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Microrrelatos – Colección de literatura breve XXXIX

Lo que no se dice

Rosario Quiroga de Urquieta – Bolivia

Él la está observando. La sabe tierna y fresca. Avanza. Él quiere probar una vez nomás el sabor de su primaveral piel.

Lo ve agrandarse.

El quejido primero se estremece, luego lo ahoga la fuerza.

Absolución

Norma Yurié Ordóñez – Guatemala

La turba había desaparecido en las montañas. Después de haber recorrido grandes distancias, el hombre recuperaba el aliento tras un árido peñasco. Tenía las manos ensangrentadas y la daga refulgía con gesto malévolo en el muslo izquierdo. Al encontrarse solo, en medio del silencio, una sonrisa sardónica le cruzó el rostro.

—La mejor rehabilitación es el fin de todo —replicó una bala perdida mientras lo envolvía en un destello.

Nebulosa

Patricia Dagatti – Argentina

La madre toma a la niña de un brazo. Es mía, dice. El padre, la toma del otro. Tironean. En el vaivén, los músculos ceden y se contraen como si quisieran retener al contrincante. Debido a la fuerza excesiva que ejercen, salen despedidos hacia atrás. Se tambalean. Con la mano que les queda libre dan manotazos al aire para no caer. Apenas recobran el equilibrio, los gritos se acallan. Ambos observan con estupor el cuerpo mutilado que se eleva, incandescente.

Ojos de Santiago

Pía Barros – Chile

A Gustavo Gatica y Fabiola Campillay

El balín dio de lleno en su ojo derecho. Cayó echando sangre por la cuenca. Se puso de pie y levantó las manos, volvió a caminar. Esta vez el balín le arrebató el ojo izquierdo. Solo aceptó la ayuda de los otros estudiantes que lo sostenían en esa marcha infinita.

-Soy el país -dijo sangrando sin dejar de avanzar hacia mañana.

Imperecederos

José Miguel Sandoval Bleyer – Bolivia

Como si fuera en un sueño, el tiempo pasó en un pestañear; pero, seguimos aquí.

Puedes pensar que hemos vivido una tragedia tras otra; pero, sin embargo, aún seguimos aquí y estamos bien.

El crimen verdaderamente perfecto

Álvaro Pérez Sastre – Colombia

Asesiné al sepulturero. Lo hice con la misma pala que él empleaba para excavar las tumbas. Todos saben que lo maté, pero como tomé su lugar nadie ha dicho nada.

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