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Musculatura electoral: cada quien presume de lo que carece

Las elecciones primarias de este domingo fueron calificadas por el vicepresidente como un ejercicio electoral para “medir la musculatura” de cada partido.

Al leer esas declaraciones me vino a la mente la frase que dice que “Cada quien presume de lo que carece”.

Y de eso se trata esta absurda elección, en la que realidad no se elige a nadie. Solamente servirá para que el MAS pretenda mostrar una musculatura (que en su momento fue imponente, cierto) de la que hoy carece, e irónicamente, por eso mismo necesita este triste, oneroso e inútil simulacro de elección.

El partido de gobierno se acostumbró a ser alabado y reconocido por su musculatura, expresada en marchas multitudinarias, que supuestamente mostraban un apoyo mayoritario real. Pero resulta que esa musculatura, aunque voluminosa, era falsa, inflada con esteroides ─y de los ilegales─ cuyo uso lo descalificaría en cualquier contienda atlética (o electoral) seria.

¿Cuáles fueron (y son) esos esteroides electorales? Empleados públicos obligados a ir a las marchas de apoyo al jefazo, incluso a otras ciudades (últimamente pagando el viaje con sus propios recursos, con la promesa de una futura devolución); una permanente campaña de propaganda política pagada con recursos públicos (es decir, en gran medida con dinero de contribuyentes que no apoyan al MAS); reducción de la primera autoridad política del país a una simple figura de esa propaganda, ante su ya obvia incapacidad de ejercer la presidencia; amenaza permanentemente a la libertad de expresión; desinstitucionalización del país; eliminación de la independencia de poderes (poder electoral incluido, para que éste no denuncie el uso de estos esteroides ilegales).

Pero como suele pasar, estos esteroides no pueden usarse por siempre, su uso exagerado pasa factura. Y hoy cada vez más gente se da cuenta de la impostura del MAS. Y al buscar la otrora impresionante musculatura, ya se adivina la piel ajada, la carne maltratada y cansada, el deterioro ocasionado por más de una década de abuso de recursos prohibidos, y el espectáculo que ahora ya no encandila, sino que causa lástima por su ya inocultable debilidad, e indignación por su obstinación en negar lo obvio.

Imagino la figura del representante del MAS este domingo, flexionando el brazo intentando mostrar la musculatura que hoy extraña, y debajo de la camisa arremangada, pese a sus esfuerzos, solamente podrá exhibir sus carnes flácidas y dañadas, sus venas inflamadas que desesperadamente piden más esteroides, que son la única forma de seguir en carrera, y son al mismo tiempo su condena a la derrota definitiva, a corto o mediano plazo. Y en sus esfuerzos, nos recordará a un luchador que, habiendo dejado ya atrás sus días de gloria, no tiene la grandeza de retirarse, pues se la negó a sí mismo hace ya varios años, al elegir seguir vigente a través de la trampa y el engaño.

Sabe que la única manera que tiene de ganar la futura competencia es eliminando cualquier posibilidad de imparcialidad del árbitro electoral, aunque cada vez más integrantes del público (de cuya aclamación depende su triunfo) ya no crean en él.

Por eso desea, necesita sentirse ganador al menos una vez más, no importa que sea en una competencia irregular y amañada. La verdad es demasiado cruel para aceptarla, y prefiere vivir su decadencia engañándose, y aprovechando las últimas mieles del triunfo (aunque ya empiece a saber amarga).

Por eso baña su mentiroso discurso con términos grandilocuentes como pueblo, democracia, dignidad, madre tierra, honestidad. Porque es cierto, cada quien presume de lo que carece.

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