Jorge Lizarraga Torrico
¿Cuántas veces hemos oído tanta estupidez junta? Siempre, sea interna o externamente, es más, existen voces de todo y para todo y solo depende del gusto para decantarse, pero en materia de relaciones internacionales hablar mal de tu vecino puede jugar muy en contra de tus propios intereses.
Claro está que Bolivia perdió su derecho al acceso soberano al océano pacifico respecto de territorio invadido tanto de hecho y por derecho, como en un artículo en su momento fue descrito, y cómo categóricamente podríamos afirmar perdimos ese derecho y fue por ensimismados, en ambos casos luego de habernos emborrachado días antes, el primero por carnavales y antes de la perdida “de hecho” y la otra embriagados de poder pensando que por ser Estado Plurinacional el derecho internacional iba a fallar a favor nuestro, resultado final, dejar sin efecto e ipso facto el Artículo 267 de la NCPE, que recordando señala: ”. I. El Estado boliviano declara su derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le dé acceso al océano Pacífico y su espacio marítimo. II. La solución efectiva al diferendo marítimo a través de medios pacíficos y el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio constituyen objetivos permanentes e irrenunciables del Estado boliviano”.
Este último parágrafo, que es consecuencia del primero, sin efecto vinculante hacia terceros, dado de que es jurídicamente improbable que un Estado y menos el chileno resuelva efectivamente el diferendo marítimo cuando de hecho y por derecho ya está resuelto, ¿verdad?
Ahora bien, e independientemente de que sabemos que el comercio internacional desde el pacifico para Bolivia se mueve por el norte chileno y es esta región chilena que se desarrolló y desarrolla y progresa por nosotros, en estos momentos donde se dice que el cambio de timón virará hacia el lado de potenciamiento del comercio, exportaciones e importaciones y donde el afianzamiento entre Estados es fundamental, resulta que un candidato presidencial de Chile por el Partido Nacional Libertario (PNL), Johannes Kaiser, durante un acto de campaña prometió, que si llega a la silla presidencial, cerrará la frontera con Bolivia para evitar que continúen ingresando al Estado Plurinacional los autos robados en su país, señalando como advertencia y amenaza que: “Vamos a cerrar la frontera con Bolivia, se acabó el chistecito de Bolivia. En Bolivia no van a volver a rematar nunca más un auto chileno, nunca más y si lo vuelven a hacer, si nos vuelven a humillar de esa manera, les puedo asegurar que en La Paz lo van a pasar muy mal y le van a tener que cambiar el nombre de la capital porque La Paz no va a ser”, dijo.
Recordando que este personaje animado hace unos días, también hizo una advertencia al nuevo presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz, señalando: “A la hermana República de Bolivia que acaba de elegir al nuevo presidente, que supuestamente es de derecha, lo siguiente: a mí no me interesa si usted es de derecha, centro, izquierda, de arriba o de abajo; usted nos va a ayudar en el tema de la reconducción de los extranjeros que se encuentran en Chile o les voy a cerrar la frontera”, amenazó entonces.
Respecto de tanta estupidez a lengua suelta y junta, habrá que recordar al candidato chileno, que si se trata de proteger los coches chilenos, su territorio y su mano de obra tendría que leer y revisar muy bien la historia y su desenlace a la fecha, por ejemplo, la importancia para su país de que Bolivia utilice puertos chilenos y el intercambio de comercio hacia y con Bolivia a pesar del incumplimiento del tratado de 1904 en varios asuntos y la vergüenza entorno al ACE 22 que si bien es una herramienta potencialmente beneficiosa para Bolivia, su éxito depende de una estrategia de implementación efectiva que aborde los desafíos históricos y promueva activamente la participación de las empresas bolivianas en el mercado chileno; el progreso productivo gracias a mano de obra como la boliviana y evidentemente la existencia de autos chutos que provienen desde sus puertos y es parte del problema.
Ahora bien y para poner paños fríos al asunto, es preciso y transcendental señalar: la política interna de cada Estado debe respetarse así como las decisiones que sus gobernantes asuman; Bolivia desde 1992 con el Tratado de Ilo, acordó con su par peruano que nuestro país tenga acceso al Océano Pacífico a través del Puerto de Ilo, con el objetivo de impulsar el comercio exterior boliviano, siendo que a la fecha dicho instrumento del derecho internacional público ha sido actualizado y ampliado en diversas ocasiones, permitiendo a Bolivia el uso del puerto y la creación de una zona franca, pero no por ello habiendo renunciado a mantener al menos el hacer uso de puertos chilenos para el comercio internacional y aun ello, y a pesar de los avances, hay desafíos pendientes en relación a Ilo, como la infraestructura para barcos de gran calado y la operativa del puerto debido a marejadas, sin embargo también se han suscrito posteriores declaraciones y protocolos complementarios, como la «Declaración de Ilo» de 2010 y el «Protocolo de Ilo», que han buscado reforzar y ampliar los acuerdos iniciales, por tanto una salida a mediano y largo plazo que las gestiones gubernamentales entrantes y siguientes deberán reforzar y afianzar relaciones con Perú y discutir seriamente con Chile, pero en ambos casos y por favor, sin emborracharse.
Respecto a nuestro par chileno, no debemos olvidar el hecho y el derecho respecto al acceso al océano pacifico, así como que Business is business y que el país mapuche si bien no pudiera hoy por hoy sentarse a hablar de soberanía territorial, sí debe hablársele claro y en especial sobre el incumplimiento del tratado de 1904 que como se manifestó en varias ocasiones ello debió haber sido motivo de confrontación legal y no así remontarnos a la historia que en derecho poco o nada importa y cuyo fallo ocasionó una lesión irremediable a los intereses patrios, y que si su interés es limitar al país plurinacional, su objetivo jamás será concretado y por el contrario, puede llegar a ser momento de gran relevancia para Bolivia y Perú, de afianzar sus lazos y relaciones históricas, comerciales, geopolíticas y estratégicas más que nunca, sin que ello signifique que un país pacífico como el nuestro denote arrogancia militar “que tampoco habría de donde” y menos deseos de revancha contra un pueblo, que como el nuestro, está rodeado de personajes que seas de donde seas, siempre habrá quienes hablen porque tienen boca.
Jorge Lizarraga Torrico es Abogado PhD
 
         
 
                         
	 
                  
                




