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La casa de la democracia

Maurizio Bagatin

Aquel día mi suegro estaba en La Paz, sus cuates de la izquierda de entonces lo ocultaron en El Alto, en una casa mediagua de adobe adonde el frío podías tocarlo, en algún momento, me contó, que hasta lo sentías adentro del cuerpo, lo sentías introducirse como un cuchillo recién afilado. El frío fue el único compañero durante aquellos funestos días. Una frazada polar, te Windsor y pan duro. A las cinco de la mañana un viento sutil desde Viacha, desde la negra cordillera, llegaba puntual como reloj suizo. Puntual y inexorable. Nunca totalmente silencioso, silbando al ras de la tierra, levantando polvo frío con sus remolinos, diseñando dinámicas casi mecánicas en el infinito espacio altiplánico. El viento fue otro compañero fiel.

Así recuerdo su narración del 21 de agosto del 1971. Hace cincuenta años atrás.

De todo eso se escribió mucho y aun poco, el realismo mítico, escribió algún buen lector de la realidad, es mágico por su exageración…el viento es frio y silba, su música está hecha de la monotonía de la piedra que interrumpe su inconsolable trayectoria, del aliento acumulado en la lineal travesía del hombre, de las curvas apenas perceptibles de una mujer esculpida por Marina Núñez del Prado…por lo visible de lo invisible.

El golpe fue a raíz de algunos golpes y de inspiración a otros golpes. Así la Historia, círculos que no encuentran su línea y líneas rectas sin final, dicotomías que chocan, arden y cómo el ave fénix vuelven a sus vidas.

En 1997 el dictador Hugo Banzer Suarez se candidatea a la presidencia de Bolivia. El realismo mágico estaba aquí, un dictador fue elegido presidente, alguien gritó en la calle: “¡Sólo en Bolivia podía ocurrir esto!”. Muchos años después de otro realismo mágico fuimos testigos. Y alguien más volvió a gritar en la calle: “¡Sólo en Bolivia puede ocurrir esto!”.

Las demos y la Kratos griega siguen como meteoros afuera del tiempo y del espacio. La Casa de la democracia, que fue sede de ADN, el partido de derecha que fundó el dictador elegido Hugo Banzer Suarez sigue ahí, en 2003 objetivo de una población harta del neoliberalismo, poco después relegada a parqueo del canal televisivo nacional.

Símbolo o metáfora, ¿quién sabe?

 Foto: Matteo Bagatin, enero 2020

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