Carlos Decker-Molina
Cuando escribo estas líneas las tropas rusas no habían capturado aún el centro político y administrativo de Kiev. La resistencia de las FFAA de Ucrania rompió el concepto de guerra relámpago con la que Putin pretendía “liberar” a Ucrania.
Como toda guerra tiene algunos antecedentes que es necesarios verlos para comprender, que, no es lo mismo que justificar la guerra.
¿Cuáles son los antecedentes de esta locura?
Los antecedentes tienen dos vertientes, una de ellas es la historia y la otra, la política.
La historia
El imperio ruso se extendió desde el siglo 16 por las llanuras euroasiáticas y sufrió la embestida de polacos, lituanos, suecos, francés, británicos y alemanes. El nuevo imperio formado por Lenin sufrió los ataques de 14 potencias aliadas que intentaron derrocar al nuevo régimen entre 1917 y 1921.
Mis amigos y excolegas periodistas rusos, algunos viven en Suecia y otros radican en Rusia, unos más deslavados del nacionalismo ruso que otros, tienen un substrato histórico y diría psicológico con raíces en la Rusia de Pedro el Grande y de Catalina, pues, todavía me dicen: “¿Acaso no seguimos siendo una potencia nuclear?”. Es decir, la ideología no juega ningún rol. Lo que se pretenden decir es que “nadie le lleva el apunte a un país que aún tiene armamento nuclear”, además, señalan: “nos rodean por los cuatros costados”
El lenguaje de Putin no fue nunca socialista ni comunista a pesar de haber sido soldado de la URSS en el frente del espionaje en la DDR.
Su retórica es paneslava muy parecida a la de los nacionalistas del siglo 19 que hablaban del “alma rusa” y de “los valores morales y espirituales” como oposición filosófica al “materialismo de occidente”. Por eso Putin lo primero que hizo fue establecer una alianza con la iglesia ortodoxa rusa como forma de combatir el liberalismo occidental, lo que incluye la democracia.
Putin acuñó el término “Russkii Mir” (la paz rusa) un legado espiritual de la Rus de Kiev del siglo 19 que se rompió con la independencia de Ucrania que buscó un nuevo tipo de existencia. Putin convirtió la Russkii Mir en una parte importante de su política exterior.
Alguna vez el líder ruso se atrevió a vaticinar “Ucrania se convertirá en el campo de batalla del choque de civilizaciones”.
Antes de las tensiones de las últimas semanas, esos amigos y colegas me decían: “Dejen de moralizar” y “No jodan con Crimea. Al fin y al cabo, fue parte del Gran Imperio Ruso. Hay un tratado suscrito por los otomanos que testimonia la entrega de Crimea al reinado ruso de Catalina la Grande de 1783”.
Ucrania recibió Crimea como regalo de Jruschov el año 1954, conmemorando el 300 aniversario de la unificación de Rusia y Ucrania en el Tratado de Pereyáslav de 1654. En ese momento se creía que la Unión Soviética sería eterna.
Las razones políticas
Si Putin pudiese, retrocedería la historia a 1990, el último año con las fronteras dibujadas en Yalta.
Esas fronteras aseguraban la existencia de la Unión Soviética con una Rusia hegemónica y sus satélites en el Báltico y la Europa del este. Desde la implosión de la URSS en 1991 las cosas han cambiado. Los primeros en liberarse y adherirse a la Unión Europea y a la OTAN fueron Polonia, Hungría y Chequia, les siguieron los tres países bálticos (Estonia, Lituania y Letonia) los otros países exsocialistas lo hicieron después. Lo que implica en geopolítica que, las fronteras de occidente (liberal, democrático, con gays y leyes de género) se hallen, en algunos casos, a pocos minutos de un cohete nuclear de mediana distancia que caería teóricamente en el Kremlin.
Putin quiere asegurar sus fronteras porque considera que la rusofobia occidental se ha recrudecido desde la “recuperación de Crimea”. Putin considera la ampliación de la OTAN como una amenaza armada, sobre todo de EE. UU. contra Rusia. Por eso dice que no le interesa la voz de la Unión Europea (UE) sino la del “amo estadounidense”.
Esta tesitura putinista no es nueva, occidente escuchó sin darle demasiada importancia, el 10 de febrero de 2007 en la Conferencia de Seguridad Europea en Múnich, cuando Putin dijo: “La expansión de la OTAN hacia el este es una agrave provocación contra Rusia”.
