Alrededor de seis millones de personas pueden morir en tan solo cuatro años. Las mujeres y las niñas serán las mayores perjudicadas. Aproximadamente 40 millones de personas viven con el VIH.
En medio de la continua incertidumbre sobre el impacto de los profundos recortes de fondos estadounidenses a la labor humanitaria en todo el mundo, la responsable de la agencia de la ONU que coordina la lucha contra el VIH/SIDA advirtió que 6,3 millones de personas más morirán en los próximos cuatro años, a menos que se restablezca el apoyo.
«Veremos un aumento real de esta enfermedad, volveremos a ver gente muriendo de la misma forma que en los años 90 y 2000», dijo Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, señalando un “aumento de diez veces” respecto a las 600.000 muertes relacionadas con el sida registradas en el mundo en 2023.
«También esperamos 8,7 millones de nuevas infecciones adicionales. En el último recuento, había 1,3 millones de nuevas infecciones en todo el mundo (en) 2023».
En su intervención en Ginebra, Byanyima señaló que la congelación de la financiación anunciada por la Casa Blanca el 20 de enero debía finalizar el mes que viene, tras una revisión de 90 días.
«No tenemos noticias de que otros gobiernos se hayan comprometido a cubrir el déficit», declaró a los periodistas.
Los centros de acogida en los que los pacientes de VIH pueden recoger los medicamentos antirretrovirales que necesitan ya no están reabriendo, «por temor a que esto no sea coherente con las nuevas directrices», mantuvo.
Las mujeres jóvenes, las más afectadas
«Esta repentina retirada de la financiación estadounidense ha provocado el cierre de muchas clínicas y el despido de miles de trabajadores sanitarios: enfermeras, médicos, técnicos de laboratorio, farmacéuticos (…) son muchos».
Centrándose en África -donde el este y el sur del continente se reparten el 53% de la carga mundial del VIH- Byanyima advirtió de que cerrar «de repente los centros de acogida para chicas y mujeres jóvenes será desastroso, porque más del 60% de las nuevas infecciones entre jóvenes en el continente se dan entre chicas y mujeres jóvenes».
En declaraciones a Noticias ONU a principios de este mes, la directora de la oficina de ONUSIDA en la República Democrática del Congo (RDC), Susan Kasedde, afirmó que aún quedaban grandes interrogantes sobre la magnitud y el alcance de los recortes que se van a realizar en los programas de la iniciativa estadounidense PEPFAR, iniciada en 2003 para prevenir y contener las infecciones por VIH, el plan de emergencia de la presidencia que, según las estimaciones, ha salvado 26 millones de vidas.
Actualmente hay unas 520.000 personas seropositivas en la RDC, de las cuales 300.000 son mujeres y 50.000 niños.
La epidemia sigue creciendo, ya que el número de nuevas infecciones casi duplica el de muertes relacionadas con la enfermedad.
La contribución prevista del PEPFAR para el año fiscal 2025 debía ser de 105 millones de dólares, y su objetivo es proporcionar tratamiento a la mitad de la población que vive con el VIH en la RDC, unas 209.000 personas.
«Esto significa que actualmente tenemos 440.000 personas seropositivas que reciben tratamiento. Gracias a este tratamiento, están vivas», dijo la Kasedde.
«Y el tratamiento no puede funcionar sin capacidad operativa, no se puede proporcionar tratamiento si no hay una cadena de suministro que funcione correctamente», subrayó, señalando que la respuesta al VIH en la RDC implica en gran medida programas interdependientes que se refuerzan mutuamente.
Impacto global de los recortes
Varias otras agencias de la ONU que dependen en gran medida de la financiación estadounidense también han advertido de que el recorte de la ayuda -además de la falta crónica de inversión en labores humanitarias a nivel mundial- ya está teniendo un grave impacto en las comunidades a las que sirven.
El viernes, la agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, declaró que miles de personas se han quedado sin ayuda vital en el este de la República Democrática del Congo, devastado por la guerra.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU también anunció que los recortes de financiación tienen graves repercusiones para las comunidades migrantes vulnerables, exacerbando las crisis humanitarias y socavando los sistemas de apoyo esenciales para las poblaciones desplazadas.
Junto con la OIM, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advirtió el pasado viernes de que la falta de liquidez ha puesto en peligro la labor de salvar vidas, incluidos los avances en la reducción de la mortalidad infantil, que ha descendido un 60% desde 1990.
«Es razonable que Estados Unidos quiera reducir su financiación, con el tiempo. Pero la repentina retirada de la ayuda para salvar vidas está teniendo un impacto devastador en todos los países, especialmente en África, pero también en Asia y América Latina», declaró Byanyima, de ONUSIDA.
«Instamos a una reconsideración y a un restablecimiento urgente de los servicios, de los servicios que salvan vidas», aseguró.
Llamamiento presidencial
Y en un llamamiento directo al presidente Donald Trump, el jefe de ONUSIDA señaló que al igual que el presidente George W Bush había introducido la innovadora iniciativa PEPFAR, el nuevo titular de la Casa Blanca también podría ser parte de la «revolución de la prevención», que implica inyecciones contra el VIH que se requieren solo dos veces al año para proporcionar protección.
«Se trata de que una empresa estadounidense pueda producir y conceder licencias de genéricos en todas las regiones para producir millones y extender este inyectable a quienes realmente lo necesitan», insistió.
Según ONUSIDA, aproximadamente 40 millones de personas viven con el VIH en el mundo, según datos de 2023. De esta cifra, alrededor de 1,3 millones se infectaron por el VIH en ese mismo año y 630.000 personas murieron por enfermedades relacionadas con el sida.