Maurizio Bagatin
Mi Gran amigo Juan Manuel me lo repite siempre: “Contra la estupidez hasta los dioses luchan en vano”, es una frase de Friedrich Schiller, el gran poeta alemán. Así podría resumir la actitud de todos los que aún creen en las fabulas distopicas que les han hecho creer los fabuladores de la biotecnología aplicada a la agricultura.
Una ministra del actual gobierno de transición boliviano nos ha querido meter el dedo en la boca, con sus fabulas sobre la bondad de los OGM, contándonos de los músculos de Messi, de las galletas que comen nuestros hijos, de las gaseosas… una marea de ominosos comistrajos crepusculares que no se quién pueda realmente haberle creído, tal vez ni sus familiares; un miembro de la CAO ha expuesto, en un debate en Facebook, un huevo y un pan para metérnoslos como productos OGM en nuestras bocas. ¡La estupidez insiste siempre, nos advirtió Albert Camus!
Dejo el tema de la musculatura de Messi a los gimnasios y a los médicos del F.C. Barcelona, mientras que las galletas y las gaseosas merecen un discurso a parte: el hecho que no exista en Bolivia aún una reglamentación o una ley que prevé el etiquetado de los productos alimenticios y afines, con especificaciones sobre la presencia de ingredientes OGM’s, no permite a una persona adulta y, menos aún, a un niño, decidir si adquirirlo y consumirlo, por lo tanto debía ser una tarea también de este gobierno el regularizar esta ley, y obligar tal etiquetado, de la misma manera que tan apresuradamente lo han hecho con los Decretos Supremos n°4332 y n° 4238 (esto vale también para el D.S. 3874, del anterior gobierno, todos los cuales violan la NCPE y muchas leyes que deberían proteger este país del asalto de las transnacionales y de los irresponsables gobiernos de turno), permitiendo así a la población decidir si adquirir y consumir estos productos. El pan que expuso con énfasis un miembro de la CAO durante el debate vía Facebook, fue un tiro por la culata suya, porque como bien se lo explicó el Ing. Gonzalo Colque, de la Fundación Tierra, la harina con la cual ha sido elaborado no proviene de trigo genéticamente modificado, debido a que, muy afortunadamente, aún no existen semillas de trigo OGM. La harina con la cual ha sido elaborado probablemente provenga de Argentina, probablemente sea convencional la semilla del trigo con la cual se la ha obtenido, pero no es transgénica. Y llegamos al huevo, dilema que desde Colón nos persigue, el huevo no es OGM, pero sí las gallinitas que los han ofrecido, han sido alimentadas con piensos que incluyen soya OGM, y, ojalá no, también con maíz OGM, aquí tendríamos que hacer conocer las condiciones en las cuales estas gallinitas viven, ponen huevos y acaban sus días, embutidas de antibióticos y otros fármacos, esclavizadas en recintos modelos Auschwitz, terminan ofreciéndonos un huevo ya sin sabor, plastificado, como un partido de futbol sin espectadores, uno de estos vistos en estos tediosos días. Solo a manera de complementar: Kaima diría un buen cochalo de antaño y de hoy también.
Y paso a un artículo que leí en estos días, escrito por Gary Rodriguez, economista y Magister en Comercio Internacional, artículo titulado: “Carlos Valverde, coronavirus y transgénicos” en el que sostiene que “a parte del problema de salud (el coronavirus) hay otro grave problema de salud. Se trata de la economía boliviana”. Habla de que 155 científicos galardonados con el Premio Nobel (exagerando al mejor estilo del realismo mágico ante litteram, por su cuenta, esta vez…) respaldaron los alimentos genéticamente modificados, lean bien: 1.- por ser saludables; 2.- porque su producción es amigable con el medio ambiente; 3.- por beneficiar principalmente a los pequeños agricultores. ¡¡¡Caigo y no me levanto!!!
Voy a investigar, ¿quiénes serán estos tan galardonados científicos que emitieron semejantes atrocidades? ¿Conocerán el agro brasilero, argentino, el paraguayo y el de Bolivia? ¿Comerán huevos plastificados y voluntariamente ofrecidos por gallinitas infelices? ¿Sabe el autor del artículo que el principio de precaución no es tan apreciado por la Bayer-Monsanto y todas las poco nobles firmas que forman parte de la Big Pharma? ¿Y, por si acaso, conocerá a los pequeños productores de San Julian, de Cuatro Cañadas, los pequeños productores tan beneficiados con la biotecnología, con el uso de Glifosato, en futuro con la Atrazina? Le aconsejo ver, aunque sea una sola vez, el documental Hambre de Soja, realizado por Marcelo Viñas, leer, como lo ha hecho con el Protocolo de Cartagena, los estudios sobre los efectos de la Atrazina, del biólogo Tyrone Haynes, los del biólogo molecular Gilles-Eric Seralini sobre la toxicidad del Roundup y el maíz tolerante al Roundup, en YouTube (gratis) puede ver un bellísimo documental de Marie-Monique Robin, titulado Las cosechas del futuro.
Todos ellos no ganaron ningún premio Nobel pero apoyan a las más de 300 organizaciones de la sociedad civil y a las 14 mil firmas de ciudadanas y ciudadanos bolivianos que están en contra de los decretos 4322, 4238 y 3874 porque, como yo y como otros millones de no galardonados de todo el mundo, no quieren ver la Chiquitania arder, la Amazonia deforestarse y tampoco comer huevos plastificados solo porque hay que solucionar el problema de la salud económica de Bolivia. La salud económica de Bolivia y la del mundo vienen del buen sentido de las cosas, en preguntarnos ¿de dónde viene la confianza en la ciencia? ¿Cómo se nutre y se refuerza? Seguramente no de la economía salvaje que ayer y hoy sigue devastando el verde que tanto nos gusta, la diversidad que tanto nos acompaña, simplemente mirando una gallinita libre y feliz ofrecernos voluntariamente su sabroso huevo.
P.D. Material útil:
https://www.youtube.com/results?search_query=Marie-Monique+Robin
https://www.youtube.com/watch?v=h7nBnDD0C18
https://www.gmoseralini.org/articulos-de-investigacion/
https://www.youtube.com/watch?v=V7X66NjTlL0
https://scholar.google.com.bo/scholar?q=tyrone+hayes+atrazine&hl=es&as_sdt=0&as_vis=1&oi=scholart
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-01732015000100008
