Carmen Concha-Nolte
El maestro Raúl Brasca antologó Los dientes de Raquel, una micro de alta calidad, en su libro «Dos veces bueno #2». Esta microficción da título al libro publicado, por Monte Ávila Editores, en 1973, hace 50 años. Añade Brasca: es, para mí, una cumbre del absurdo en la microfición latinoamericana. Muy respetuosa por las palabras del maestro, decido abordar este magnífico texto bajo la perspectiva de la reescritura.
La minificción Los dientes de Raquel, de Jiménez Emán, es un ejemplo de reescritura; es decir, el texto recoge una narración conocida, en este caso una historia bíblica, y recrea ésta con matices diferentes. Estas gradaciones o combinatorias son diversas: desde permutar a los personajes, aludir a la historia, escamotear una temática o ponderarla según la agudeza o ingenio del narrador. Veamos.
No nos cuesta trabajo reconocer que Raquel personifica a Eva (Génesis 3.), y muerde el fruto prohibido «manzana». El narrador empieza en in media res y descarta nombrar a la serpiente. A ésta la mantiene en posición de alerta, pues es el anti-ejemplo en la narración que se tomó como modelo. Los dientes personifican el pecado, la contaminación. Notamos que la boca sangrando es una figura del mal. Aunque no se menciona a la serpiente, como dijimos, ella está evocada mediante «la boca sangrando» [las serpientes tienen sangre fría (recuerde la expresión «lo hizo a sangre fría», sin contemplaciones)]. La madre encarna a Adán, quien sale «corriendo… a buscar los dientes». Los dientes comieron el pecado en su totalidad. Y, el pecado engañó a (Adán y Eva) la madre y a Raquel ingiriéndolas: «los dientes se levantaron y se comieron a Raquel y a la mamá», o sea, se consolidaron en el mismo grupo de pecadores. Finalmente, los dientes retornan a su dueña, a Raquel personaje; pero la narración cobra un vuelo magnífico cuando ella, investida de pecado, anhela «hambrienta» una manzana o fruto prohibido. Este punto marca la /reincidencia/ o falta contumaz. No descartamos el absurdo al que alude Brasca, ya que el texto parece oponerse a la razón.
En resumen, la genialidad de Dientes de Raquel, del reconocido escritor venezolano Gabriel Jiménez Emán, radica en la concretización derivada -legítimamente- de una historia conocida, cuya vigencia es reconocida por ser el primer incidente de la creación. El vocablo en mención se ha convertido en un término emblemático que ha creado la expresión “manzana de la discordia” para enfatizar discrepancia. Hay un salto temporal: empezar in media res. La narración deja al lector para que complete, asocie o reinvente la historia reescrita a título propio. El final representa el juego deliberado de ir en busca de lo prohibido. Leamos el texto.
Los dientes de Raquel
Raquel mordió una manzana y todos sus dientes quedaron en ella. Fue a su casa con la boca sangrando a avisarle a su mamá. La mamá vino corriendo asustada a buscar los dientes de Raquel y cuando llegó, los dientes se habían comido la manzana.
La mamá quiso recogerlos, pero los dientes se levantaron y se comieron a Raquel y a la mamá.
Después, los dientes volvieron a la boca de Raquel, quien muy hambrienta corrió a pedirle a su mamá que le comprara una manzana.
Invito a los lectores a buscar los libros de Gabriel Jiménez Emán, para que los lean y se deleiten con sus narraciones sorprendentes, didácticas, cálidas.
Carmen Concha-Nolte (Perú). Lingüista, poeta, cuentista, crítica literaria. Ha sido incluida en dieciséis antologías, destacando: El verdadero nombre las cosas (alumnos 21-22), E. de Escritores, Madrid. Ha analizado textos poéticos, cuentos, libros. Sus trabajos se difunden en Las Críticas, Crear en Salamanca, Inmediaciones.org, entre otras. Ganó el Premio Péndola Dorada 2022. Vive en Washington.
