Entrevista a Guadalupe Arzadún
Sandra Galarza Chacón
Guadalupe Ardazun nace en Coronel Suárez y reside en Salta, Argentina. Doctora en Geología, investigadora del CONICET, escritora y escaladora. Integra la Escuela de Letras Evelia Argañaraz desde 2023. Ha publicado un libro de cuentos, participado de cinco antologías y cuatro novelas grupales. Su proceso creativo se destaca por la observación de la realidad, transformando vivencias personales en relatos. Con una mirada introspectiva y experimental, Ardazun enfoca la psicología y los miedos internos de sus personajes más que en la acción externa. No se limita a un solo género, diversificando entre el terror, la fantasía, la filosofía y la realidad, lo que le otorga un enfoque multidisciplario a sus narraciones.
Invitamos a dar lectura a esta interesante entrevista.
P: ¿Qué autores o libros influyeron más en tu estilo de escritura, especialmente en el género de terror y fantasía?
G.A.: Creo que mis influencias son diversas: desde Poe y Lovecraft hasta Hesse y Dostoievski, pasando por Huxley y Bradbury. Incluso Darwin y Wegener, cuya forma de ver y describir la naturaleza me motivó a estudiarla. Hay muchos otros que no estoy mencionando, y seguramente muchos más que han quedado en el inconsciente. Si bien la mayoría de mis cuentos pertenecen a los géneros de fantasía y terror, hay otros que no. A veces intento incorporar conceptos filosóficos, y otras veces recurro a argumentos reales. Aunque siento que no estoy a la altura de los autores que mencioné, intento no encasillarme en ningún género específico y tomar elementos de todos ellos para poder escribir sobre cualquier tema, siempre buscando profundidad y aquello que realmente me motive.
P: ¿Cómo abordas el proceso de investigación para dar a tus historias un toque de realismo, incluso cuando el tema es sobrenatural?
G.A.: Muchos de mis cuentos, en realidad, surgen a partir de vivencias, de relatos de personas que encuentro en el camino, durante los viajes, o a partir de simples comentarios, o situaciones particulares. Por ejemplo, “El murciélago” y “La serpiente”, aunque no parezcan reales, son relatos verídicos de gente que vive en los cerros. “El escorpión” nació de una experiencia en una playa de la Isla del Sol, donde acampé una noche porque ya no podía seguir caminando. Y así han surgido varias de mis historias.
Otras nacen de la imaginación, probablemente influenciadas por relatos anteriores que quedaron en el fondo de la memoria, o por preguntas que uno se hace. En cuanto a este último caso, podría mencionar “Atrapado en la paradoja”.
También cuentos en los que he tenido que investigar y leer sobre el tema antes de poder escribirlos. En este último grupo, aún tengo varias pendientes.
P: ¿Qué es lo más desafiante al escribir en un género que a menudo se basa en la creación de una atmósfera, más que en la acción pura?
G.A.: Justamente eso: crear la atmósfera desde el interior del personaje, convertirse en él. Ese proceso es lo más desafiante y, al mismo tiempo, lo más atrapante, porque implica despegarse de uno mismo y habitar otra sensibilidad, otra mirada.
P: ¿Cómo equilibras los elementos de terror con los de fantasía en tus relatos para que la historia se sienta coherente?
G.A.: Creo que tanto el miedo como la fantasía surgen de lo real, de aquello que uno percibe como realidad. No existe, para mí, una línea clara que los separe. En la vida cotidiana, los miedos son auténticos, aunque las amenazas, desde la perspectiva de otro, puedan no serlo; y mismo ocurre con la fantasía, que muchas veces se entrelaza con lo real. A menudo parto de una situación, un hecho o una idea concreta y la exagero. Aunque, en ocasiones, ni siquiera hace falta exagerar: la realidad ya tiene suficiente misterio.
P: ¿Cuáles fueron las áreas de su escritura que más le costó mejorar?
G.A.: Lo que más me costó, y aún me cuesta, es por un lado, la síntesis de las ideas, que es lo que aporta claridad a la historia. A veces, y como nos enseña siempre nuestro profesor de literatura, lo que se dice en cinco palabras puede decirse en tres, o lo que se expresa en tres frases puede condensarse en una. Otra de las áreas que intento trabajar día a día son los matices en los tiempos verbales. Si bien leo bastante, creo que el modo de hablar actual dificulta aprovechar al máximo los tiempos verbales para construir frases más precisas y expresivas.
