Por: Wim Kamerbeek Romero / Para Inmediaciones
En círculos intelectual(oides) sucrenses, César Rojas es un escritor bien conocido por sus críticas a la sociedad sucrense. Con “La Ciudad Vagón: los hilos negros de la Ciudad Blanca” (2001) y el recorrido intelectual del autor, Rojas goza de amplio reconocimiento. Aunque “Multicrisis Global” (2017) apunta, como el título dice, a otra dirección -una reflexión amplia sobre los problemas que aquejan al mundo- es posible que los argumentos no sean nuevos, sin que eso no quiera decir que es un libro pedagógico y bien redactado. Cosa difícil en el mundillo intelectual boliviano, paceño.
César Rojas y Lo Político
A lo largo del libro, Rojas nos presenta una tensión con ideologías que él denomina “centrifugadoras”: desde una perspectiva histórica, el comunismo, el socialismo y el fascismo han puesto en amenaza a la consolidación de la democracia en el mundo occidental; desde una perspectiva geográfica, la democracia y los valores liberales han encontrado límites en el Islam y (también) el comunismo. Esto, como es de suponer, revela que el autor sostiene a lo largo del libro una defensa acérrima de la democracia, aunque en contraposición al, sobre todo, comunismo.
“Multicrisis Global” recrea algunas críticas que ya conocemos: el núcleo en la argumentación de Rojas está en la relación entre democracia y capitalismo. Que, en principio, la expansión del capitalismo permite las condiciones para la democracia aunque hoy –esto explica la multicrisis global- esta relación favorece considerablemente al primero. En palabras de Rojas: “(…) debido a la muerte del oso [comunismo], que derivó en la “embriaguez de la omnipotencia” capitalista, el equilibrio se empezó a desbalancear a favor de un repentino capitalismo agigantado (multinacional y globalizado), y precisamente a raíz de que este se iba haciendo más corpulento.”, “(…) A su sombra y bajo su influjo imperativo, la democracia se fue empequeñeciendo hasta el punto que la política devino en el arte de ocultar la impotencia justamente ante ese capitalismo vigoroso.” (pág. 158). Este desbalance explica, en gran medida, las seis crisis mundiales que la humanidad vive: geopolítica, europea, intercivilizatoria, medioambiental, económica global y del humanismo (Rojas presenta además, un análisis sobre América Latina en la última parte del libro).
No obstante, la argumentación de Rojas merece una mirada crítica. La atenuación es un tema recurrente en su argumentación y, probablemente, aquí se encuentre lo más confuso: si bien el autor es optimista en lo que respecta a las democracias en crisis –o sea, que a pesar de las crisis, la democracia se mantiene aun como paradigma- y que, en la lógica del autor, la única vía de consolidación de la democracia es la atenuación ideológica –en contraposición, obviamente, a las “ideologías centrifugadoras”- César Rojas no considera que la vía de renovación de las democracias modernas u occidentales, se encuentra justamente en lo centrífugo: ya sean los partidos ecologistas, los nacionalistas de derecha o bien los partidos piratas –tan de moda en Europa- su vigencia revela en los últimos años, la falta de renovación del centro político (principalmente la socialdemocracia, pero también el liberalismo), aunque también un nuevo fenómeno en los países europeos: el de la volatilidad, que quiere decir que en países europeos, los votantes ya no eligen a sus partidos de acuerdo a cuestiones de fidelidad ni compromiso, sino por una combinacion de un “creciente indice de felicidad con un saludable escepticismo respecto al poder” (Ver “Varietes of Democracy”, pero también estudios de Freedom House y The Economist al respecto), lo que por otra parte, favorece a los partidos mas centrifugadores, aunque todavía no toman el centro politico. Esto contrasta entonces dos puntos en “Multicrisis global”: a) que la democracia degenera no solo por su relación con el capitalismo, sino también porque su ciclo habría concluido, dando lugar al populismo, ultraliberalismo y mesianismo, en vez del pueblo, libertad y progreso como elementos constitutivos de cualquier democracia (pág. 149-150) y b) que, en la lógica de Rojas, por la vigencia de la democracia a pesar de las crisis, los movimientos ciudadanos que responden a un estado en crisis, son necesariamente atenuados porque se ha entendido que la atenuación “permite que la incertidumbre y la inestabilidad inherentes a las crisis, no evolucionen hacia conflagraciones bélicas en lo externo ni hacia revoluciones o guerras civiles en lo externo” (pág. 156).
