Maurizio Bagatin
La primera filastrocca fue esta: “Trenta giorni a novembre, con aprile, giugno e settembre, di ventotto c’é né uno, tutti gli altri ne han trentuno” (Treinta días en noviembre, con abril, junio y septiembre, de veintiocho hay solo uno, todos los demás tienen treinta y uno). La maestra nos enseñaba los meses con dulces nanas. El maestro mas profundo fue Gianni Rodari, nacido para contarle fabulas a los niños. Emparentaba con Italo Calvino la verdad de las fabulas, el lugar de todas las hipótesis, una puerta desde donde el niño entra a la realidad. Las nanas eran hipnóticas, unos trabalenguas adormecedores en invierno, un himno durante las fiestas y en los juegos de veranos: “An dan des file male pes, file male cuculus, an dan des”, cuentan que hasta el idioma turco pudo entrar, distorsionado el idioma “furlán”, en esta que se usaba para sortear quien tenía que capturar a los demas en el viejo juego del escondite. Los turcos en Friuli dejaron huellas también en el idioma, como los Unos en su tremendo pasaje.
Conciencias campesinas y destinos de todos los seres vivos, eran el “girotondo” de almas perdidas y de madres siempre intentas en aliviar las vidas de los demas, y las suyas también. Te embriagaban mas que el vino: “A fiaba de sior Intento/che dura poco tiempo/che mai no a se distriga/Vutu che te a conte/ o vutu che te a diga?” (¿El cuento del señor Intento/que dura poco tiempo/que nunca se termina/Quieres que te lo cuente/ o quieres que te lo diga?).
Se agarraba un diente de león cuando la flor ya había eclipsado y las semillas estaba en su máxima expresión: “Piva piva sona to mare te bastona/to pare le in preson/co na gamba a picolon”. ¡Poder del dialecto también! Era el juego de unas primaveras aún incipiente. La flor iba acompañando las estrofas de la nana. Inocencia con variantes dialectales, a cada curva una palabra nueva, en cada pueblo un sonido diferente.
El rey y el pobre eran protagonistas, el hambre y la miseria lograban conservar aun su humanidad, adentro de la brutalidad, de la eterna división entre siervos y patrones, ganadores y vencidos.
La “filastrocca” se quedó en nuestros oídos, siguen pasando frente a nuestros ojos, un imaginario perdido en la tabula rasa de nuestros sueños, de algunas pesadillas, en el recuerdo de un mundo así tan lejos y, al mismo tiempo así tan cerca.