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El coleccionista de dedicatorias

Homero Carvalho Oliva

“Para Onetti, mi mejor amigo, con todo cariño”, Onetti.

Los amantes de los libros o bibliófilos, que se dedican a coleccionar ejemplares firmados y dedicados a otras personas no solo se interesan por su valor como rarezas, sino también por las historias que encierran esas dedicatorias. Estos volúmenes pueden incluir mensajes íntimos, autógrafos de escritores reconocidos e incluso detalles curiosos, como una gota de sangre de Gabriel García Márquez en una página de Doce cuentos peregrinos. Un ejemplo es Alejandro Gaviria, quien ha reunido primeras ediciones de García Márquez y otros autores, apreciando en las dedicatorias una forma de asomarse al pasado.

Esta clase de coleccionismo permite conservar relatos y vínculos entre autores y lectores. Además, los escritos de puño y letra nos permiten conocer la caligrafía de los autores: algunos la tienes muy esmerada y otros que hay que descifrar. Los libros autografiados pueden contener dedicatorias que revelan conexiones personales entre el autor y el destinatario, ofreciendo una ventana única a la historia; pueden ser extremadamente raros, lo que aumenta su valor para los coleccionistas que buscan objetos únicos. Entre las más famosas se encuentra una de Gabriel de García Márquez, en un ejemplar de Los funerales de la Mamá grande: “Para Julio Cortázar, con la envidia y la amistad de Gabriel”.

Hace algunos días, me escribió por Messenger, alguien a quien no conocía: “Querido Homero, soy Giovanni y te escribo desde Roma, Italia. Un placer conocerte virtualmente. Soy lector y coleccionista de literatura sudamericana y centroamericana, en particular estoy llevando a cabo el proyecto de construir una biblioteca privada de inscripciones dedicatorias en libros. Creo que en las dedicatorias podemos vislumbrar la literatura secreta y fantasma de escritores y poetas, una literatura pensada para el encuentro íntimo. Creo que es muy fascinante, es un género real”, estas palabras iniciaron una relación que ahora da sus frutos en este artículo.

Giovanni D’Aiuto, de 35 años, jurista de profesión, vive en Roma con su compañera Mariagiulia; es un bibliófilo que colecciona libros con dedicatorias manuscritas. “Desde que leí Rayuela en mi adolescencia, y más adelante descubrí a Márquez, Borges, Bolaño, Fuentes, Vargas Llosa hasta llegar a autores menos conocidos en Italia como Donoso, Arlt, y también Laiseca y otros escritores contemporáneos increíbles ((a muchos de ellos los conocí gracias al encomiable trabajo de Barbara Stizzoli y Loris Tassi para la editorial Arcoíris, en la colección «Gli eccentrici), se me abrieron las puertas a la exploración de una narrativa multiforme y de una profundidad infinita, que me llevó hasta la Bolivia fantasmal de Jaime Saenz en la novela Felipe Delgado”.

D’Aiuto es un coleccionista apasionado, que se enamoró de “la idea de rastrear, a través de un proyecto de biblioteca privada–wunderkammer, la historia secreta de la literatura sudamericana y centroamericana, contada a través de las dedicatorias escritas en los libros: “Considero que las dedicatorias (especialmente aquellas más complejas, dirigidas a seres queridos o a colegas escritores) revelan, además de un testimonio histórico de un tiempo y un espacio que evocan en el presente de manera casi mágica, una corriente subterránea de la literatura, un verdadero “género” literario que, en pocas líneas herméticas, sugiere la personalidad de sus autores, el mensaje afectuoso, amoroso, de estima, de rivalidad, de interpretación, de fantasía y de misterio dirigido a los afortunados destinatarios”. 

