Jarana
José Miguel Sandoval Bleyer – Bolivia
Estuve en una fiesta donde a la mitad de la gente no la conocía y a la otra mitad no la recordaba.
¡Qué bien la pasé!
Pandora
Maribel García Morales – Colombia
Decidida, abrió la caja y dejó salir las penas, los sufrimientos y las enfermedades dolorosa y letales. Y, como abeja a la miel, se apegó a su hombre sin importarle que le tocara trabajar como mula para mantener a semejante zángano.
Que la historia no la condene: ella -la única que vio el contenido completo de la caja -sabe que en el fondo aguarda la esperanza.
Escasez
Lester F. Ballester – Cuba
Hace unos días les comenté a mis abuelos que iba a empezar a escribir para el periódico. Ellos me miraron, sabiendo algo que yo desconocía y no dijeron nada. Entonces recordé que en Cuba no hay papel sanitario.
Eterna juventud
Norma Yurié Ordóñez – Guatemala
Después de varios años de ausencia, el viejo pintor iba a develar su mejor obra: un insólito retrato.
Sin embargo, al encender las luces de la galería el artista yacía muerto, y el marco estaba vacío.
Detrás del salón el hermoso Dorian Gray se escabulló entre las sombras.
La duda
Manuela Vicente Fernández – España
El último hombre que quedaba sobre la faz de la tierra las vio venir de lejos y, conforme se iba acercando, se santiguó al ver sus expresiones idénticas: «¡Por el amor de Dios! ¿Serían todas muñecas o habría entre ellas alguna hembra?»
El libro detestado
Campo Ricardo Burgos López – Colombia
Pedro detestaba cierto libro y por esa razón, todos los días compraba un ejemplar y lo quemaba. Cuando murió tenía más de 70 años, así que se imaginarán cuántos ejemplares del libro quemó si empezó a los 25. Al momento de morir, Pedro pidió a su hijo que continuara la tradición de quemar diariamente el libro detestado y su hijo, sin tomarse la molestia de leerlo, hoy todavía compra y quema diariamente un ejemplar del libro detestado por el padre.