Luego de pasar un tiempo sin escribir, pero observando en la medida de lo posible los sucesos que transcurren en el mundo y en Bolivia donde resido, me viene a la mente una canción de Marco Antonio Solís, donde se describí una historia de una pareja que comenzó con mucho amor, sin embargo, a medida que pasa el tiempo se va deteriorando cayendo en situaciones degradantes, parece simplista la comparación pero parte del mundo, los gobiernos y algunos líderes populares inician con mucho amor entre las partes, al pasar el tiempo van cayendo en una degradación donde los ciudadanos como tú y yo nos hacemos la misma pregunta: ¿A dónde vamos a parar?.
Partiendo de la interrogante, no existe una respuesta simple y asertiva, pero si se puede asegurar que se caer más a fondo ejemplo de ello son Haití y Venezuela; no se traduce en no tener esperanza, sino en tener claro que se puede hundir más una nación o un líder; teniendo dicha claridad los ciudadanos y las sociedades pueden detener la degradación a medida que se vaya conteniendo a los líderes, para que no hagan lo que le venga en gana, que no utilicen la justicia como arma política, además, que asuman y paguen las consecuencias de sus actos; resaltando que entre más alto es la posición de poder, es menos probable que paguen sus acciones inmorales e ilegales.
Por último, la situación es degradante y caótica; sin embargo, en medio del desorden se está generando un nuevo orden mundial, muy complejo donde las grandes potencias están rearmando sus zonas de influencias para poder negociar entre ellas; se evidencia con las negociaciones entre los EE. UU, China, Rusia, India y posiblemente Brasil, recordando que dichas potencias las motivas su interés y no la DEMOCRACIA, ni los DDHH.