Santos Domínguez Ramos
I
Asterión
Yo también tengo miedo.
Alejado del mundo, distante de los hombres,
ya no aspiro a la luz ni busco la salida:
recorro el laberinto, como recorre el día
su elipse y sus minutos,
los lentos pasadizos del día de la venganza.
A menudo recuerdo un paisaje de barcas,
de palomas heridas y caballos oscuros.
Calcinado de sombras, un silencio de mármol
pesa sobre estos muros de adobes sin salida.
Por espejos opacos se difumina el eco
de unos pasos secretos que vienen a buscarme.
En la noche sin sueño, sosegado, en acecho,
me quedo en un rincón, junto a un fuego que late
mientras ronda la muerte las piedras de este encierro,
y espero tras el filo hiriente de las puertas.
En la noche bicorne,
la savia se detiene en un temblor de ramas
que sobresalta un pájaro de bronce.
Yo también tengo miedo, fuera me espera el monstruo.
Fuera está el laberinto.
II
Teseo
He olvidado su cara.
Y el resto de su cuerpo lo desordena el sueño.
Reposa ya en un tiempo que han borrado los días.
Nadie miró el contorno oscuro de su sangre
ni hubo un perro dispuesto a lamer sus heridas.
No preguntéis su nombre: ya no sé si lo supe.
Santos Domínguez Ramos
De «Regulación del sueño»
(Imagen: «El Minotauro». George Frederick Watts,1885)