Márcia Batista Ramos
El poeta Javier Yabeta Justiniano, nació en Portachuelo (1972), departamento de Santa cruz en Bolivia. Realizó sus estudios en su pueblo natal y luego fue para la ciudad de Santa Cruz de la Sierra continuar con su formación académica superior en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, donde obtuvo el título en ciencias de la comunicación.
Posteriormente, realizó el curso en dirección cinematográfica en la escuela de cine “Videas”. En Valencia estudió fotografía digital, iluminación y cámara. Su experiencia profesional es en radio, música, fotografía, televisión y en el cine.
Reside actualmente en España donde rodó su mi primer film internacional en Ribarroja del Turia (Valencia). Y pertenece al Movimiento Poético Riba –Turia.
Su poesía es intimista, subjetiva, expresa sentimientos y deseos en contraposición con la realidad, el amor, es una temática frecuente; en su poesía se mezclan géneros y subgéneros y se incluyen alteraciones en las obras en respuesta a los modelos establecidos, haciendo que su voz poética sea singular, por ciertas características del romanticismo mezcladas con un carácter del siglo XXI, pues, Javier Yabeta Justiniano, resaltando los sentimientos, lo barroco, la fantasía que recuerdan la literatura y el arte de otra época:
“PERFECTO MARIDAJE
En la cordura y con locura admiro
tu sabor, el color, esa fragancia
de azahar, de rosas y flor de acacia
tan suave… cual leve y sutil suspiro.
Y es que en ti hay miles cosas que yo miro,
el sentido austero como la infancia,
o la profundidad de tu elegancia,
tan fina como la virtud que aspiro.
Bebo de mi copa… ¡emoción inmensa!
me invade la risa, un rubor salvaje,
catar un vino… solo… es una ofensa,
pero estás tú conmigo en este viaje,
para una noche de pasión intensa,
unidos… ¡mi perfecto maridaje!”
El romanticismo, en Javier Yabeta, no es apenas una manera de escribir poesía, por el contrario, es una forma de vida, que le hace sentir la belleza extraordinaria de la vida y reafirma su compromiso con ella.
Javier Yabeta Justiniano, después de vivir más de una década en el continente europeo, adquiere nuevos hábitos, como es natural, por sus nuevas experiencias, diferentes de la vida en la llanura tropical, de donde es originario. El poeta se interesa por su interior e indaga sobre la psicología del hombre y su inconsciente, empero, sin alejarse de los suyos, reconociendo la importancia de los afectos, refleja las nuevas costumbres en su poesía dejando antever la profunda melancolía, propia del romanticismo que lleva a cuestas, ya que logra emocionarse fácilmente y le inspira cualquier acontecimiento sencillo:
“AL CALOR DE LA CHIMENEA
(A toda mi familia)
Sentado… al calor de la chimenea,
con la visión del fuego, reflexiono:
¿Quién eres?… ¡serás tú la misma vida!
¿de qué estás hecho?… ¡átomos en fisiono!
¡fascinante lumbre que serpentea!
¿serás tú la existencia trascendida?
Doy un sorbo a mi bebida…
y siento ese calor,
cálido, abrazador…
como furtivos amantes que se aman,
los amigos que su amistad proclaman,
como los hijos que no tienen precio,
¡familia!… ¡así lo llaman!…
sin duda es el calor que más aprecio.”
La libertad. En especial en las formas poéticas, se presenta en la poesía del poeta Javier Yabeta, que no se ata a las rigurosas leyes de la métrica clásica, aunque sus letras tienen un sabor añejo. Los escenarios donde transcurren las narraciones tienen una relación directa con el estado de ánimo del autor. Cobra importancia la naturaleza y, más concretamente, aquellos lugares que son lejanos y exóticos. La originalidad es fundamental, así como la creatividad en su literatura:
“EL ABRAZO DE LAS ACEQUIAS
_ ¡Yayo los huertos tienen muchos ríos!
_ Son acequias mí niño, un ser inerte…
¡y no des brincos!… ¡podrías caerte!
Pienso: ¡qué curiosos son estos críos!
¿He dicho inerte?… ¡vaya desvaríos!
están vivas, son bellas obras de arte,
abrazos del río dispuesto a amarte,
joya de siervos, nobles, señoríos.
Y no es paralogismo lo que infiero,
ni la más vacua de las entelequias,
acequia: ¡un milagro lo considero!
_ ¿Dime criatura que achuchón me obsequias?
_ ¡El más grande yayo, porque te quiero!,
un abrazo como el de las acequias.”
Poseedor de un léxico abundante con predominio de palabras relacionadas con la nostalgia, el amor y la melancolía… Utiliza habitualmente las exclamaciones y las interrogaciones retóricas, como parte de un estilo un tanto pasional y exagerado, que lo hacen único, porque es capaz de verse a sí mismo y crear un nuevo mundo; adaptarse a las circunstancias culturales y geográficas y saber quién es. Anhela, casi siempre, lo inalcanzable y el amor imposible. A través de su poesía Javier Yabeta, siempre está mirando la naturaleza y sintiendo la belleza, entre otras características que lo hacen un poeta de su tiempo con un fuerte sabor añejo:
“ABRUPTO DESPERTAR
Trueno y rayo, ¡qué abrupto despertar!
y todo es tiniebla, macabros ruidos,
llora la ventisca… ¡gime alaridos!
con ese chasquido y su crepitar.
Tac… tac… tac… lento y grave martillar,
fuertes siseos, agudos zumbidos,
susurros de voces, vagos sonidos,
parecen soplidos de olas del mar.
Catártico estado me oprime el pecho:
¡solo es tormenta!… ¡ilusión pasajera!…
Un inventivo pavor al acecho.
Paz, mansedumbre, lluvia placentera,
me cobijo calmo, hundido en mi lecho,
mientras del techo… tac… tac… ¡la gotera!”
¡Helo ahí! Javier Yabeta El que nació en la puerta del cielo, hoy PORTACHUELO, pero eso es una otra historia.