La vergüenza judicial constante en Bolivia suma luego de que se haya llamado ante el juez a una profesora rural de educación sexual, acusada de “corrupción de menores”, en un acto que muestra el daño que se ha hecho a la manera de encarar el sexo, principalmente a partir de una moralidad religiosa, plagada de posicionamientos hipócritas y donde no es lo mismo si se es hombre o si se es mujer.
En la población cruceña de Mineros, la profesora pidió a sus alumnos que llevaran semen en preservativos para analizar el líquido seminal. Uno de los padres la acusó y ella tuvo que ir a los tribunales, pese a que el resto de padres y madres apoyaron a la profesora con una manifestación. En todo caso, ella podría ser cuestionada por encargar una tarea poco recomendable sanitariamente hablando, no moralmente ni mucho menos delictivamente.
¿Qué es lo que molesta de esta tarea encargada por la profesora? Básicamente es el sexo. Seguramente ella está vista como profesora de educación sexual y re-pro-duc-ti-va, que es como siempre (desde hace pocas décadas) se han enseñado formalmente las relaciones sexuales: con un fin reproductivo y no desde el deseo y el placer.
Con una profunda huella del pensamiento religioso sobre el tema, la escuela y la enseñanza formal del sexo tradicionalmente han cercenado el placer del sexo, especialmente para las mujeres. Entonces llega esta profesora que les dice a sus alumnos que para hacer la tarea los varones tenían que masturbarse – cosa que para muchos aún es pecado y causante de ceguera y también de que salieran pelos en las manos – . Una tarea evidentemente placentera y, ojo, debían hacerlo con preservativo y de esa forma les estaba enseñando a usarlo. Enseñanza importante.
Aquí hay hipocresía por donde se mire, ya que, primero, informalmente la enseñanza es otra: la masturbación masculina si se enseña como placentera es enseñada por los hombres a los hombres novatos. Hoy en algunos sectores es posible que participen mujeres en este aprendizaje, jovencitas con chicos jóvenes, y que se haga de manera libre; sin embargo, suele pasar que la enseñanza es para satisfacción de ellos y no para satisfacción de ellas.
La enseñanza de masturbación masculina y felaciones es mucho más difundida por muchos medios que no tienen que ver con las clases en la escuela. De hecho, el porno es la principal escuela sexual y la peor, ya que naturaliza relaciones violentas, algunas extremas como violaciones en grupo, y de satisfacción exclusivamente masculina.
De hecho, la tarea no implicaba una masturbación femenina que también requiere de aprendizaje. Hay tanto tabú y represiones contra la satisfacción sexual femenina que una mujer demora unos años en conocer su cuerpo, sexualmente hablando, y poder así disfrutar de una vida sexual plena. Probar y ejercitarse ayuda.
Segundo, es hipócrita la reacción judicial cuando tiene miles de casos de violaciones y otras violencias machistas por atender, resolver, sancionar y resarcir de alguna manera. Mineros es una población en la que se han registrado casos mediáticos de violaciones, casos de violaciones grupales e individuales, donde las víctimas y algunos victimarios son adolescentes o muy jóvenes, aunque también hubo casos de víctimas niñas y niños. Las noticias también, y en gran medida, forman parte de la enseñanza sexual adolescente.
Hay tanto por hacer. Es una vergüenza que los jueces pierdan el tiempo y los pocos recursos que hay con una profesora que hace lo que puede, aunque es posible criticársele si no previó aspectos de cuidado sanitarios.
A la profesora se la pretende juzgar no por corromper a esa juventud, seguramente inquieta por aprender sobre sexo y placer, sino por corromper ese pensamiento tradicional, religioso y patriarcal del sexo. Esto en un Estado donde la justicia debe ser laica, donde la justicia debiera dejar de ser machista y dominada por y para los varones, y ojalá tuviera una actuación más eficiente contra quienes realmente delinquen.