La desconfianza en aumento
Es muy probable que la juventud de hoy no haya visto las fotos, o las grabaciones televisivas de dos jefes de estado tapándose las caras para ocultar sus carcajadas. Bill Clinton y Boris Yeltsin fueron o aparentaron ser los más grandes amigos en los 90’ hasta la Conferencia de Seguridad Europea celebrada en Budapest en 1994. En esa ocasión la OTAN puso en evidencia su plan para Hungría, Polonia y Chequia. Clinton dijo:
“Ningún país tiene derecho a vetar la ampliación de la OTAN”.
Más entristecido que enojado Yeltsin llamó a Clinton por teléfono para decirle:
“Si debiésemos ser amigos. Europa y EE. UU. no se han liberado de la herencia de la guerra fría. ¿Por qué sembrar la semilla de la duda? Si ya no somos enemigos, somos “partners”.
Todo comenzó en la cumbre entre Mitterrand (Francia) y Kohl (Alemania) con Rusia, ¿qué prometieron a Mijail Gorbachov? No hay documentación.
Lo que hay es un protocolo de febrero de 1990, cuando el entonces Secretario de Estado de los EE. UU: James Baker, a propósito de la reunificación de Alemania, había hecho una promesa a Mijail Gorbachov, no emplazar tropas de la OTAN en territorio de la ex Alemania comunista. Gorbachov confirmó el acuerdo verbal y protocolado, en una entrevista en 2004.
Warren Christopher el sucesor de James Baker en su libro “In the stream of history”, sostiene que la estrategia estadounidense, era a largo plazo, es decir la ampliación de la OTAN se produciría más tarde que nunca.
Yeltsin, en su momento, recordó que, en octubre de 1993, Christopher, le había informado que la OTAN y los países exsocialistas iban a formar lo que en inglés se llama partenership for peace, lo que no implicaba ser miembros del pacto militar.
Yeltsin consideró que los EE. UU. al ampliar la OTAN hacia el Este, no cumplía con su promesa. Los estadounidenses dicen ¿Qué promesa? No hay documentos que evidencien. El actual Secretario de Estado de los EE.UU. Antony Blinken a propósito dice:
“La diferencia es que leemos la historia de manera diferente”.
En 2004 estuve en Moscú en misión periodística, Putin iba a viajar a México, por primera vez a un país latinoamericano.
Mis colegas me reclamaron, como si yo fuera un representante de occidente, por la arrogancia europea y sobre todo la estadounidense luego de la caída de la URSS y con ella el Pacto de Varsovia. Su reclamo llegaba a preguntar retóricamente:
“¿Si no hay Pacto de Varsovia por qué sigue existiendo la OTAN?”
Éste es el reinicio de la desconfianza rusa, pero, es mi generación, la nacida en los 40, la que reclama un “equilibrio”.
La generación post Unión Soviética piensa de otra manera porque ha crecido en libertad, con viajes al exterior, en democracias a veces no tan parecidas a las occidentales, pero, incomparablemente mejores que las llamadas democracias populares de la URSS.
¿Qué hechos acentuaron la desconfianza?
La guerra de Yugoslavia.
El bombardeo de los EE. UU. a Serbia en defensa de Kosovo, sin mandato de las NN.UU. provocó una disputa telefónica entre los viejos amigos Clinton y Yeltsin. Serbia es un histórico aliado ruso por cristiano ortodoxo y por ser ambos países eslavos.
“Claro que seguiremos hablando entre nosotros, pero no será en los términos amigables de antes”, le dijo Yeltsin a Clinton por teléfono.
Washington ha usado muchas veces el expediente militar para lograr sus objetivos estratégicos.
El otro mal ejemplo de occidente se produjo después del ataque terrorista a las torres gemelas. EE. UU. invadió Afganistán, Putin apoyó a su colega Busch en la esperanza de aliarse en una lucha común contra el terrorismo (Putin dirigía la guerra contra Chechenia y sus islamitas) y retornar a la mesa de la “amistad”.
Cuando EE. UU. e Inglaterra decidieron invadir Iraq el 2003 sin mandato de las NN. UU. Putin se dio cuenta que, antes que luchar contra el terrorismo, el motivo era controlar el petróleo iraquí. Se dice que el ruso se sintió engañado como pelele.
