La pandemia está cambiando la forma de vida del mundo que conocíamos, dándonos la posibilidad de pensarla desde otras perspectivas. Bajo la consigna “QuédateEnCasa”, las personas que han podido hacerlo están viviendo sus hogares como un espacio privilegiado para replantearse su existencia y reflexionar sobre la necesidad de cambios sociales, económicos, culturales y medioambientales.
Sin duda, el Covid-19 está provocando un decrecimiento económico y aumento del desempleo en todos los países y se prevé que en los países más pobres y desiguales el efecto será mayor. Gracias al acceso a la información en un mundo globalizado sabemos que estamos consumiendo casi el doble de los recursos que tiene la tierra, lo que está ocasionando la sobredimensionada expansión de la frontera agrícola, la deforestación y el cambio climático.
Paradójicamente se han fortalecido los lazos de solidaridad y cooperación, ya que la gran cantidad de contagios y muertes nos han recordado que no sólo debemos preocuparnos por la salud y bienestar nuestro, sino que debemos ayudar a las personas que más necesitan, de lo contrario estamos poniendo en peligro nuestra propia vida.
En este contexto, la especialista en responsabilidad social Augusta Bustamante plantea la necesidad de trasformaciones en la forma de relacionamiento entre nosotros y el medioambiente. Por ejemplo, consumir lo que se produce localmente favoreciendo a los emprendimientos que han surgido con la pandemia. Las y los consumidores también cambiarán exigiendo productos orgánicos, que requieran menos combustible para su transporte y que sean reciclables.
Los gobiernos seguirán tratando de reducir el traslado masivo de personas y los eventos multitudinarios. Esto transformará muchos comportamientos y es probable que, cuando se pueda, se prefiera el turismo local y el transporte sea a pie o en bicicleta.
El distanciamiento espacial va a tener consecuencias en las maneras de relacionarnos. Bustamante indica que los espacios se ampliarán, aparecerán huertos urbanos y las energías y tecnologías sustentables se pondrán de moda. Así mismo, los productos caseros y hechos a mano recobrarán su valor y los eventos con pocas personas serán más cotizados. Es por ello que las innovaciones tecnológicas serán claves para superar las limitaciones en la interacción social en los ámbitos laborales o educativos. También serán necesarias ideas positivas para preservar la salud mental y emocional de las personas que están sufriendo soledad y aislamiento.
Será necesario que los Estados adopten más medidas regulatorias en torno al cambio climático y las actividades extractivistas para garantizar el agua, la preservación de las especies en peligro de extinción, los bosques y las áreas protegidas.
La reducción de puestos de trabajo formales impulsará al autoempleo y a un sin número de emprendimientos para abastecer a comunidades locales de bienes y servicios. Las modalidades de teletrabajo se incrementarán permitiendo a las personas conciliar entre la vida familiar y laboral.
Es un hecho que en nuestro país la ciudadanía también está cuestionando el rol del Estado y la política, en gran parte como una reacción a la corrupción y falta de transparencia de la cosa pública. Existe una necesidad de profundización de la democracia, donde la población pueda decidir sobre cuánto se invierte en educación y la salud. Que las inversiones en los ámbitos de defensa o policía se reduzcan y se privilegie lo cultural y artístico.
Es fundamental superar el ego, el odio, la polaridad, el racismo e intolerancia en la que estamos viviendo y crear mayor consciencia de la necesidad de ser más solidarios y humanos. Recordar que somos parte de la naturaleza, que no somos sus propietarios y que se trata de vivir bien en armonía con ella y con todos los seres que la habitan.
Elizabeth Salguero Carrillo es comunicadora social.