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El miedo cósmico en la narrativa de Liliana Colanzi*

Marcelo Paz Soldán

            El primer cuento que leí —y publiqué— de Liliana Colanzi (Santa Cruz, 1981) se titula ‘Fiebre desde una ventana’ [Memoria de lo que vendrá, Nuevo Milenio, 2000]. Cuando se presentó en Santa Cruz, se hizo en un teatro cerca de la plaza 24 de septiembre. Ese día la conocí personalmente, tenía diecinueve años en ese entonces [el cuento suyo incluido en la antología lo había escrito a sus diecisiete].

La madurez de Liliana como escritora se da con la publicación de su primer libro de relatos Vacaciones permanentes [El cuervo, 2010]. El cuento que inaugura es ‘1997’ que habla de los padres y el hermano. Una clase media cruceña con empleados, donde los padres viven alejados el uno del otro y la niña no parece encontrarse. La familia es el espacio para la violencia que no se nombra. Los cuentos de Vacaciones permanentes estaban escritos en primera persona, eran más realistas, más urbanos, para luego escribir a partir de Nuestro mundo muerto en clave fantástica, de ciencia ficción, también del género de horror y con muchas hibridaciones genéricas.[1]

Publica la crónica ‘El huesero menonita’ en Bolivia a toda costa [Nuevo Milenio / El Cuervo, 2011], la que cuenta, de primera mano, la historia de Johan Peters Dyck quien, a finales de abril de 2005, era conocido como el huesero de la comunidad Cuatro Cañadas en Santa Cruz y curó a un niño al que los médicos tuvieron que amputarle el brazo porque se le había gangrenado. Los médicos locales denunciaron al huesero menonita y la policía lo encerró en la cárcel. Después de la presión de los comunarios, lo liberaron y, poco tiempo después, se fue a vivir a otra comunidad con su familia. Liliana, después de rastrearlo, logró entrevistarlo. El aprendizaje de Johan había sido autodidacta, el mismo que se basaba en un libro escrito en alemán antiguo. En la crónica, Liliana cuenta de una viuda de la que Johan tuvo que hacerse cargo, así como de sus hijos, como era la tradición menonita. Este guiño, años después, sería recuperado en el cuento “El camino angosto’ de Ustedes brillan en lo oscuro.

Nuevamente en Bolivia, se publica Nuestro mundo muerto [El cuervo, 2016], que contiene ocho cuentos, alejándose de su primera producción para entrar a una etapa en la que el fantástico y la ciencia ficción pasan a ser los elementos centrales. El primer cuento de esta antología es ‘El ojo’ que muestra una vez más esa presencia casi fantasmal de la madre que lo ve todo, del que no puede escapar su protagonista. Esa presencia que es, a su vez, ausencia, etérea, fantasmal, invisible.

En ‘Alfredito’ es en el que más se nota o distingue aquello que sería su nueva búsqueda literaria por el camino del fantástico. El compañero de curso, Alfredito, muere de asma. Los compañeros de curso lo extrañan, y se acuerdan de sus bromas y su prolijidad al tocar el piano. Una de sus compañeras, Pupa, dice que se le apareció, que no ha muerto. Y una luz iridiscente emite un haz y todo comienza a levitar y ya los niños estaban seguros de que Alfredito iba a volver.

Así, Liliana se aleja de la literatura realista y se acerca a la ficción especulativa que le permite “extender la imaginación más allá de lo humano y pensar en una escala temporal más grande […]. La ciencia ficción es un género muy bien preparado para abordar estas cuestiones porque permite viajar tanto al pasado como al futuro, mirar lo pequeño e infinitesimal y también el tiempo cósmico”.[2]

Luis H. Antezana menciona en Dice que dijo (Cesu, UMSS, 2003):

[…] se puede distinguir dos tipos de imaginación, mejor dicho, el recurso de dos tipos de imaginación. En primer lugar, habría una imaginación libre —“gratuita”— que dice y hace lo suyo, y que, no va más allá de las expresiones. Las ficciones, los mitos y las fantasías serían su ejercicio más evidente. En segundo lugar, habría una imaginación motivada —“necesaria”— que se utilizaría para entender la complejidad de la realidad. Ese tipo de imaginación entraría en juego en las invenciones científicas, técnicas y hermenéuticas. Hay problemas en distinguir una de otra —de ahí los entrecruces mencionados—, pero, de todas maneras, parece cada vez más evidente que hasta para “conocer” la realidad no habría que olvidar —descuidar— operaciones imaginarias.

De los cuentos de Liliana podemos pensar que se encuentran dentro de esa categoría de imaginación motivada, “necesaria”, en la que imagina la historia, pero, a su vez, le sirve para entender lo que le rodea.

