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El que va jumento

“Universidad de Salamanca concluye que los títulos de alasitas son legales”.

“Universidad de Salamanca contradice a Colón y confirma que la tierra es plana”.

“El estudio de un profesor chupado y un estudiante encargado de ir por más tirillo, en la escuela de Huacaplaya, determinó que la gravedad no existe. De ahí que la agencia espacial prostitucional determinó que, en estos lares, las personas pueden flotar, si les da la gana”.

Aún una de las universidades más afamadas de España puede ser blanco de burlas. No es la culpa de la docta institución, sino de un oportunista profesor y dos estudiantes que fabricaron a medida, como si fueran sastres, un uniforme-informe para Juan Lanchipa, Fiscal General de Bolivia, por el que cobraron 30 mil dólares.

El tema regresa a la cartelera porque Lanchipa fue convocado esta semana por la Comisión de Justicia Plural de la Cámara de Diputados de la Asamblea Legislativa Plurinacional para presentar un informe sobre la misteriosa pericia. Durante la sesión no pudo explicar sus criterios de contratación del académico y los dos estudiantes de Salamanca, ni la razón por la que no evaluó otras opciones antes de hacer un contrato directo y “a medida”.

El fiscal ha resultado ser uno de esos caimanes agazapados que cuando uno se descuida le muerden la pata (como escribió alguna vez Augusto Céspedes en una polémica). Se acomodó con el MAS y luego con el gobierno de transición de Añez, y ahora otra vez con el MAS. Enterró en el fondo de sus gavetas el peritaje de la fiscalía de Colombia sobre el audio-video de Evo Morales llamando a cercar las ciudades, que Lanchipa recibió en mano propia el 27 de febrero de 2020.

Hizo un ridículo bochornoso al contratar al profesor Corchado de la Universidad de Salamanca, porque con esa pericia realizada por personas sin experiencia en procesos electorales, pretendió derribar el sólido informe de 34 expertos contratados por la OEA (a pedido del gobierno de Evo Morales), para investigar el fraude electoral que comenzó con el apagón del sistema TREP la misma noche del 20 de octubre de 2019.

Hoy sabemos que la vocal Cruz, nombrada por Evo Morales, recibió instrucciones del “jefazo” para bajar la palanca electoral y dejar a la población en la oscuridad hasta el día siguiente. Sabemos también, por boca de las empresas de seguridad informática contratadas por el propio Tribunal Supremo Electoral, que había dos servidores fantasmas que operaban fuera del control del propio TSE. En fin, sabemos que Morales pidió la auditoría de la OEA, pero cuando recibió el informe final trató por todos los medios de impedir su difusión.

Sabemos muchas cosas más, la cronología está claramente establecida, los testimonios abundan, la documentación también. No solo los más de treinta expertos electorales contratados por la OEA proporcionaron detalles sobre la operación fraudulenta, sino otras instancias bolivianas independientes. No era necesario ir a Salamanca para pedir ayuda de un profesor simpatizante de Evo Morales, pues ingenieros informáticos bolivianos de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) dieron un veredicto similar al de la OEA, llegando a conclusiones análogas al analizar grupos distintos de actas electorales.

Es por demás conocido el refrán en latín: “Quod natura non dat, Salmantica non præstat”, que en castellano significa: “Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta”, pero hay otro menos conocido que dice lo mismo con palabras llanas: “Salamanca no hace milagros, el que va jumento, no vuelve sabio”.

De su oneroso viaje virtual a la universidad española Juan Lanchipa ha regresado sin diplomas, pero con dos orejas bien largas.

Alfonso Gumucio es  escritor y cineasta.

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