Maurizio Bagatin
La Paper Mate solo se desliza por una firma, es la firma a un papel bancario. Una condena o una salida del túnel, pero el banco gana siempre, como en la ruleta de un casino. Unas líneas azules que sigue nuestra caligrafía, más allá de lo cuneiforme y de nuestra huella digital, y como la sangre que revela parte de nuestro genoma humano. La Paper Mate sella el contrato entre el cielo y la tierra.
Pueblos imaginarios surgen con las letras, marchando a paso firme a través del lenguaje. La madre fue aquella del nombre impronunciable: Yoknapatawpha. Tierra dividida. ¿Fueron Kafka, junto a Faulkner, en someternos a lo real fantástico? Donde nos llevaron a frecuentar estos imaginarios colectivos, estos escritores; un día surqué Comala, el siguiente Sapukái, todos existen y no existen, fantasmas y sueños, pesadillas y polvo. Despiertas y respiras Tocaia Grande, cacao y muerte. Viajas y te recibe Macondo, invención de lo más real y maravilloso de los mitos; conectado el pueblo de Santa María que se enfrenta a la luna llena y a los últimos lunáticos sobre la tierra. El viaje de Italo Calvino llegó hasta aquí, lo invisible se hizo certero y palpable; sigue el claustrofóbico encierro en la Fortaleza Bastiani del teniente Giovanni Drogo, Borges lo observa desde aquel Aleph con la sola presencia de Beatriz Viterbo, seguro que ahí los tártaros llegarán pronto. Y Tirinea, nuestra posibilidad, ahí en el profundo sur donde “la vida es la metáfora más feliz de la muerte”.
“Cuando uno tira una hoja al agua y la hoja se queda allí bastante tiempo, el tejido desaparece y las delicadas fibras ondulan lentamente como el movimiento del sueño”, reaparecen otros lugares imaginarios, algunos hechos de nuestras lecturas, otros de nuestros viajes, siempre los del eterno viaje de nuestras memorias y de nuestras imaginaciones. Un día fue Villa Rosa, sin lugares comunes, desnudando Tarija a la sombra de furtivas copas de vino. Desde siempre perseguimos estos lugares, y ellos nos persiguen.
¿Cuál será el precursor de todos estos imaginarios?, ¿Ítaca, los jardines colgantes de Babilonia, la búsqueda de Utopía que el ser humano ha abandonado? Viajamos desde cuando niños irreducibles combatíamos entre Héctor y Aquiles, recorriendo senderos y tomando atajos.
La Paper Mate sigue deslizándose, en mi pueblo nunca hubo un banco, de niños imaginábamos pueblos lejanos y cuando no los hubo, los construíamos sobre los árboles, debajo la tierra, atrincherados detrás de fortalezas soñadas. Pueblos del mismo nombre, pueblos fuertes y seguros, pueblos invencibles. Me queda el reloj a cadena, una bicicleta y el bolígrafo Paper Mate.
Imagen: Angelo Giannelli, Paisaje, 1967