La consolidación de su narrativa vendría con la publicación de Ustedes brillan en lo oscuro [Páginas de espuma/Nuevo Milenio, 2022]* con el que ganó el VII Premio Ribera del Duero en España del que Rosa Montero, miembro del jurado, mencionó:

Es un libro de cuentos que resbala. Resbalas en esa realidad ambigua. En esa realidad inquietante, en esa realidad hermosa, en esa realidad aterradora.

En palabras de Colanzi[3], [en Ustedes brillan en lo oscuro existe] la exploración del tiempo en distintos niveles: “el tiempo profundo de una cueva durante miles de años, la vida de los desechos radioactivos, la historia de las ruinas, la colonia que quiere permanecer estática en el tiempo, la memoria secreta de las ciudades y la imaginación del futuro. Por otro lado, el vínculo de los paisajes es importante: son relatos que emanan de geografías que tienen un historia muy particular, muchas veces violenta y traumática, que define a los personajes”.

En ‘La cueva’ la realidad es trastocada por Colanzi a través de la dislocación del tiempo, con una estructura temporal fragmentaria que hereda de Las lágrimas (2019) de Pascal Quignard, de los relatos de ciencia ficción La última pregunta (1956) de Isaac Asimov —en la que la superpoderosa computadora Multivac se pregunta durante miles de años cómo revertir la entropía y ha encontrado la forma de almacenar y aprovecharse de los rayos del sol—, Astronautas (2016)[4] del argentino Denis Fernández —que se compone de diferentes fragmentos en diferentes temporalidades—, así como del libro de relatos El hijo de Jesús (2013), de Denis Johnson.

El eje central es una cueva donde suceden una serie de hechos, algunos de ellos misteriosos y que parecen no relacionarse uno con el otro, ya que son nueve breves fragmentos independientes entre sí en los que la autora define el ciclo de vida en una cueva, “cuyo eje es la mierda, el guano, el excremento generoso”. Inicia con el asesinato de una mujer a sus dos hijos recién paridos. Ella es madre de gemelos; sigue con la muerte de una mujer en manos de su marido que tuvo celos porque no llegó a dormir ya que había pasado la noche en la cueva; murciélagos que mueren y que a su vez dan vida; una mujer que no puede evocar el rostro del antiguo amante con el que pensaba fugarse; la mujer que se materializa en la cueva y se encuentra con dinosaurios reales; la familia que emigra a las estrellas y el hombre que decide quedarse. Todos ellos narrados en un tiempo diferente y que señala una de las mayores preocupaciones de Liliana y es que los humanos no somos dueños del planeta ni somos nada. En la cueva el tiempo habrá de ser fragmentario. El tiempo y el espacio habrán de conjuncionarse para crear su propuesta narrativa.

Si el tiempo se alarga, sugiere Colanzi, nuestro paso por el mundo es cada vez más insignificante: ese horror cósmico es la filosofía que indica que la vida ordinaria humana es diminuta e insignificante en comparación con la inmensidad y los misterios del Universo.

‘Atomito’, se desarrolla en la ciudad de El Alto donde está la Central de Investigación Nuclear Túpac Katari. Este cuento hace un guiño a ‘El cementerio de elefantes’ de Miguel Esquirol [Memorias de futuro, La Mancha, 2008], que sucede en un mundo distópico, posiblemente El Alto de La Paz, donde unos hombres que poseen cuerpos mecánicos han reemplazado a los tradicionales aparapitas, con cuerpos más pequeños y que representan, a su vez, un guiño a la literatura de Jaime Saenz. En ‘Atomito’ un grupo de amigos se reúne en la casa de la Kurmi que acaba de perder a su madre, teje chalinas y tiene un muñeco de trapo de Atomito —que es el símbolo de la central— que le hizo su mamá cuando aún vivía. La Kurmi vive muy cerca de la central y muchos de los vecinos no se encuentran contentos por su instalación e inician protestas. Una noche, en la que se encontraba bebiendo con el Yoni, que entrega pedidos de Pollos Bin Laden, y el Orki, estalla un rayo sobre la central nuclear que habrá de emanar una luz rara. A partir de ello todos los amigos se comportan de manera extraña, especialmente el DJ Orki que bailará en la calle y contagiará a los que lo rodean con su danza enigmática. Un cuento con una referencia a los potenciales problemas que puede ocasionar en las personas una central nuclear y cómo podría afectarlos, algo que luego habría de recuperar en el cuento ‘Ustedes brillan en lo oscuro’. La narración alterna lo que sucede a los personajes, pero la historia no se detiene en cada uno de ellos, sino que de una voz pasa a otra y es este hilo de acontecimientos narrados desde distintas voces que cuenta lo que sucede.

