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Omar Cruz: poeta sin consuelo

Márcia Batista Ramos

«Escribo por defender una concepción del mundo más generosa»

Manuel Mejía Vallejo

Omar Cruz nació en 1998 en la Villa de San Francisco, Francisco Morazán, Honduras. En la actualidad reside en El Progreso, Yoro. Es estudiante de la carrera de periodismo y antropología en la Universidad Nacional Autónoma De Honduras, en el Valle de Sula.

Publicó “Hologramas de ayer, hoy y para siempre…” ATEA Editorial (2019). Sus poemas fueron publicados en revistas de varios países como: La Fabrik, Guatemala; Alma Mensajera, Argentina; Alborismos, Venezuela; Pretextos literarios, México. Su poesía, también se encuentra en varias antologías. Participó en diversos Festivales y Encuentros de poesía en Centroamérica y Colombia.

Omar Cruz, es inquieto intelectualmente, motivo por el cual, se aleja de todo nihilismo práctico que no se preocupa del porqué de la vida, entonces el joven poeta, se formula interrogantes filosóficas por el sentido de la existencia. Reflexiona sobre el sentido y los objetivos del propio actuar; en definitiva: ejerce como filósofo, asumiendo que el pensamiento crítico es una dimensión esencial de la vida humana y lo hace a través de la poesía: “EL ETERNO RETORNOFRIEDERICH NIETZSCHE

Ha vuelto el hombre:

arrastrándose sobre su sangre

caminando sobre sus recuerdos

empujando sus sueños al vacío

arrancándose pedazos de su carne

recogiendo los trozos que quedan de su historia

observando el reflejo de las lagunas en su memoria;

cosechando en su vientre lo que queda de la vida

preguntando si la tierra aún hiere como el más filoso cuchillo

desplegando de sus labios la cabeza carbonizada de un cerillo

esperando la llegada de la forma más hostil y abrumadora de su martillo.”

El filósofo Josef Pieper, dice que «filosofar es un acto que trasciende el mundo laboral». Siendo que al referirse a “mundo laboral” se refiere al mundo en el que se ha de actuar, rendir, competir; y alejarse del mundo laboral es necesario para poder revitalizarse para la vida diaria. Se logra cuando se ejerce la filosofía, también el poeta y el enamorado logran trascender la cotidianidad. Empero, el poeta Omar Cruz, no logra dejar atrás el mundo atormentado que le corresponde vivir, porque su compromiso es social y es humano, entonces escribe: “PRELUDIO

Son las once y treinta y cinco:

y la noche huele a plomo recién disparado.

Afuera hay una tormenta de estrellas y adentro dos ratones

se reparten el cadáver de un pedazo de pan.

Las sirenas policiales suenan;

y la forma incomprensible de un monstruo aúlla

a través de cada réplica del sonido.

Mamá dice; seguramente le pusieron la lápida a otro.

Los perros ladran y en el techo;

los gatos braman esperando la llegada de los casquillos.

En la calle hay mil gotas de sangre;

y las piedras se bañan en ellas con intención anticipada.

Un niño me pregunta con su mirada puesta en el vacío;

¿Ha muerto un hombre? O simplemente

¿Dios ha levantado la condena y se lo ha llevado?”

Honduras, es un país que atraviesa situaciones de extrema inseguridad en general, donde sistemáticamente se violan los derechos humanos, evidenciando escasos esfuerzos en la promoción y defensa de los mismos, por parte del Estado, conmocionando a sus ciudadanos. Siempre se espera, que aquél que sufre alguna conmoción, vea su mundo cotidiano terriblemente afectado y busque mecanismos de salida de tal realidad. Pero Omar Cruz, no hace eso, por el contrario, él se circunscribe a la realidad de su entorno y circunstancias y de su pluma, como quien dispara una ráfaga, sale poesía: “XV

I / Una bala perdida le ha volado los sesos a la luna. II/ De mi pecho han empezado a salir susurros; que el viento entierra lentamente entre la sombra fugaz de un matadero. III/ Tengo los nervios en el punto y mis manos están dormidas…una ambulancia suena a lo lejos y mis párpados se resquebrajan anunciándome la llegada de la otra vida. IV/ Estoy de rodillas ante la muerte; mi corazón está siendo pesado por la balanza de Osiris y la calavera eclíptica de un faraón se ríe de mi segura e innegociable sentencia. V/ Tengo llagas en las manos y lepra entre mis dedos. VI/ Es el último suspiro; mi sonrisa esta desquebrajada en la sala de emergencia de un hospital, y el polvo que empieza a brotar de mi quijada es la polilla que carcome la forma lunar e irreversible de los sesos en mi ataúd…”

Omar Cruz registra con rotunda belleza poética su inconformidad con la realidad y su poesía, adquiere más fuerza al ser escrita por su mano joven que no busca consuelo, pero clama por justicia social; su poesía no diluye la realidad, por el contrario, la coagula: “Mi número de identidad; es la misma cantidad de estudiantes que han sido desaparecidos hasta la actualidad.”

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