Queremos provocarle desde el inicio de este artículo preguntándole ¿Por quién doblan las campanas?, frase que se hizo famosa gracias al libro de Ernest Hemingway que narra la guerra civil española, pero que corresponde al poeta inglés Johnn Donne, la hacemos presentes en estos momentos de tanta confusión y peligros. Se ha preguntado alguna vez si las campanas doblan o suenan por usted, por alguien de su familia, por su vecino, por sus compañeros. Claro que tienen un sentido y un objetivo.
Pero no nos vamos a flagelar ni hacer haraquiri por toda la tormenta de hechos que están ocurriendo en Bolivia, que marcha en su democracia toda asediada, violentada, acosada, violada en sus principios y derechos, pero aún así vamos rumbo a las elecciones nacionales para el 17 de agosto. Ni tampoco nos vamos a poner a llorar por los huracanes que están ocurriendo en el mundo, a raíz de varias guerras entre países, las locuras del presidente de EEUU, el crecimiento del narcotráfico en América Latina, con ello los hechos de corrupción y la impunidad de los corruptos. La violencia desatada que no perdona vidas de niños, mujeres, hombres.
Recordarle a los que se creen amos del mundo, que la humanidad no necesita seguir el camino que están trazando. Así como nos dijo Stéphane Hessel, uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, hay que volver y recoger el ejemplo y los mensajes de Mandela y Martin Luther King, que encuentran toda su pertinencia en un mundo que ha sobrepasado la confrontación de las ideologías y el totalitarismo. “Es un mensaje de esperanza en la capacidad que tienen las sociedades modernas para sobrepasar los conflictos por medio de una comprensión mutua y de una paciencia vigilante. Para llegar a ello, es necesario basarse en los derechos, cuya violación, sea quien sea el autor, debe provocar nuestra indignación. No debemos consentir la transgresión de estos derechos”.
Pero tampoco podemos callarnos frente a todo lo que está pasando, claro que no podemos agarrar una ametralladora o adquirir un misil y empezar nuestra propia guerra, o autosacrificarnos inmolándonos con fuego, con hacernos explotar una bomba para demostrar nuestro rechazo o malestar por lo que afecta y denigra a la humanidad.
Nuestra opción como ciudadanos de la democracia y de los derechos humanos es indignarnos, opinar y ejercer nuestras libertades de expresión, de información, de participación, porque la sociedad y sus males nos demandan alguna acción desde el lugar donde estemos, desde el espacio que ocupamos, desde las capacidades que tengamos cada uno, desde las opciones políticas que asumimos, porque de lo que se trata es que está en juego no el ejercicio del poder o cambio de gobierno, está en peligroso juego nuestras condiciones de vida, nuestras dignidades y nuestro futuro y por ello, la respuesta a la pregunta ¿Por quién doblan las campanas? es sencilla, doblan por vos, por mi, por tu familia.
¿Será tan difícil ser buenos, bondadosos, amables, solidarios frente a la humanidad que sufre día a día y reclama un gramo de amor, de justicia, de tolerancia, de comprensión? En la historia humana el mal ni la injusticia ni las peores formas de opresión han triunfado, siempre se impuso el ser humano con hambre de vivir y de afrontar las dificultades, pero en el camino se cometieron atrocidades, guerras, exterminios, asesinatos, pestes, pandemias, etc.
¿Cómo no aplicar los consejos del libro Romanos, que nos manda a practicar lo más sencillo de nuestras acciones y palabras?: “Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. Alegraos con los que se alegran, llorad con los que lloran. Tened unanimidad de sentimientos entre vosotros: no soberbios, sino acomodándonos a los humildes. No seáis sabios en vuestra opinión. A nadie paguéis mal por mal: procurando lo bueno delante de todos los hombres”.
El mundo sigue su ritmo intenso, confuso, violento. Bolivia acompaña esa ruta, y cada vez el escenario político se calentará y podría arder, pero ahí estamos cada uno de nosotros para alzar nuestras voces, para interpelar, para denunciar, para orientar, para conversar, para compartir, para exigir. Las masas, la clase proletaria, los campesinos, los indígenas, los profesionales, los de la clase media, los empresarios, en fin, cualquier ciudadano debe emerger para darle fortaleza y transparencia a este proceso político y así afianzar nuestra democracia, libre de fraudes, engaños, corrupciones. Es nuestro momento histórico, hay que aprovecharlo al máximo. Lo peor es que te quedes callado, indiferente, con miedo y luego tus hijos y nietos te pregunten ¿Por qué no hiciste algo papá? ¿Las campanas de la parroquia doblan por nosotros? De seguro alzarás la vista al cielo y no tendrás la respuesta adecuada.
Kurt Vonnegut, escritor estadounidense, nos lanza un desafío y nos invita a enfrentar las adversidades y los riesgos: “El ser humano más apto es aquel dispuesto a integrarse en el proceso inteligente de la vida de manera consciente y no por conveniencia y justicia. Qué nos llevó a ser los más aptos e integrarnos con éxito en el proceso de la vida: la confianza y la honestidad”.