próximas al yacimiento.
El Ministerio de Turismo expresó su preocupación y pidió acciones inmediatas para estabilizar el farallón. Expertos recomiendan implementar monitoreo geotécnico permanente, destinar recursos específicos para la conservación y establecer protocolos de emergencia frente a nuevos desprendimientos.
Un debate pendiente
El derrumbe de noviembre no solo representa la pérdida de 48 huellas, sino también un recordatorio de la fragilidad del patrimonio paleontológico boliviano. La discusión sobre la sostenibilidad del turismo científico y cultural vuelve a estar en el centro.
Cal Orck’o sigue siendo un tesoro único, pero su futuro depende de decisiones coordinadas entre instituciones, comunidad científica y sociedad civil. Preservar este muro de huellas no es solo un desafío técnico: es un compromiso histórico para asegurar que las pisadas de los dinosaurios sigan siendo un legado vivo para las próximas generaciones.