Hugo H. Padilla Monrroy
José Pedro Moebo es el padre…
María Juana Sapiapuca es la madre,
Jesús Mesías es el hijo mayor,
Santiago Pablo es el otro hijo varón.
Ana Magdalena es la hija surrapa.
Viven a orillas del río Verde, cerca del monte de Chaparú.
La jornada chacarera ha concluido para los varones.
Mientras que las labores de lavar y cocinar, cansaron a las mujeres
Es el día 24 de diciembre de un año ya pasado.
Fin del día, cuando empieza el continicio.
La cena degustada, fue chocolate caliente, pan de arroz y masaco de yuca,
María Juana dice: cuando yo vivía en el pueblo de San Nicolás,
se recordaba el nacimiento de un niño llamado Jeshuá.
había rica comida de un pato grande.
Santiago Pablo replica: aquí tenemos patos..
María Juana sigue: Había un árbol verde con luces…
José Pedro añade: Nosotros tenemos muchos árboles verdes
muchas luces en el cielo con la luna canchonera,
María Juana continúa: Habían unos santitos, animalitos debajo del árbol…
que rodeaban un peladingo…
Jesús Mesías habló: ¡Ese era yo!
Replicó José Pedro: Tu deseo, pelao intruso!!!
Todos riyeron y festejaron la picardía del jovachón,
Todos se fueron a sus chapapas enmosquiteradas,
José Pedro, se recostó en la hamaca,
armó su «envuelto” con tabaco cayubaba
le prendió fuego y pitó el humo tabaquero,
miró al cielo, vio cruzar una estrella fugaz,
la vió esconderse sobre la copa de un ambaibo…
En la paz, armonía y el amor de una familia campechana,
pasó una noche mas, camba y campesina,
en otros lugares llaman Navidad. Noche Buena, Noche de Paz…
Se apagaron las lamparinas, se adueñó la oscurana del pahuichi,
solo el cantar lastimero de un lejano Guajojó,
hizo dúo con el Silvaco trasnochado,
ignota estancia del pintaú con su rugir cantarino,
el coro de grillos es sinfonía, en villancico campechano,
es una noche más de las extrañas navidades de otras gentes,
en recuerdo del nacimiento del hombre libre, de buenas costumbres,
enviado por el que todo lo puede, con mensajes y parábolas de bien,
en una noche, de un desértico paraje en Efrata,
un pesebre cobijó la viajera familia,
la santa madre arrulló, amamantó en su regazo al niño,
el santo padre, cuidaba desde fuera la divina escena,
mirando al cielo sin luna, elevó una oración,
Baruj Hashem
“gracias mi Dios”
En la Navidad del 2024, en una de las selvas de Mojos.