Difícil decirlo sin antes deshacerse de él, pero el juego macabro del dúo Coca-Cola consiste en eso: en infiltrarse en la vida privada de las personas; es una vieja treta de los inquisidores, una maña estalinista. Y al hablar de ellos, al temerles, al temblar indecisos ante el futuro, les damos fuerza. Eso quieren: temor colectivo. Blanden por sobre las cabezas ciudadanas el infecto machete chapareño. No hay que temer.
Hay que escribir, pintar, hacer sarcasmo con la falsa solidez de los mesías creados. Partir de la premisa de estar ante delincuencia organizada, no ante algo divino ni filosofía; ante un escollo, no un obstáculo insalvable. El miedo sostiene a los cobardes. El miedo traerá a la criminal Cristina Kirchner de nuevo al poder; el miedo y la corrupción, porque corrupción es acostumbrase a la limosna. Corrupción es que la fuerza trabajadora cubana está en las plazas matizando su ocio con dominó, verborrea y algún turista incauto al que meter al mercado negro en lugar de producir. Aguardan su medio pollo, su medio litro de aceite, pan y Granma para leer lo que quieren los amos que lean.
¿Revolución? Carajo, todo menos que eso: puterío batistiano, ni más ni menos.
Fácil decirlo y duro hacerlo. Cierto que la distancia me sirve de manera personal. Pero los kilómetros no me quitan lo boliviano, ni la necesidad de pensar en lo que pasa allí. Lo haría de todos modos, estuviere donde estuviere. El miedo es mal consejero y existe, su presencia es inevitable, pero no tiene que vencer. Eso esperan los Morales y los Linera para robar. El resto es decorado, retórica y, por supuesto, una cohorte de lameculos, de Molinas e intelectuales semejantes, comunistoides y críticos artesanales.
Este gobierno es como la música de los Kjarkas, intérpretes de un jolgorio insulso, síntesis del cholaje recalcitrante, no en términos arguedianos, de José María Arguedas, sino de feria de Alasitas. Ekekos de la maña y el pillaje, chancheros de Chimoré, whiskeros de etiqueta azul con Coca-Cola, violadores de curules, literalmente, especímenes de un arca de Noé apócrifa, destinada no a preservar las especies sino a perderlas, porque descendencia de esa rama ni el mono. Brutal pero real.
Entonces, cómo elementos del libro de mamíferos inservibles pueden quitarnos el sueño. Pues tienen el poder y la bota, esa de la milicada derrotada en todas las guerras, los chupetineros con entorchados, ministros varones con pollera. Ellos detentan el garrote, ahí radica su poder. La sociedad anti-democrática, la tiranía. Pero tienen un punto débil: su gusto por el dinero gratuito. No sé cómo pero por allí andará la respuesta. Y no olvidar que ejercen de amos pero que son títeres de poderes mayores. La extensión de su dominio semeja espectacular sin serlo. Así como ahora son utilitarios para la mafia, pueden no serlo después. Si el humo se les sube a la cabeza, sus patrones tendrán que cortarlas: cabezas ahumadas a la calabresa, plato de la tarde. ¿La escoria chapareña? Esa correrá ante la primera bala. De sus machetes se harán arados para que alguien trabaje y no comercie con droga. Agente naranja para humanos, napalm, todo vale. Que estos no son el valiente pueblo de Vietnam para nada.
Dejemos descansar nuestra alma. Son realidad y hay que aceptarlo. Que casi seguro la extiendan, también. Confiar en nosotros, en que si se lucha hay un mundo mejor. Nadie es de fierro, y hasta el fierro se funde