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Unidad Educativa José Luis Suárez Guzmán

Fue en junio de 1983. Habían pasado dos años y medio del asesinato de mi papá, el 15 de enero de 1981. Todo estaba fresco, las emociones a flor de piel. Se decidió crear un colegio con su nombre, que con el tiempo devino en la Unidad Educativa Técnico Humanístico.

Gracias a las gestiones mi tío-hermano Fernando y la enorme generosidad de las autoridades de la Unidad, este año tuve el privilegio de estar presente en el acto conmemorativo de los 41 años de su fundación. Fuimos, por supuesto, mi madre, mi hermana, mi tío y yo. Nos recibieron con cariño, con guirnaldas, con palabras, con abrazos.

El acto tuvo de todo: eucaristía, himnos, iza de la bandera, discursos, poesía, torta, mariachi, baile. No sé bien qué fue más conmovedor; si cuando llegamos y vimos el nombre y el rostro de mi padre dibujado en el anuncio de la entrada; o cuando una joven estudiante declamó un precioso poema; o cuando escuché en coro general el himno de la institución; o cuando habló mi madre y entregamos un retrato de Luis y su libro Los cuatro días de mi eternidad para la biblioteca. Sí, creo que ese fue el minuto cuando me quebré con su llanto. Ella empezó a contar a los estudiantes de no más de 18 años quién era Luis. Repasó los episodios de su muerte, de su lucha, de su esperanza. Lloró en la tribuna, entre palabras que salían atravesadas reconstruyendo la historia. Nosotros también.

Imagino que si a mi padre le hubieran preguntado cuál sería el mejor homenaje que se le pudiera hacer, hubiera respondido una escuela que lleve su nombre. Lo he dicho en otras ocasiones, Lucho fue un humanista, creyó fielmente en el poder de la educación. Tal vez la privilegiada relación y admiración que tenía hacia su abuelo materno, se fundaba en que él también era un pedagogo convencido. En el límite diría que su proyecto político estaba subordinado a su vocación de enseñanza. Su búsqueda fue la creación del “hombre de bien”, su método la escuela. Por lo mismo,  fue profesor en distintas instituciones, escribió ensayos, reflexionó y discutió horas sobre la importancia de aprender. El humanismo de Luis se centraba en crear un ser humano íntegro a través de la educación.

Al ver a tantos jóvenes reflexionando sobre el nombre de Luis, su vida, su historia, fue como ser testigo de un sueño suyo realizado. Los pilares de la construcción que estaba atrás de la mesa donde nos sentamos, tenían inscritos cinco principios que sin duda Luis hubiera compartido: respeto, honestidad, disciplina, tolerancia, igualdad.

Enorme, Luis Suárez Guzmán, renace en la escuela, vive en las aulas, resucita en las ideas.

Hugo José Suárez, investigador de la UNAM, es miembro de la Academia Boliviana de la Lengua.

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