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Resulta que ahora todo es “discriminacion”

¿Discriminación o tergiversación de la Ley 045?

Desde la promulgación de la Ley 045 contra el Racismo y toda forma de Discriminación, cualquier palabra, opinión o expresión emitida por un ciudadano parece correr el riesgo de ser catalogada como “discriminatoria”. En muchos casos, se ha distorsionado el verdadero espíritu de esta norma, convirtiéndola en un instrumento de censura o de abuso de poder.

Amparándose en esta ley, algunos funcionarios públicos o autoridades pretenden chantajear, extorsionar o imponer su criterio, vulnerando así el derecho constitucional a la libertad de expresión, que garantiza a toda persona manifestar libremente sus ideas y opiniones.

Pero conviene preguntarnos: ¿qué es realmente la discriminación?

La Real Academia Española (RAE) la define como “la acción de separar, excluir o marginar a una persona o grupo por motivos de raza, sexo, religión o condición social”.

Entonces, ¿en qué momento decir “negro” a quien pertenece a una raza negra, o “chola” a quien viste pollera, o “campesino” a quien vive y trabaja en el campo, se convirtió en una ofensa?

De igual manera, ¿no constituye también discriminación llamar “k’ara” a una persona de piel clara o “jailón” a quien vive en la zona Sur de La Paz?

Parece que hemos caído en una doble moral donde la igualdad se interpreta según conveniencia.

¿Acaso la ley no debería aplicarse por igual a todos?

Si hablamos de equidad, ¿por qué el Bono Juancito Pinto no llega a todos los niños, sin distinción del tipo de colegio al que asistan? Quien envía a su hijo a un colegio particular muchas veces lo hace con esfuerzo y sacrificio, mientras que los estudiantes de unidades fiscales reciben materiales gratuitos y no pagan mensualidades. ¿No es eso también una forma de discriminación?

En la práctica, la Ley 045 se ha vuelto un arma de uso selectivo, aplicada según quién habla y a quién se refiere. Y eso atenta contra la esencia misma de una sociedad democrática, donde el debate de ideas debe ser libre y respetuoso.

Al final, todos los bolivianos compartimos raíces comunes: aymaras, quechuas, mestizas. Algunos más claros, otros más morenos, pero todos parte de un mismo país. Entonces, ¿realmente esta ley nos une o nos divide más?

Yo sí discrimino —pero discrimino la ignorancia, la intolerancia y la falta de educación. Nadie posee la verdad absoluta; todos podemos aprender de los demás y aportar desde nuestra experiencia.

El verdadero problema surge cuando alguien se niega a escuchar ideas distintas, cuando se encierra en su burbuja creyendo tener la razón. Con esas personas no hay diálogo posible, porque toda conversación termina en conflicto.

La verdadera lucha no es entre razas ni clases sociales, sino entre la razón y la cerrazón.

Andrea Cárdenas Rada

Abogada y docente universitaria

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