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Cuando la droga colonizó un país

“Nosotros pusimos en el poder a Luis García Meza. Así como lo oís, nosotros, los narcotraficantes bolivianos y colombianos pusimos a García Meza en el poder”, dice el personaje central de El nombre elegido del escritor boliviano Homero Carvalho Oliva, ganador del Concurso Nacional de Novela Jesús Lara 2023. Con esta novela el autor incursiona en la “Non fiction novel” muy popular en EE.UU. desde la década de los 60, cuyo verdadero origen se encuentra en la obra del argentino Rodolfo Walsh Operación masacre (1957).

El nombre elegido tiene como personaje principal a la que otrora fuera reina del negocio ilícito de cocaína, que después de cerrar una época azarosa de su vida, decide contar a Homero Carvalho Oliva (Beni, Bolivia, 1957) toda su participación en la red oscura del narcotráfico con la implicación de empresarios y autoridades de todos los niveles.

 Valentina Siegler, la protagonista, es el nombre elegido por la entrevistada. Uno de tantos nombres que había usado en sus pasaportes para viajes de negocio; de ahí el título del libro, un nombre supuesto como de muchos personajes, menos los de autoridades, políticos y otros, que, en su momento, se publicaron en los medios periodísticos nacionales e internacionales.

La novela empieza por el final, cuando la detuvieron en 1986 como consecuencia de una trampa que le tendió la DEA, para luego contar que el proyecto del libro se encaminó gracias a una prima de Carvalho que facilitó el encuentro con Valentina. En ese momento recuerda el autor toda la leyenda urbana acerca de la belleza de aquella joven beniana, generada entre los jóvenes de su época.

El novelista relata pasajes de la niñez y adolescencia de Valentina. Habla de la inestabilidad propia de su edad, de sus convicciones claras, de su gusto por las fiestas, la aventura y, sobre todo, la libertad; quizás por esto último huye de su casa en Guayaramerín hacia La Paz, para cumplir el deseo de vivir en una gran ciudad. Valentina se casó tres veces, tuvo hijos de los tres maridos, vivió en la opulencia, pero al final lo perdió todo. Una mujer inteligente y decidora que “encarna lo bueno y malo de su época”, vivió esquivando el peligro y en las entrañas de una sociedad permisiva con lo ilícito.

Valentina compra por primera vez cocaína a la madre de un Fiscal de Narcóticos que guardaba cinco kilos de un operativo reciente. Lo vende a un colombiano que conoció por casualidad, y le ayuda a retornar a su país sin que nadie, en el aeropuerto, lo revise ni lo impida. Desde ese momento sus adquisiciones fueron en aumento, la llamaban o se presentaban en su casa para ofrecerle la droga. Poco a poco sus relaciones con los comercializadores fueron subiendo de nivel, incluidos Pablo Escobar y todos los grandes de su entorno, El relato de hechos traumáticos y sangrientos entre los comercializadores eleva la temperatura de la novela, mucho más al develar la trama de corrupción y sobornos a los encargados de controlar y erradicar el tráfico de cocaína en Bolivia, que, por el contrario, se disputan puestos en ciudades estratégicas, aunque solo fuera por tres meses, con el fin de recaudar un capital respetable y asegurar su futuro. El estado de cosas en ese ambiente de impunidad de la época contamina también la política, con los sobornos de rigor y la financiación de golpes de Estado.

Homero Carvalho glosa a muchos escritores, entre ellos Pio Baroja cuando habla de la sumisión de los que buscaban el éxito inmediato, o, a Vargas Llosa con su dicho: ¿En qué momento se jodió el país? En nuestro caso, Bolivia. La respuesta está en la novela El nombre elegido, donde el autor lleva a la literatura gran parte de la historia negra del narcotráfico, época en que la imagen de Bolivia se hundió en la indignidad.

El nombre elegido no es un producto periodístico, porque prescinde de ciertas características de ese género, es una novela que parte de hechos reales, como en la biografía de un pianista Opus Gielber de la periodista argentina Leila Guerriero o en Una novela criminal de Jorge Volpi. Si bien la novela El nombre elegido fluctúa entre la entrevista, la biografía y la novela, el autor tiene el acierto de darle una vuelta de tuerca al género, al convertirse en personaje narrador, o emplear la argumentación, pero sigue en él, gracias a que la novela “es un búnker, un útero, donde cabe todo”, como dice la novelista española Cristina Morales.

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