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4 indios 4

Miguel Sánchez -Ostiz / Inmediaciones

Al margen de ser una falsedad histórica de envergadura, impropia de un ministro de Asuntos Exteriores como Borrell, es una indecencia hablar de matar solo 4 indios para referirse a genocidios, como los perpetrados en toda América por diversos países, en momentos lejanos y en otros más cercanos de los que han quedado documentos fotográficos. O mentía el ministro con positiva mala fe o es de una ignorancia dolosa, la de quien no se entera porque no quiere… o dice lo que le viene en gana para rellenar un discurso, lo que tampoco es propio de un ministro. Sin contar con el fondo del discurso que versaba sobre la borrasca identitaria, la unidad de la lengua nacional –ojo a este nuevo frente de batalla–, los símbolos, el discurso dictado de la historia oficial a asumir por consigna… Es decir, que de discurso inocente o de mera palabrería nada. La indigna frase encaja bien con el resto.

Encaja también lo sucedido en su indecencia constitutiva el que acusara a un parlamentario de haberle escupido para hacerse la víctima, cuando eso no se ha podido probar y la carga de la prueba es a él a quien le corresponde, y medios hay en la medida en que todo se graba y fotografía. Reprobarle es poco. Hay que echarlo.

Llama la atención la deriva que tiene esta gente que llega al poder –importa poco de dónde venga– hacia posiciones nada desacordes con las ideas que sostienen en propio beneficio las tramas económicas que se han adueñado de los sistemas políticos parlamentarios. La recuperación del centralismo, la aniquilación de los pujos independentistas forman parte de la ideología dominante porque la desmembración o la mera reorganización perjudica los intereses económicos de quienes de verdad mandan aquí. Aquí no gobierna nadie sin el Nihil Obstat del IBEX y sus socios.

La soberanía nacional hoy es una bruma y un pozo vertiginoso que no se cubre con banderitis y berridos: por muy español que seas y mucha unidad sagrada que enarboles, estás vendido y si decides y galleas en un parlamento es porque te dejan… Ahora bien, si te gusta, no tengo nada que decir.

El Banco de Santander, español y muy español, acaba de vender, quedándose con un 18%, una importante participación de su cartera de viviendas de alquiler a un fondo buitre norteamericano que, como muchos otros, campa a sus anchas por el territorio nacional, convirtiendo la necesidad de vivienda (derecho constitucional) en una selva y en una concertina que ahoga y mata. Es una situación insostenible a la que no se le da la importancia que tiene: un amplio sector social vive ahogado, atemorizado. El límite de la indigencia cada vez más extendido no es una leyenda urbana: sueldos y pensiones insuficientes, carísimo mercado inmobiliario, fruto de la pura especulación y la falta de legislación…

Y no solo eso, sino que esos fondos buitre, esa compañías de negocios extranjeras, hacen lo que les viene en gana, en el filo de la ley, forzando esta si no es maleable –proliferan los matones desahuciadores–,con el apoyo gubernamental y la indiferencia social casi generalizada al provocar una situación de drama de nunca acabar con suicidios en cadena, tan minimizados que pronto pasarán a ser «4 suicidas 4», una cantidad desdeñable, que se liquida al paso. Tomemos las palabras de gente como Borrell como avisos o amenazas, como lo que son: pues todo lo que molesta se minimiza y aparca. Lo que importa es la cuenta de resultados.

Qué puede esperarse de un ministro que continua en el gobierno después haber sido multado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) por haberse desprendido de acciones de Abengoa usando información privilegiada, y qué puede esperarse de un gobierno que mantiene esa situación y no destituye al ministro Borrell o le obliga a dimitir. Llama la atención la poca alarma social que suscita esta situación.

Borrell se ha sacudido la multa de la CNMV diciendo que es por no haberla recurrido y eso se acepta. Inadmisible explicación que, al margen de ser una bocanada de humo, puede demostrar una capacidad de ver el futuro que haga por completo innecesario el poseer información privilegiada para vender acciones con ventaja y especular en Bolsa. ¡Qué digo ver el futuro! y hasta hacerlo a través de los cuerpos opacos, como los ilusionistas y los magos de feria.

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