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¿Tiempo político de Carlos de Mesa?

 Sin ninguna duda el caso Quiborax y la vocería pro-mar fueron sucesos que permitieron recuperar la visibilidad de Carlos de Mesa ante la opinión pública y por ende, como catapulta para saltar a la arena pre-electoral en una micro-coyuntura critica como efecto del desconocimiento de los resultados del 21F. Ahora bien, más allá de las circunstancias, digamos, “fortuitas” para el candidato de Comunidad Ciudadana, cuales le han otorgado – de acuerdo a encuestas- una posición privilegiada en la preferencia de la gente como ningún otro candidato del campo opositor desde hace más de una década ¿es acertado plantear que es su tiempo político? Antes, es necesario identificar algunas evidencias  para luego inferir una hipótesis.

De acuerdo al Latinobarómetro 2018, la pregunta con respecto a Bolivia ¿Con cuál de las siguientes frases está usted más de acuerdo? la opción “La democracia es preferible a cualquier otra forma de Gobierno” obtuvo un 53% de apoyo, a diferencia del 2009 que tuvo el pico más alto de apoyo: 71%. Esta diferencia de 18 puntos después de una década de Gobierno del MAS, constata, pues, una lesión en el imaginario nacional con la democracia: la herida social predominante es el debilitamiento de la democracia entendida como cumplimiento de reglas de juego.

Fernando Molina en su columna “Una sociología del Mesismo”, plantea que el Mesismo, y Mesa por supuesto, “representan políticamente a una parte bien delimitada de las elites sociales bolivianas”. Para justificar su idea,  describe el perfil de sus principales dirigentes: “todos ellos pertenecen a la intelligentsia nacional: periodistas, editores, académicos, ex funcionarios internacionales y ex diplomáticos”. Desde esta perspectiva: ¿puede considerarse a los sectores indígenas-populares como su talón de Aquiles?

De acuerdo a datos del Órgano Electoral Plurinacional, el año 2014 fueron habilitadas para votar 1.533.638 personas en Santa Cruz. Teniendo en cuenta  que es el departamento donde se recibe mayor migración en el País, se constituye hoy en un caldo de cultivo para cualquier fuerza política que aspire dirigir el Estado. El lugar donde Comunidad Ciudadana tiene una amplia base social de clase media. Sin embargo, al revisar los datos del Atlas electoral de Bolivia (tomo IV), se encuentra que el MAS fue primera mayoría  en 8 provincias de Santa Cruz en el 2014 y sacó el 48,99 % de los votos en todo el departamento.

En síntesis: el posicionamiento mediático de Carlos Mesa como ningún otro candidato del campo opositor -según la reciente encuesta publicada por el diario Página Siete a principios del mes de marzo, Morales obtiene un 31% de preferencia y Mesa el 30%-, más, su discursividad acorazada de republicanismo; empero, su condición de candidato natural de la clase media cuando lo indígena-popular aún es predominante, además que Santa Cruz se ha constituido en un bastión del MAS en la última década como efecto de las inversiones públicas en los más de cincuenta municipios, son factores a tomar en cuenta.

Ahora la hipótesis: si Mesa en los siguientes meses es capaz de articular diversos sectores populares y condensar o politizar a sectores indígenas para constituirlos en nuevos sujetos políticos con un relato eficaz que inste a volver a creer en la democracia, se podrá constatar   que es su tiempo político; de lo contrario, sólo se lo considerará como un actor político de moda, admirado por determinados estratos de la sociedad boliviana.  

¿Tiene peso moral y capacidad estratégica para generar un corto circuito en el proceso de cambio en el mediano plazo?

José Orlando Peralta B. / Politólogo

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