Arturo Arias Delgado
Casi desapercibido, de común apariencia, maneras prusianas, robusto, ojiverde, cicatriz en el rostro, arrogante e impulsivo, de talla un poco superior a la normal, solía pasear por las calles de La Paz con uniforme de teniente coronel del Ejército boliviano.
Erns Röhm, nacido en 1887 en Alemania, fue una de las figuras mundiales más destacadas de su época por su protagonismo en el inicio del nazismo y quien le competía a Hitler mismo el poder poco antes de la Segunda Guerra Mundial.
Röhm, jefe de las SA (camisas pardas) alemanas —antecesoras de las temibles SS—, llegó a Bolivia en 1929 a una invitación para asesoría militar. Fue aquí donde se encontró con su compatriota Hans Kundt, figura vilipendiada por muchos y admirada por otros por su posterior participación en la Guerra del Chaco.
Durante su estadía en nuestro país, Röhm encabezó el Departamento de Operaciones en el Estado Mayor General del Ejército y también fue profesor del Colegio Militar.
En el aspecto sentimental, le fue muy difícil conseguir aventuras “diferentes” en una sociedad tradicionalista y no tan abierta como la alemana, debido a su tendencia homosexual. Esto no quiere decir que amores le faltó.
Röhm tuvo que abandonar el país en 1930 a solicitud de Hitler por su injerencia en la política boliviana, en especial luego del intento de Hernando Siles de prorrogarse en el gobierno y sus pretensiones económicas personales.
De retorno a Alemania, lideró las SA, que llegaron a la friolera de 70.000 miembros. Con este poder, Röhm propuso a Hitler que las SA reemplacen al ejército regular. Esto fue rechazado por las implicaciones políticas que acarrearía esta decisión.
Ante el peligro que representaba, se le involucró en un plan para derrocar a Hitler. Fue detenido el 30 de junio de 1934 y posteriormente asesinado, no sin antes habérsele ofrecido la “honra” de poder suicidarse.
Así, en la llamada «noche de los cuchillos largos», se disolvió el poderío de Röhm y de sus SA, dando paso entonces al surgimiento de las famosas SS. Mientras tanto, por las mismas fechas, sus amigos y alumnos con los que compartió vivencias en aquel país tan lejano y exótico, se desangraban en las arenas del Chaco Boreal.
