Si el chavismo lo permite —porque en la Venezuela de las últimas décadas ningún intento de actividad política opositora a la dictadura es posible—, se tendría que celebrar próximamente una especie de primarias de la oposición, en que María Corina Machado lleva gran ventaja. Pero el Centro Nacional Electoral no solo supervisará el acto, sino que lo manipulará a gusto y sabor del oficialismo, a lo que, como en nuestro país, se suma la fragilidad de la oposición, de manera que si quieren tener aspiraciones serias, deberán “echarle pichón”, como coloquialmente los llaneros dicen cuando están frente a una empresa difícil… ¡Y vaya que la es!, más aun tratándose de hacerlo con un amplísimo frente en que amalgamar ideas sin resentir aspiraciones, luchas internas de poder y recelos, no habían sido exclusividad altoperuana. Sin embargo, pese a todas esas miserias conductuales, los venezolanos nos llevan ventaja, pues con todo y las ambiciones personales de cada líder de la alianza, por lo menos formalmente conforman un frente que, muy en el fondo de cada uno de sus simpatizantes, se sabe que al final quedarán en agua de borrajas. ¿O alguien cree que el dictador Maduro permitirá que en justas elecciones se le arrebate el poder?
Más pronto, en la vecina Argentina, donde, a pesar de vivir bajo un dominio peronista de muchas décadas y ya varias muestras de autoritarismo, en unos días más se librará la contienda electoral bajo un sistema electoral no tan sórdido como en la tierra de los Libertadores. Hay un candidato aparecido del anonimato político. Javier Milei que se ha constituido en la revelación del medio, moviéndole el piso al Partido Justicialista esta vez representado por Sergio Massa, que, como es normal en estos países dominados por el populismo, está valiéndose ilegalmente de todos los medios que el poder puede dar para utilizar recursos fiscales en su campaña.
Quisiera equivocarme, pero si Javier Milei gana las elecciones, no sería muy optimista en cuanto al futuro del estado que en otros tiempos ostentara el nada despreciable título de país más rico del mundo. La preciosa Buenos Aires es escenario de un fiero debate político no solo entre el oficialismo y el lenguaraz ultraconservador aspirante al poder, sino entre éste y la otra candidata derechista Patricia Bullrich.
Un modelo económico basado en un asistencialismo inaudito que ha ocasionado que el Estado no pueda resolver el alarmante desempleo y un desinterés de los propios jóvenes argentinos por acceder a un trabajo formal, es el resultado de una crisis cuyos orígenes se remontan a por lo menos una mitad de siglo. Con una deuda externa millonaria, índices escalofriantes de corrupción y una incontenible inflación, hay sin duda una especie de esclavitud económica, política y social. No hay forma de denominar de distinta manera a un sistema político podrido y un modelo económico estancado, con un retroceso industrial alarmante en un contexto favorecido por muchos factores.
Las restricciones que el peronismo ha implantado a los derechos políticos y la postergación social, resultado de medidas que desincentivan la libre empresa, imponen el fin de un estado caótico que afortunadamente no alcanza a los niveles de Venezuela; pero es hora de un golpe de timón.
Sin embargo, la dolarización y el cierre del Banco Central propuestos por Milei pueden ser armas de doble filo que promueve un discurso mucho más que liberal, un discurso casi subversivo; trasuntando una ultraderechización para el manejo de la cosa pública que puede avivar la vulnerabilidad económica que hoy tiene. Prefiero a Milei antes que a Bullrich, y obviamente antes que a Massa. Ojalá instalado en el poder, si el caso se da, morigere sus pasiones ideológicas e imite a grandes potencias que, a pesar de su credo, han optado por políticas pragmáticas que han derivado en un florecimiento económico.
El domingo 15 de este mes se verificará la segunda vuelta entre los candidatos más votados del Ecuador. Así es: Luisa Gonzáles y Álvaro Noboa lidiarán por la Presidencia de su país en medio de una ola de violencia sin precedentes y el saldo de tres líderes políticos asesinados solo en el presente año. Una alta tasa de desempleo, extorsiones, secuestros y asesinatos que en 2022 llegaron a casi 5.000, configuran el escenario político y social de un país que tiene problemas económicos. Si no existe crecimiento y seguridad, implícitamente hay una opresión que lleva a la pobreza y que embarga la dignidad humana respectivamente, de manera que, como fueren los resultados en los comicios que en tres países se avecinan, debe recuperarse la libertad que es valor inapreciable y que Javier Milei en cada alocución la enfatiza con un concluyente “¡Viva la libertad, carajo!”.
Augusto Vera Riveros es jurista y escritor