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Microrrelatos – Colección de literatura breve CXCII

Ordalía

Nana Rodriguéz Romero – Colombia

Te llenaré de besos anisados, los pájaros vendrán a picotear tus labios, frotaré aceite y esencias sobre tu piel, te quemaré con mi sombra, seguiré tus pasos, poblaré de noches tus insomnios, irás por las calles husmeando delirante mi aroma, potros salvajes se desbocarán por tus muslos y tus manos.

Conseguiré tu confesión hasta la saciedad:

¡Lo juro!

La derrota

Daniel Frini – Argentina

Espoleando a su caballo, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, y diciendo en voces altas «¡Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete!», el Quijote embistió al primero de los molinos. Pero estos no eran tales, sino más de treinta desaforados gigantes; y, para ellos, era buena guerra y gran servicio de Dios quitar la mala simiente humana de sobre la faz de la tierra.

Rocinante y el burro rucio de Sancho Panza pastorean, solos, en algún lugar de La Mancha.

Siete días

Paola Tena – México

Dios, que ha vivido eternamente, es viejo y olvida con facilidad. Cuando despierta el primer día, abre los ojos y se hace la luz. El segundo, vuelven a su mente las imágenes de los mares y los cielos. Al tercer día, recuerda el tronco torcido del eucalipto, el rocío sobre la hierba, la suavidad de los pétalos. En el cuarto contempla la luna, y sonríe. Durante el quinto día evoca el cuerpo esquivo y blando de los peces, el vuelo errático de las aves. El sexto, rememora a un par de criaturas en todo semejantes a Él, que lo miran como si lo conocieran y le llaman padre. Pero el esfuerzo lo agota y, exhausto, se echa a dormir un día entero, olvidándolo todo.

Despierta al otro día como si fuera el primero, abre los ojos y se hace la Luz.

Paciencia serial (Asuntos domésticos, 2022)

Camilo Montecinos Guerra – Chile

«Disponemos de tiempo para todo», me dijo con total serenidad. Admiraba su forma de enfrentar las situaciones, por muy dificultosas que parecieran, siempre con una absoluta parsimonia y calma que rozaba muy de cerca la frialdad. Y tenía razón. Alcanzamos a descuartizar el cuerpo del niño, tomarnos un café y ver nuestro programa favorito de los viernes. 

Supervivencia

Manuela Vicente Fernández – España

Sabor a macambo en los dedos y sobre el mesado un pez paiche auguran un banquete. Pero no hay invitados. La tierra Kukama es generosa, grande en lo bueno y cruel en lo malo. De sus aguas más claras puede surgir una piraña en cualquier momento. El sol y la vegetación son abundantes y el olvido tan necesario como la pesca.

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