Tres poemas
1
Una mano
mis dedos parciales
de cefalópodo
de señora mayor
te subrayan te enredan
en la suave micropolítica de estancarse absortos
submarinos
anegados de marea y roce.
Qué ganas de sumergirnos como hermanos
de viajar en barco un mes bajo el agua
apuntalándonos
novios tentaculares hechos de tacto
compartiendo la misma médula verdeazulada
el pulso dilatado de los sargazos
el viaje circular de tocarnos
la pérdida o el extravío
o un lago fulminante
-¿el Titicaca?-
que sea como el final del tiempo
el apocalipsis digital de nuestros índices
y más y más
la prueba de tocarnos de lejos
el ejercicio de sentir tu arista molusca en mi borde
a siete millas náuticas de distancia
ante el celo de muerte de los mancos.
2
Rescatar la palabra
salvarla del caos mientras llueve
y la lluvia se repite
infinita dentro de sí misma
anegando el lenguaje.
Recuperar la palabra
fijarla una y otra vez en papeles superficies color
evitando el desborde
del silencio y el diluvio
de lo que no se deja de decir.
Recoger de las acequias la palabra
como semillas que no se dan por vencidas
vegetación encapsulada en el rigor de la gota
que explota sonora y germina hacia adentro.
Reencauzar el caudal de la palabra
para anclar lo vivo a la tierra
y escuchar el rumor subterráneo del mundo,
proyectil indócil que asciende,
la voz perfecta del vendaval
que nos ahoga en lenguaje.
3
Como un alma, un fragmento de luz
un planeta
asciendes nuestro árbol y aúllas entre el follaje
ganglios, agudos trizas
dedos paspados de lobo andino
el mismo árbol del jardín
donde comíamos y comes
verdad, reses
rastros de un mundo antiguo que labra tus adentros
arbustos medievales que crecen en tus órganos
en tus ojos selváticos
barrocos
muertos de sed el hígado
traspasado de líquenes y yo
como un dios chiquito
empequeñecido de sed y ternuras
te veo entre las ramas como una estrella que implora brisa
como a una madre
y me prendo de la única rama florecida
aquella, pintada por
recargada de
luminosa como
y bebo la dicha líquida de conocerte
Sebastián Antezana
(México-Bolivia 1982) es autor de las novelas La toma del manuscrito (2008) y El amor según (2011), y del libro de cuentos Iluminación (2017). Es doctor en estudios romance por la Universidad de Cornell y profesor de literatura latinoamericana y escritura creativa en distintas universidades. Con La toma del manuscrito ganó el X Premio Nacional de Novela de Bolivia.