D’Aiuto me comentó que el proyecto de colección tiene el nombre de «La caja fantástica», un contenedor de maravillas que se revelan en las primeras páginas de los libros. Según D’Aiuto, “el nombre nació de una de las dedicatorias de la colección, por el genial Mario Bellatín, uno de los más grandes escritores mexicanos contemporáneos. En la rarísima tercera copia (de 30) de la nueva edición colombiana del libro de Mario La escuela del dolor humano de Sechuán, en forma de caja (curada por el brillante Erasmo Pantoja de la editora Biblioteca Popular Bruce Lee), Bellatín escribió: “A Giovanni, esta caja fantástica”.

La colección de D’Aiuto también tiene un símbolo, un avatar, derivado de una antigua ilustración de principios del siglo XX realizada por el artista Antonio Rubino, ilustrador italiano, que refleja la pasión bibliófila y la profunda, casi escheriana, inmersión en los misterios de las dedicatorias de nuestro coleccionista.

Acerca del primer título que inició la colección, como era de imaginar, corresponde al primer amor del coleccionista: Cortázar, sobre una edición francesa que perteneció al escritor Alexandre Blokh y a su esposa Nadia. Aquí el escritor juega gráficamente con el doble sentido del «balloon» del cómic y del globo rojo: «… ce ballon vole vers vous …»

Luego D’Aiuto me cuenta, orgulloso, de la brillante y autoirónica dedicatoria de Onetti a sí mismo (citada en la página 275 de la biografía escrita por Carlos María Domínguez, «Construcción de la noche. La vida de Juan Carlos Onetti»), sobre una copia que probablemente luego perteneció a la ensayista y crítica Josephina Ludmer: «Para Onetti, mi mejor amigo, con todo cariño, Onetti». Sin duda alguna, me pareció sorprendente.

El máximo tesoro de la caja fantástica es una espléndida dedicatoria de Borges, así es, del maestro archicitado y venerado por la eternidad, cuya escritura es absolutamente borgeana –señala D’Aiuto–, “al poeta y “rival» Oliverio Girondo, quien, en el más puro estilo del inmenso genio, reflexiona sobre el tiempo y la ficción, en la apertura de una primera edición de Ficciones (importante testimonio histórico del hecho de que ambos autores, a pesar de las tensiones narradas en las biografías, mantenían una relación de intercambio intelectual): «Para Oliverio Girondo, estas Ficciones que son sueños y se mezclan con esa otra ficción que es el Tiempo, cordialmente, Jorge Luis Borges».

Casi una poesía, la sentida dedicatoria del poeta y novelista cubano José Lezama Lima en la primera edición de su obra maestra Paradiso, dirigida al poeta y periodista Ángel Augier:  «Para Ángel I. Augier, para que, como conocedor de lo cubano, sienta un misterio que no se revela y un secreto que se regala como agua en el cuenco de una mano».

Una vez más regresa el tema del tiempo en la dedicatoria de un volumen americano por parte del gran escritor chileno Donoso, quien escribe: «Un abrazo desde el fondo del tiempo».

En uno de sus mensajes remitido por el correo electrónico, D’Aiuto señala: “Mientras tanto, me he sumergido, además de en la búsqueda de libros y dedicatorias clásicas, en el contacto con las voces más nuevas de la literatura contemporánea, entrando en contacto con brillantes autores argentinos como Farres, Luppino, Magallanes, Marmat, Ríos, Neuman, y el uruguayo Polleri, quienes me han destinado espléndidos textos o, en el caso de Luppino, verdaderos actos caligráficos, al estilo de un antiguo escriba japonés con trazos de tinta negra”.

A continuación, algunas dedicatorias que escritores le han hecho al propio D’Aiuto:

–Marmat: «Para el romano Giovanni D’Aiuto, coleccionista de marcas en el tiempo, aquí tu pasaporte a un territorio innombrable, Malasya. En vivo escribo para el futuro cuando la extinción deje unas pocas ruinas».

–Farrés: “Para Giovanni, el coleccionista de almas, porque sabe buscar y encontrar las marcas más íntimas que los escribas desean en sus libros y con ello armar la historia secreta de la literatura. Un mapa hecho con jirones de vida. Espero que estas mínimas palabras encuentren allí algún rincón».

