Según UN-Habitat casi el 90% de la población del Cono Sur vivirá en ciudades en el año de 2020. Según el censo 2012, la población urbana en Bolivia está por encima del 68% y para el 2030 llegara al 73%. Santa Cruz tendrá 3,5 millones de habitantes; La Paz 2,1 millones; Cochabamba tendrá 1,6 millones. Este acelerado proceso de urbanización plantea múltiples desafíos a las urbes en general y a las regiones metropolitanas en particular. Uno de ellos es el Transporte Público Masivo (TPM).
La encuesta del PNUD (2015) realizada en los en los 20 municipios que conforman las áreas metropolitanas de La Paz, Santa Cruz y Cochabamba, afirma que los ciudadanos no están satisfechos con el servicio de transporte, que se expresa en la falta de cordialidad y el maltrato al recibir el servicio (46%), la inseguridad (44%), el tiempo que se tarda en llegar a destino por el caos (39%) y el costo (33%) . De esta manera el transporte y los transportistas se llevan la flor de los “más odiados”.
Esta condición de impopulares es usada por varios alcaldes para descargar en este sector sus frustraciones y fracasos. Por ello, cada vez que su popularidad está en bajada, los burgomaestres alientan confrontación con este sector para subir su aceptación entre los ciudadanos. Lo cierto es que al final terminan favoreciendo a “los odiosos” y no solucionan el TPM.
Este docenio de bonanza ha sido desperdiciado por el gobierno para contribuir a dar una solución estructural al TPM y más bien ha fomentado las fronteras abiertas para que autos de toda marca, legales y chutos, invadan el parque automotor. Según el INE (2016) de los 1,7 millones de vehículos registrados en toda Bolivia, el 92% son coches particulares; el 6%, público, el 2%, oficial. Y para colmo el 60% tiene más de 10 años de uso.
En este marco y aprendiendo de lecciones nacionales e internacionales sobre el TPM, los desafíos que tienen las autoridades para afrontar estratégicamente este asunto se resumen en los siguientes.
- Dejar la mentalidad del fierro y el cemento. El PumaKatari de La Paz, no es un sólo un bus ni una vía de asfalto. El Puma es una apuesta a la cultura del respeto, de la seguridad y de la dignificación del ciudadano y el servicio.
- Dejar de pensar que la solución vendrá sólo con la intervención del sector público. Las alianzas público-privadas son centrales para garantizar la sostenibilidad del servicio y que no se vuelva en una fuente de subsidio y empleomanía destructora.
- No hay solución mágica. Cada realidad debe buscar la solución en base a su propio contexto y a las lecciones de más de 193 ciudades que, en el mundo, tienen sistema de corredores de TPM.
- Si no se integran los servicios de buses, trenes, trolebuses, teleféricos y transporte en bicicleta, el fracaso o el estancamiento están asegurados. Sólo los servicios articulados garantizan un TPM eficiente. Sin embargo, al ser un objetivo estratégico, este no debe ser un obstáculo para empezar.
- La solución del TPM requiere de un pacto, público y privado, que trascienda los gobiernos de turno y se convierta en un desafío común y compartido para los próximos 30 años.
- Como todo desafío, no basta la decisión sino la dedicación. Varias trasformaciones interesantes se han caído, por la ausencia de este factor, que hace que el servicio caiga y pierda su aceptación en la ciudadanía.
- Finalmente, el TPM requiere de fuentes de financiamiento intergubernamental, público-privado y de una institucionalidad que garantice la planificación, la implementación, la evaluación y los ajustes en el corto, mediano y largo plazo.
El estudio sobre el Índice de Movilidad Urbana (2014) liderado por la Unión Internacional de Transporte Público (UITP), evaluó 84 grandes ciudades del mundo. Se evaluó 19 aspectos y ubica a Hong Kong como la primera con 58,2 puntos. El estudio, incluyó a 9 ciudades latinoamericanas y, debido la integración del sistema de transporte que incluye diferentes modos de transporte: bus, metro, tranvía, pero también medios individuales compartidos como las bicicletas públicas así como medios bajo demanda como Uber, Santiago de Chile, en Sudamérica, ocupa el primer lugar con 47 puntos, seguido de Bogotá, Sao Paulo; Rio de Janeiro y Curitiba.