El tristemente célebre multilateralismo, en la práctica, se estaba convirtiendo en unilateralismo, de acuerdo con la interpretación de Putin y de politólogos independientes.
Luego llegó la confirmación del unilateralismo con la intervención armada en contra de Libia, otro aliado ruso.
Ucrania
Al este está Rusia, al oeste la Unión Europea (UE) y al medio como el jamón de un emparedado está Ucrania. Un país que perteneció a la Federación de tribus eslavas de Rus de Kiev una geografía que abarcaba una extensión que iba desde el mar Báltico en el norte hasta el mar Negro en el sur. Luego pasó ser parte de la geografía de polacos, otomanos, austríacos y sobre todo rusos.
Ucrania fue parte del Gran Imperio Ruso hasta la revolución bolchevique que consolidó esa geografía con la creación de la república socialista soviética de Ucrania. Esa geografía no incluía la península de Crimea que era reclamada por el gobierno soviético de Kiev muy a sottovoce. Hasta que Jruschov se las “regaló” en 1954, bajo el principio de la “eternidad de la URSS”.
Ucrania que quiere decir frontera o periferia, deriva de la palabra rusa okraina es una planicie muy problemática. Separar Ucrania de Rusia fue la máxima prioridad de los alemanes de las dos guerras, se consideraba que era la única manera de conseguir la derrota de Rusia.
En los inicios de la república independiente de Ucrania, luego de la desaparición de la URSS, mantuvo muy buenas relaciones con el gobierno de Yeltsin. Moscú pagaba una suerte de alquiler por el uso del puerto de Sebastopol en el mar negro donde está una de las flotas más grandes de Rusia.
Fue en 2012 cuando el gobierno corrupto de Yanukóvich estuvo a punto de suscribir un acuerdo con la Unión Europea que Putin ordenó al presidente de Ucrania retractarse del acuerdo, lo que implicó la revuelta popular de Maidan que se conocen como el “euromaidan”, cobró la vida de cien personas, cabe recordar que se entremezclaron grupos de ultraderecha ucraniana muy antisemita que sirvió de pretexto a Putin para calificar a los gobiernos posteriores al “euromaidan” como nazifascistas.
En 2014 Yunukóvich huyó a Rusia y cayó el último gobierno controlado desde Moscú, fue entones que Putin se adelantó a cualquier paso que diera Ucrania con dirección a occidente y “recuperó” la península de Crimea.
Occidente sancionó económicamente a Rusia y la echó del G8. La venganza llegó con el triunfo del conservador estadounidense Donald Trump a quien Putin lo ayudó “cibernéticamente”, aunque lo nieguen ambos, quizá no fue una victoria total, pero, fue la seña que enviaba a occidente sobre todo a EE. UU. “A Rusia no se la puede condenar a la esquina de los imperios desaparecidos”.
La “desnazificación” de Ucrania y el “genocidio de rusos”
Putin justifica la intervención militar bajo el pretexto de “desnazificar” a Ucrania y vengar el genocidio de rusos en el Donbás.
¿Es cierta esta afirmación? No. Putin recurre al imaginario ruso de la segunda guerra. Muy seguro de su “verdad” dijo: “Lo más despreciable es que a los rusos que habitan en Ucrania se les obliga no solo a negar sus raíces y a generaciones enteras de antepasados, sino a creer que Rusia es el enemigo. No es exagerado decir que la vía de la asimilación forzosa, la formación de un Estado ucraniano étnicamente puro y agresivo con respecto a Rusia tendrá las mismas consecuencias que si se emplearan armas de destrucción masiva contra nosotros”.
¿De dónde viene esa justificación?
Es una manera de justificar sobre todo ante el pueblo ruso la intervención militar a Ucrania, un país hermano que es de origen eslavo. Putin evoca la memoria colectiva de la Segunda Guerra que los rusos la llamada la Gran Guerra Patria. La noción de genocidio y limpieza étnica contra los rusos separatistas de Donbás es un ataque del exterior a Ucrania y lo que hace él no es invadir, ni intervenir sino defender a sus hermanos eslavos.
Esta tesis se la cree la izquierda, sobre todo la menos informada, pensando que Putin es un viejo comunista antifascista, cuando hoy sus alianzas en Europa son con la extrema derecha.
