El mejor tributo que se le ha podido dar a los 36 años de restablecimiento de la democracia representativa en Bolivia es la ocupación de la calle por ciudadanos intensamente motivados, obviamente, no por las mismas razones. Ahora bien, desde la perspectiva del contexto pre-electoral: ¿quién gana, quien pierde en este juego de movimientos entre plataformas ciudadanas opositoras y sectores populares que apoyan a Morales Ayma? Antes de plantear un juicio de valor es pertinente apuntar sobre la disputa discursiva y algunos sucesos relevantes.
En cuanto a la disputa discursiva por la democracia el clivaje es claro: respeto del voto del 21F vs apoyo a candidatura de Morales Ayma en el 2019. Para una posición, si gana Evo nuevamente se profundizará la dictadura; para la otra,si gana un candidato alterno como Mesa implicaría la restauración de la derecha neoliberal vende patria.
En cuanto a los sucesos relevantes, las movilizaciones de ambos bandos contaron con la participación de miles de personas, algo difícil cuantificar de manera precisa si se suman a los nueve departamentos; no obstante, hay que considerar que en las movilizaciones organizadas por el partido de gobierno asistieron funcionarios del estado en horarios de trabajo, ¿por convicción u obligación?
La Paz fue el espacio que sirvió para los actores políticos como Morales Ayma, Mesa y Doria Medina se den un baño de popularidad en las calles. En el caso de Santa Cruz, la movilización a favor del 21F estuvo dirigida por los propios ciudadanos de las plataformas y entidades cívicas. Para el Ministro Romero “algunas son una nueva generación de radicales” (El Deber, 11 octubre). Ello puede interpretarse como un despropósito, a pesar de que no faltó quien desde la testera – muy desubicado-evocara con loas al capitán Bolsonaro (Brasil). Con todo, las movilizaciones del 10 de octubre en Santa Cruz se pueden sintetizar en una escisión muy particular: plaza principal contra Chiriguano.
La ocupación de las calles por los ciudadanos en una fecha icónica para Bolivia -prácticamente divididos en dos bandos- es un indicio de que las elecciones 2019 serán de alta intensidad: la gente manifiesta una fuerte emotividad política cuando marcha en el espacio público.
La masa movilizada contra la cuarta postulación de Morales Ayma es un capital electoral amorfo (sin consenso, ni militancia en un partido político); la que lo quiere de candidato, una base militante estructurada. Aquella, tiene una demanda abstracta: alternancia; ésta, un demanda concreta: continuismo. El final es abierto.
José Orlando Peralta B. / Politólogo