P: ¿Cómo aborda el desarrollo de la psique de sus personajes antes de escribir sus historias?
G.A.: Intento transformarme en el personaje: preguntarme qué sentiría y pensaría en determinada situación, si yo fuera de esa manera. A veces tomo aspectos propios o de personas que conozco y las traslado o exagero, buscando construir una psique que se sienta auténtica dentro del relato.
P: ¿Cómo maneja el equilibrio entre crear una atmósfera de terror y evitar la repetición de frases o el uso excesivo de adjetivos?
G.A.: Releo y corrijo una y otra vez. Intento eliminar lo innecesario o lo repetitivo, y reescribo hasta que el texto gane precisión y fuerza. Lo complejo es que este proceso puede volverse infinito.
P: En tu libro, se menciona que “los monstruos… son reflejo de lo más profundo del ser humano”. ¿Qué monstruo de tus historias crees que es el que mejor representa un miedo o una faceta de la sociedad actual?
G.A.: Creo que “El demonio de lo eterno” es el monstruo que mejor representa la raíz de todos los miedos de la sociedad, no solo actuales, sino también ancestrales. Es un personaje no parece humano, aunque desea serlo, anhelando la experiencia de la muerte que los humanos conocen. Representa la contracara del miedo más profundo: la muerte, el final, la no existencia. De ahí viene el deseo de la eternidad. Pero lo que cuestiono en este cuento es: ¿realmente es deseable la eternidad? Algo infinito, sin término, sin posibilidad de escape. ¿No deberíamos temer más a que eso exista, y aprender a aceptar el final y la transformación de todas las cosas?
P: El libro mezcla el terror con «algo parecido al amor». ¿Qué papel juega el amor en tus historias más aterradoras? ¿Es una debilidad que los personajes deben superar, o una fuerza que puede salvarlos del horror?
G.A.: No sé exactamente qué es el amor, por eso en el título dice “algo parecido al amor”.
No podría definir el concepto con facilidad, y creo que nadie puede hacerlo del todo, ya que se utiliza para describir cosas muy distintas. Por ejemplo, se le llama amor a la protección de una madre hacia su hijo, al vínculo de una pareja, a un favor incondicional entre amigos. También existe un concepto religioso del amor: ¿acaso no es amor lo que los católicos sienten por su dios? Ese ser superior y omnipresente que nunca han visto, pero que tiene el poder de castigar. ¿Es el castigo parte del amor? ¿Es comparable con el amor que se siente por un hijo, por una madre, por un ídolo, por un equipo de fútbol? Tal vez no haya punto de comparación, pero muchos dirán que todo eso es amor; otros, que algunas cosas sí y otras no. Incluso variará según la cultura o las creencias.
A la vez que no existe un concepto consensuado, todo lo que se llama amor puede explicarse con otras cosas: deseo de reproducirse, supervivencia de la especie, miedo a la soledad, necesidad de protección, dependencia… que, llevadas al extremo, incluso pueden convertirse en psicopatías. Quizás podríamos prescindir del concepto y llamar a cada cosa por su nombre.
Analizando así, el amor parece un concepto sobrevalorado, muchas veces visto desde un positivismo extremo. Pero ¿acaso no se cometen actos terribles en nombre de lo que muchos perciben como amor? Crímenes pasionales, guerras, engaños, mentiras. Muchas veces el amor intenso desencadena conductas violentas.
El amor puede ser el resumen de un conjunto de sensaciones y emociones que se generan hacia otra persona. Pero también romantiza aspectos ocultos de las relaciones. Cada uno tiene su propia idea del amor, y cada uno experimenta sensaciones distintas.
En definitiva, no hay consenso. No se puede comparar el amor con el amor, y ahí está el problema del concepto: no sabemos qué es, ni si realmente existe.
P: ¿Crees que el miedo en la literatura de hoy ha evolucionado? ¿Qué técnicas o temas de terror encuentras más efectivos para una audiencia contemporánea, en comparación con los clásicos?
G.A.: Creo que los principales miedos siguen siendo los mismos. Como mencioné antes, creo que el principal tema del ser humano es la muerte, y no solo en la literatura de terror. Lo que sí ha evolucionado, quizás, son las técnicas narrativas, aunque no estoy segura de cuánto han cambiado.
Ahora que lo pienso, no leo mucha literatura contemporánea. Debería hacerlo.