Adam Casey politólogo especializado en Rusia recuerda que Putin hace uso de la expresión Reichkommissariat Ucrania que es el nombre con el que los nazis de Hitler se establecieron en Ucrania donde hubo un grupo nacionalista ucraniano que colaboró. Unos historiadores dicen que ese grupo ucraniano dirigido por Stepan Bandera se alió con los alemanes como una forma de independizarse de la Rusia de Stalin, pero, tarde se dio cuenta que fue usado por los nazis.
Los ucranianos tampoco olvidan que murieron 5 millones luchando contra los nazis, que, a su turno eliminaron a 1,5 millones de judíos, uno de ellos es el abuelo del actual presidente Volodymyr Zelensky.
Tampoco se olvidan el castigo de Stalin, el Holodomor o la Gran Hambruna que cobró la vida de 3.5 millones de ucranianos.
El emblema del grupo nacionalista de Stepan Bandera apareció en la revolución de euromaidan, un grupo más junto a los otros grupos nacionalistas y liberal- europeístas, que hicieron posible la huida del último presidente proruso de Ucrania.
La diplomacia de los monólogos yuxtapuestos
La diplomacia, de acuerdo con una definición popular, es el método para hacer cree al enemigo que ganó en la mesa de negociaciones.
Todos los contactos diplomáticos previos a la guerra, fueron monólogos yuxtapuestos.
A Putin no le interesaba un arreglo diplomático. Hay que preguntarse ¿Cuál habría sido? ¿La neutralidad de Ucrania, como la sueca? ¿La Finlandización de Ucrania?
Para el mundo de Putin y su principio de la “paz rusa” no eran soluciones que calzaban a su estrategia, pero, se entreabrió una puerta para la negociación y fue gracias a la palabra “indivisibilidad”
¿Qué es la indivisibilidad de la seguridad?
El País de España publicó (miércoles 3 de febrero) dos documentos importantes. La respuesta de los EE. UU. y de la OTAN a Rusia.
En esas filtraciones hay un concepto que deviene en el más importante, no solo porque se vuelve actual sino porque figura en el documento suscrito en Astaná (Kazajistán) cuando la cumbre de la Organización de Seguridad y Cooperación Europea (OSCE) en 2010.
El presidente de Francia, por su parte, consideraba que el entuerto internacional debía “volver a la Carta de Paris 1990” donde también estaría la palabra mágica, pero no me consta. Se sostiene, tampoco me consta, que se repite en el documento de Estambul de 1999.
Los documentos filtrados por El País muestran una diferencia. Mientras Washington está dispuesto a discutir con Rusia el concepto de indivisibilidad, la OTAN no se refiere a la palabra de marras.
Se denomina indivisible a aquello que no se puede dividir. Por dividir, en cambio, se entiende la acción de separar partes, o distribuir o partir y repartir entre varios algo que se puede separar por porciones.
La seguridad de un país no puede separarse por porciones, porque hacerlo significaría poner en peligro al país vecino.
En el texto filtrado por El País se lee: “Moscú incluyó en el artículo primero de su borrador de tratado la indivisibilidad de la seguridad y alega que una eventual entrada de Ucrania en la OTAN afectaría su seguridad”.
Por consiguiente, el transgresor de la indivisibilidad es la OTAN y lo que hace Rusia es señalar la transgresión como argumento de su tesitura.
La estadounidense fue ratificada por Victoria Nuland, Subsecretaria de Estado de asuntos políticos:
«Todos creemos en la indivisibilidad de la seguridad. Eso ha estado en todos nuestros documentos fundacionales todo lo que hemos acordado».
El entuerto surge en la interpretación del concepto, porque los rusos consideran que una membrecía ucraniana a la OTAN es un atentado a la indivisibilidad. Los EE. UU. piensa de otra manera. Victoria Nuland lo dice con cierta claridad.
«Nuestra preocupación es que en realidad es Rusia la que está amenazando la indivisibilidad de la seguridad. Es Rusia la que ha invadido Georgia, la que tiene tropas en Moldavia contra la voluntad de ese gobierno y la que se ha anexionado Crimea e invadido el Donbas».
Occidente pudo haber reaccionado en 2007 después de la Conferencia de Múnich el 10 de febrero del mismo año cuando Putin se quejó del “acorralamiento” que sufría Rusia. Ayer fue demasiado tarde.