En el intercambio de mensajes, D’Aiuto me preguntó si tenía algún libro dedicado por Jaime Saenz. Le envié la fotografía de la página del libro Al pasar un cometa, en la que el mítico poeta paceño escribió: “Para Homero Carvalho, con todo afecto. Su amigo. Jaime Saenz.

Después de leer las dedicatorias que colecciona D’Aiuto, recordé al escritor boliviano Neftalí Morón de los Robles que, en su libro Antología poética, volumen II, incluye las dedicatorias autógrafas que varios escritores le escribieron. He aquí algunas de ellas:

–“Muy afectuosamente para mi distinguido amigo, cumpa y colega Neftalí Morón de los Robles”. Oscar Alfaro G. La Paz 1963.

—»Este libro es el libro del más grande hombre que tiene Bolivia, y es grande porque es indio, a mi amigo don Nefatlí”. Fausto Reinaga. La Paz, 1965.

— “Para mi estimado comprovinciano y colega en el cultivo de las Letras Neftalí Morón de los Robles: Homenaje de afecto y simpatías”. Hernando Sanabria Fernández. Santa Cruz de la Sierra,1976.

—»Al camarada Neftalí Morón de los Robles, con el más fraternal afecto esta contribución a la lucha por un mundo mejor”. Jean Russe. La Paz, de 1958.

Recuerdo también una que Jorge Suárez, escritor y poeta, le dedicó a una persona que le caía mal: “A pedido expreso del interesado, me veo en la obligación de dedicarle este libro”.

Leer las dedicatorias que colecciona D’Aiuto trajo a mi memoria algunos libros autografiados por sus autores que engalanan mi biblioteca, entre los que puedo mencionar a muchos escritores. Entre ellos atesoro a Augusto Monterroso, Homero Aridjis, Gonzalo Rojas, Leopoldo Castilla, María Casiraghi, Yevgeny Yevtuchenko, Elena Poniatowska y muchos otros. Incluso poseo ediciones antiguas de libros dedicados por sus autores a otras personas, como Scopas de Franz Tamayo, fechado en 1945.

Algunas son muy especiales, como la del libro La Sueñera, de Ana María Shua, que encierra un misterio que, muchos años después, se me revelaría: “Para Homero Carvalho, a cambio de sus ángeles, estos sueños. Ya vas a ver cuánto tienen en común”, 1995. Ana María se refería a mi libro Historias de ángeles y arcángeles y años después descubrí que ambos somos devotos de la microficción y de los sueños y pesadillas.

De Eugene Gomringer, padre de la Poesía Concreta: “Para el gran poeta de La luna entre las sábanas y Quipus. De su admirador. Muy agradecido”. Alemania, 2015.

De Agustín Monsreal: “Para Homero, el de Bolivia”. México, 2023.

De María Antonia León: “Por jugar con los géneros literarios, para cubrirlos de luz”. 2024.

De Omar Aramayo: “En Salamanca, tan lejos hemos venido para darnos un abrazo”. 2024. Quizá esta dedicatoria me sirva para el abrazo virtual con Giovanni, coleccionista de dedicatorias. La literatura genera complicidades.

A veces sucede que los libros autografiados no siempre son valorados y los escritores nos podemos encontrar con nuestros libros autografiados en ventas de libros usados. “Una de las más célebres la contaba el escritor argentino Juan Filloy. Poco después de la publicación, en una edición de autor, de su novela ¡Estafen!, de 1932, le envió un ejemplar a Borges. “Se la dediqué, como se usaba entonces: ‘Con afecto, Juan Filloy”, detalló en una entrevista. Tiempo después, en una tienda de usados, encontró un ejemplar de esa misma novela. “Me resultó muy raro –explicó–, porque yo hacía ediciones solo para los amigos. Cuando lo abrí, encontré con sorpresa la dedicatoria. ¡Era el libro que le había regalado a Borges!”[1]


[1] https://letraslibres.com/literatura/libros-autografiados-por-sus-autores-historias-y-dedicatorias/

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