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Los paladares y otros comistrajos crepusculares

Maurizio Bagatin

Los sabores ya no son los mismos. Hay nuevas químicas que en su mayoría son sintéticas, y la costumbre apacigua el paladar y lo confunde. El éxtasis en la percepción de cuantos nuestro olfato, nuestro paladar y nuestra lengua percibe es un acto posmoderno. Tiene un precio que no es el auténtico valor, en el cual prevalece algo de ficticio, una máscara logra camuflar el capitalismo macabro que se oculta detrás. Los cinco sabores que conocemos, el dulce, el salado, el amargo, el ácido, y el umami van creando nuestro efímero placer. La serotonina comparte algunos momentos, el estado de ánimo de una época bellaca, el crudo y lo cocido ya es olvido, como la medula que permitió nuestra evolución.

“El QK sigue reconociendo Bolivia como un país para titanes, me lo reitera mientras escuchamos alguien que confunde evolución con entropía, como propiedad privada se mal interpreta con comunitaria. Signos de un tiempo digital perverso. Seguimos con cuanto Voltaire nos indicó: “La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y bárbara”. En el Artículo 11 del Capítulo Tercero de la NCPE (Nueva Constitución Política del Estado) aprobada en el Referéndum de 25 de enero de 2009 y Promulgada el 7 de febrero de 2009 leo: “La Republica de Bolivia adopta para su gobierno la forma democrática participativa, representativa y comunitaria, con equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres”. Un querido Poeta me hace recuerdo que: “En ningún artículo de la NCPE figura la denominación de Estado Plurinacional”, la denominación de Estado Plurinacional de Bolivia quedó reconocida en el Decreto Supremo n° 48, del 18 de marzo de 2009. Como efecto, añade el Poeta, del predominio de la Constitución sobre cualquier otra disposición, claramente se establece entonces que nuestro país es la Republica de Bolivia”.

El juicio universal llegará mientras seguirán encendidos los semáforos platónicos de las noches, mientras nuestras insomnes batallas con la oscuridad y el tiempo verán las luces distopícas que filtran desde la caverna de Platón. Nuestra cultura, toda la cultura moderna, toda la filosofía y toda la poesía seguirán preguntándose sobre nuestra suerte de terrícolas en este mundo totalmente industrializado.

La Guerra del Chaco descrita por las mujeres hubiera podido ser un pabellón a la feria del Libro de Cochabamba o de cualquier otra ciudad boliviana; ahí Hilda Mundy y Maria Virginia Estenssoro en sus escritos seguirían brindándonos la palabra que hoy es ausente. Con su ironía y su humor negro, con su denuncia y en su belleza. Deleite que nos falta en estos dias de roscas y premios, cuando sigo viendo aquel “monstruo sagrado” que fue Jorge Zabala, sentado en El Carajillo pidiendo un café y “recitando” el íncipit de sus maravilloso Los ídolos aldeanos: “El clima estético boliviano sigue confuso. Ya no hay arte, sólo hay premios”.

Imagen: Raúl Lara, Los radialistas, 2008

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