El desmembramiento de Ucrania auspiciado por Moscú “para proteger a la población rusa” fue exactamente lo que Putin hizo en 2008 en Osetia del Sur y Abjasia. O sea que Occidente tenía el antecedente de lo que iba a pasar en Ucrania
Los líderes pro-rusos como Denis Pushilin y Leonid Pasechnik de las autodenominadas repúblicas populares, ambos militantes del Partido Rusia Unida con mayoría en el parlamento (Duma) pidieron hace días ser reconocidos como estados por parte del Kremlin, que era llamar a la guerra.
¿Cómo explica Putin su jugada geopolítica de ocupar un territorio ajeno?
Denis Pushilin el líder ruso (o pro-ruso) de Donestsk (RPD) pidió en Moscú (en nombre de su pueblo) el reconocimiento y tratado de amistad y colaboración con Rusia.
Occidente parece extrañarse, si pasó exactamente lo mismo en 2008 cuando “los pueblos” pidieron a Moscú ayuda y reconocimiento de Abjasia y Osetia del Sur.
Una fuente rusa.
Alexei Markarkin es un politólogo, citado por un medio sueco, llama la atención sobre el hecho de que tanto la RP de Donestsk como la RP de Lugansk, en sus constituciones sostienen que su territorio coincide con el territorio total de las regiones, por lo que el reconocimiento de ambas (ya es oficial) plantea incertidumbres, amenazas y peligros sobre el resto de Ucrania, lo que incluye (ya no Crimea que ya está en Rusia) sino otro puerto importante como es Mariúpol en el mar de Azov. O sea, el control total de Ucrania era cuestión de tiempo.
La intervención brutal de estos días no debió caer de sorpresa en el mundo occidental.
La quinta rueda del carro
Europa para Rusia es la quinta rueda del carro o incluso el payaso del circo occidental, por eso el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia Nikolái Pátrushev dijo:
“Solo se puede conversar con los EE. UU. porque los otros (Europa) harán los que Washington les diga”
Putin juega a destruir la Unión Europea y hay posibilidades de éxito sobre todo después de la pandemia. La derecha aumentó su caudal electoral aliada con los movimientos anti-vacuna.
Esta derecha es aliada de Putin porque coinciden en el antiunionismo europeo y con el autoritarismo democrático ruso y chino (muy de moda en América latina como Venezuela, Nicaragua y Bolivia).
Josep Borrell socialista español (catalán) es el Alto Representante de Política Internacional de la UE, dijo:
“Treinta años después del fin de la Guerra Fría afrontamos un decidió esfuerzo para redefinir el orden multilateral. El resultado de esta lucha definirá si nos mantendremos en un sistema multilateral centrado en las Naciones Unidas, con normas internacionales y derechos universales, o si esto será reemplazado por un orden multipolar basado en el poder, con zonas de influencia y actitud relativista con respecto a los derechos humanos”.
Borrell ya tiene una respuesta y es el documento conjunto de Rusia y China que tiene la pretensión de revisar el orden mundial.
Los rusos y chinos ya tienen adeptos en la Unión Europea, en Oriente Próximo, África y América latina.
Además, existe la posibilidad de formar un eje ruso-chino de cara a hegemonizar el Euroasia.
Para terminar.
El retraso de las fuerzas invasoras de Putin a Ucrania se debe a dos factores. La modernización del ejército ucraniano que posee armas defensivas modernas donadas por occidente y la antipatía de la población joven contra Rusia.
La juventud aprendió a vivir en democracia, con economía de mercado, prensa libre y sobre todo con libertad, sin control político del estado.
Además, llegaron informes de que Rusia mandó reclutas, las fuerzas de élite son solo un puñado.
No quiero escribir sobre los aspectos de la economía, ni de las repercusiones económico-financieras de las sanciones, porque son temas que no conozco en profundidad.
Lo único, señalar la opinión de un economista sueco: “la globalización no permite la efectividad práctica de algunas medias contra la economía y las finanzas de Rusia”.
Luego de las nuevas sanciones del pasado domingo 27, como la eliminación de Rusia del sistema swiff y las sanciones directas al Banco Central de Rusia, han cobrado un carácter más eficaz.
Los países dependientes del gas ruso como Alemania, Rusia, Hungría, Francia han decidido adquirir gas de otros mercados.
En el frente político-militar.
Hoy lunes 28 (cuando se escribe este texto) deben reunirse en la frontera de Bielorrusia y Ucrania las delegaciones de Rusia y Ucrania. El presidente de Ucrania no tenía muchas esperanzas.