Maurizio Bagatin
La primera africana que llegó al Collasuyo-Charcas (Siglo XVI).
Este trabajo de investigación es una labor extraordinaria porque inédito y porque ya ha hecho florecer el interés por parte de algunos cineastas que desean llevar esta historia a la pantalla grande.
La primera mujer extranjera que pisa tierra de Charcas (la actual Bolivia) es una mujer afrodescendiente, es la Margarida, una femme fatale que logra engatusar a Diego de Almagro acompañandolo a traves de Bolivia, hasta Chile.
Este es el texto que leí anoche.
Imagen: Marie-Guillemine Benoist, Retrato de una negra, 1800
¿Qué es en realidad la Historia?
“No existe un solo documento de la civilización que no sea al mismo tiempo un testimonio de la barbarie” – Walter Benjamin –
La historia es una ciencia amena, escribe Paul Valéry, que se desarrolla entre una lectura y una imaginación, y no puede prescindir de la imaginación que es el medio indispensable y el fin último.
“El presente no es todo”, escribe otro poeta. Existen hechos narrados que convencionalmente llamaremos relatos, y siempre se relata cuanto en la historia del hombre conserva su discurso. Pero en el camino encontraremos de repente unos huecos que nos permiten el paso a nuevos mundos, y es aquí donde recurriremos a la “misteriosa intuición poética”, que también para la Historia será un hecho salvífico.
Escribir sobre hechos históricos es siempre un trabajo de restauro. Partiendo de hechos reales se debe fabricar teorías interpretativas que logren reproducir el estado de ánimo de una época y de su gente. La imaginación, el recuerdo y la trama secreta de la poesía completarán la obra.
Los historiadores auténticos nos dicen que la historia no es un complot, pero nos confirman que en la historia hay muchas conspiraciones. El historiador más sincero será entonces un profeta, uno de estos seres que recibieron en don la profecía y que la utilizarán para destilar el pasado incorporándolo al presente y así vaticinar el futuro.
¿Será entonces el poeta más narrador del mismo historiador? ¿Un aedo, un trovador, un cronista necesario a la Historia y a los hombres? Si es verdad que la Historia, como el ser Parmenídeo, “es y no puede no ser”, el poeta deconstruye y analiza cuanta realidad existió en la Historia y nos la entrega con un don exclusivo, el palpito mágico de la palabra poética, que es el lenguaje excluido a los historiadores, que desde siempre han ido “petrificando” la Historia.
Tal vez propio como en la poesía La Historia de Eugenio Montale, la historia es un campo de posibilidades que se extiende delante de nosotros: “La historia no se desata/como una cadena/de anillos ininterrumpida. En todo caso/muchos anillos no detienen”. “La historia no es producto/de quien la piensa y tampoco/de quien la ignora”. “La historia no es, pues,/la desvastante escarbadura que se dice./Deja túneles, criptas, huecos/y escondites”.
Tal vez la historia sea como describió el mundo Fernando Pessoa, el poeta de los infinitos heterónimos: no será verdadera, pero es real.