Causa rubor, pena, lamento, asombro, vergüenza y no sé qué adjetivo más escribir cuando se escucha, se ve o se lee que algunas autoridades de Estado, son acusadas de corrupción, gastos indebidos, ofrecer cargos públicos a cambio de relaciones sexuales, no pago de asistencia familiar, comprometidos con el narcotráfico y el contrabando entre otros males que nos dejan con el Jesús en la boca.
A tal punto de preguntarse: ¿quiénes están dentro de la nave del Estado? Una respuesta lógica sería: que están personas que tuvieron un mal vivir en su pasado, que no tuvieron una buena educación y formación en sus fases inicial y universitaria, que tal vez en su adolescencia y juventud se desarrollaron en antros de mal vivir o que incluso fueron parte de pandillas que se dedicaban a los asaltos o riñas callejeras en fin dejando mucho que pensar.
Es inadmisible que día a día tengamos noticias de muy mal calibre y nada en beneficio para el bien y desarrollo del país. Hoy en día el ejercer cargos públicos está totalmente degradado y venido a menos. Con todo lo malo que vemos, escuchamos o leemos sobre el acontecer político en el país, nos permite pensar en voz alta y decir: ¿Qué clase de ejemplo están dejando los políticos a las nuevas generaciones?
La gota que ya rebasó el agua del vaso es la acusación de una mujer contra el diputado del MAS (ala arcista), Juan José Jauregui, de “abuso sexual”, asegurando que le pidió tener relaciones sexuales a cambio de darle trabajo en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). Asimismo, en su denuncia ante el Ministerio Público señala que dicho legislador haciendo gala de poder por su cargo de diputado y haciendo uso y abuso de esa condición le pedía favores sexuales, incluso con menores de 18 años. Aspecto que nos permite preguntarnos: ¿Será qué el aludido no se considera lo suficientemente hombre para conquistar a una mujer sin valerse del cargo que ostenta? O ¿qué tipo de complejos psicológicos tendrá para recurrir a esas argucias?
También no hace mucho se denunció por medios de comunicación tradicionales y redes sociales que un individuo que hasta hace poco tiempo fungía como ejecutivo principal de la Federación Universitaria Local (FUL) de la Universidad Pública de El Alto, sin ningún tipo de inconveniente ingresó a las instalaciones de la ALP introduciendo droga y además para reunirse con parlamentarios del MAS (ala evista).
Cabe recordar que hace meses pasados y en varias ocasiones las instalaciones de la ALP, considerada como el templo de la democracia, se convirtió en un antro de peleas entre parlamentarias/os del oficialismo y la oposición a tal punto de agarrarse a puntapiés, puñetes, insultos, jaloneos de cabellos, escupitajos entre otras acciones violentas. Aspectos que invitan a preguntarse: ¿cualquier hija/o de vecino hoy puede ser senador/a o diputado/a?
Dentro del Órgano Ejecutivo, tampoco las cosas andan bien. De igual manera las denuncias de corrupción, tráfico de influencias, abuso de poder, autoridades que de la noche a la mañana son millonarias aprovechándose de las arcas del Estado demostrando que para lo único que llegan a los cargos públicos es para salir de su pobreza mientras que gran parte de la población sumida en la miseria. No por algo dos gerentes de ENTEL acaban de renunciar tras escándalo de fiesta, alcohol y strippers en sus oficinas.
Ni que decir lo que pasa en el Órgano Judicial, donde prolifera el tráfico de influencias políticas y como ya sabe toda la sociedad las/los administradores de justicia bailan al sol que nace, convirtiéndose el mencionado poder del Estado en un aparato represor para quienes no comulgan con la línea política del partido político en función de gobierno.
Con respecto al Órgano Electoral, el cual también hace rato perdió toda credibilidad y respeto, siendo una oficina más del oficialismo u Órgano Ejecutivo, debido a que todas sus altas autoridades pertenecen a la línea política del masismo, sometiéndose a sus instrucciones para dar cumplimiento al pie de la letra las mismas.
Hoy en día quienes son servidores/as públicos lamentablemente lo que están haciendo es convertir las dependencias de las instituciones estatales, en boliches o antros de mal vivir, degradándolas a tal punto que ya no es nada digno trabajar y servir a la patria desde un ente público. Así como están las cosas, con razón estamos como estamos. ¡Dios te salve Bolivia!