El empoderamiento de la ciudadanía y el fracaso del centro
Para discutir los dos puntos mencionados, es necesario explicar primero qué entiende Rojas por democracia y por atenuación. Un concepto sobre democracia en “Multicrisis Global” es inexistente, pero se infiere que el autor la entiende como el resultado de la disponibilidad a negociar entre partes con alguna similaridad entre sí. Por atenuación (moderación), se entiende algo similar. Dice Rojas en su “narrativa de la atenuación”, que ésta permite la “negociación permanente y las compensaciones pactadas”, que gracias a ella, se tiene “una casa más habitable, pero todavía muchas habitaciones desvencijadas” (pág. 24). En otras palabras, Rojas es crítico: la democracia no ha sido lograda en todas partes, pero evita los radicalismos y estos solo conducen a un estado de crisis. Por esto será que el Islam es una suerte de “nuevo marxismo” (pág. 101), porque solo la democracia permite negociación, no el radicalismo.
Muchos de los puntos del autor parecen verdades irrefutables, pero no son siempre verificables. Creo, a diferencia de Rojas, que las crisis no se explican solo por la vigencia del capitalismo (“turbocapitalismo” en Estados Unidos) en relación a la democracia, sino también por el empoderamiento del ciudadano. Este punto debería conducirnos a replantear un concepto de democracia: ¿no sería necesario pensar a la democracia como ese momento en el que, conceptualmente al menos, un sistema se dota a sí mismo de otros sentidos? O sea, ¿la posibilidad de nuevos sentidos políticos? Este es el punto débil en la argumentación de Rojas: asume a la democracia como negociación, un punto en el que lo ideológico no importa, cosa que los todos los casos estudiados –Europa, Estados Unidos y Latinoamérica- refutan, porque ya sea el Estado de Bienestar, el Neoliberalismo o Socialismo del Siglo XXI fracasan o entran en derrota porque por un lado, sus centros políticos no responden a los márgenes que, al mismo tiempo, son más ideológicos y por otro, porque como tendencia general, los puntos de control ciudadano se multiplican por una evidente crisis de representación de, de nuevo, ese centro político. Cabe decir, en esta linea que una “atenuacion ciudadana” no existe per se, las condiciones exigirían mas bien mayor carga ideológica o discursiva en contra de un centro agotado. PODEMOS o SYRIZA, estudiados por Rojas, no pertenecen a algo atenuado, pero su vigencia radica en un permanente juego entre dotar de nuevo sentido a ese centro y jugar a tomarlo.
Es posible que, como dice Rojas, las democracias están vigentes a pesar de las crisis pero, más importante, es que la conceptualización –que puede cambiar de acuerdo a cada contexto- fracasa casi siempre que se intenta asumirla como proceso de negociación ya que, como la experiencia demuestra, la negociación implica a una parte y no al todo y acelera cualquier proceso de deslegitimidad porque, contraria a su concepto original y motivo de desgaste en las democracias occidentales, acaba por ser una “cuestión de pocos”. En suma, es la centrifugación la que permite la renovación en la política, mientras que la atenuación –al menos, lo que se desprende del razonamiento de Rojas- favorece a grupos de poder y legitima algo así como a lo tecnocrático y lo neoliberal, algo a lo que Rojas se enfrenta constantemente porque es como una “degeneración del liberalismo”.