‘La deuda’ trata de un par de mujeres que van a un pueblo en el oriente para encontrar a un hombre que tiene los títulos de propiedad de unos bienes que les pertenecen. Una de ellas está embarazada y va con su tía, a la que no se parece ya que ella es morena y la tía es blanca. La casa de la costurera donde se alojan le dice que su tía es su verdadera madre, mientras que la joven sueña que encuentra a su madre en el mercado, pero que no la reconoce. Finalmente, habrán de encontrar al hombre al que van a buscar, mientras inician las contracciones de la joven.

En ‘Los ojos más verdes’, Ofelia quiere tener los ojos verdes de su padre, un inmigrante italiano. El día de su cumpleaños, para celebrarlo, van al pueblo de su madre donde se encuentra el Jefe que hará cumplir su deseo, para lo que únicamente le pide que firme un libro de tapas gruesas con páginas llenas de firmas irregulares de otras niñas. Cuando lo hace, y espera que su deseo se cumpla, solo siente el deseo de besar al diablo.

‘El camino angosto’ cuenta de las hermanas Susana y Olga que viven en una comunidad que no les es permitido abandonar, ya que su perímetro es controlado por una reja eléctrica. Uno de los chicos del lugar, Jonas, logra traspasar el perímetro para ir al otro lado, quien les muestra a las niñas una bolita metálica a la que se le escapa una luz rosada que emitía música. Olga, finalmente, habría de escaparse hacia el rugido de las motos y la electricidad. De este cuento Liliana menciona que lo escribió sobre una colonia religiosa situada en algún punto de Bolivia:

Tenía presentes las colonias menonitas de Santa Cruz, que he visitado para conversar tanto con los menonitas ultraconservadores como los que abrazan la tecnología y están a favor de los estudios; sin embargo, prefería crear mi propia colonia religiosa, con sus propios tabúes y doctrinas, para poder inventar con mayor libertad.[5]

El último cuento de la antología, que da el título al libro, es ‘Ustedes brillan en lo oscuro’ que trata de un accidente nuclear causado por una bomba de cesio que encontraron los recolectores de chatarra Wagner Mota y Roberto dos Santos en el Instituto Goiano de Radioterapia y el efecto que tuvo en sus pobladores, causando la muerte en muchos de ellos.

‘Atomito’ sucede en El Alto, mientras que ‘La deuda’ se desarrolla en Cachuela esperanza y ‘Los ojos más verdes’ en Riberalta, Beni (Bolivia). Emiliano Monge señala que en ‘El camino angosto’ y ‘Atomito’ todo se trastoca a partir del fanatismo —el de la población cuyos individuos son inconscientes o semiinconscientes de su propia condición de esclavos del futuro y el de otra población cuyos individuos son inconscientes o semiinconscientes de su propia condición de esclavos del pasado—. Mientras que ‘La cueva’ la realidad es trastocada por Colanzi a través de la dislocación del tiempo —junto con la radioactividad, gran protagonista del libro—.[6]

No sabemos hacia dónde irá la narrativa de Colanzi después de Ustedes brillan en lo oscuro; estamos seguros, eso sí, de que habrá sorpresas e innovaciones en una escritora que está renovando géneros populares como el horror, el fantástico y la ciencia ficción a partir de su mezcla y de su capacidad de hacerse preguntas sobre la crítica situación actual.


*[Algunos de los comentarios y menciones de este texto se toman del conversatorio que sostuvo Daniel González, del Club Secreto de Lectura, con Liliana Colanzi, evento que se realizó en Cochabamba el jueves 4 de agosto de 2022, en el Centro Cultural Fearless. Así también, se basa en innumerables entrevistas que se han realizado a Liliana, que han servido de guía para entender mejor su búsqueda narrativa. Donde ha sido posible (y conveniente), se menciona cada una de ellas, los medios en las que se publicaron, la fecha en la que salieron y los/las entrevistadores(as). Se completa con la conversación que tuvo la autora con el Panka Club de Lectura en la ciudad de La Paz, el sábado 6 de agosto, evento que se realizó en la Librería Lectura de esa ciudad.]

[1] Charla de Liliana con el Panka Club de Lectura en La Paz, el día sábado 6 de agosto, evento que se realizó en la Librería Lectura.

[2] Montesinos. Qué leer, 22 de junio de 2022. Entrevista escrita.

* [El cuento ‘Los ojos más verdes’ no estaba incluido en el manuscrito que participó en el VII Premio Internacional Ribera del Duero. La decisión de incluirlo se tomó durante el proceso de edición del mismo.]

[3] Altavoz cultural, 5 de julio de 2022.

[4] Incluido en su libro Monstruos geométricos, publicado por 17 Grises editora.

[5] Altavoz cultural. 5 de julio de 2022.

[6] Emiliano Monge. El País, 10 de julio de 2022.

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