El origen
Caro Fernández – Argentina
El pequeño deja de nadar al descubrir un cuerpo con las piernas abiertas. Entre el miedo y la intriga gira para verle el rostro y con horror reconoce a su madre. Intenta alejarse desesperadamente pero ya es tarde, su cabeza ha coronado y la partera lo sostiene con firmeza.
Final de juego
María Elena Lorenzin – Argentina
Le preocupaba tanto el paso del tiempo que tomó la costumbre de invertir las cifras cada cumpleaños. Así, a los 75, ella cumplía solo 57 y se comportaba como una mujer de 57; a los 81, volvía a los memorables 18 y se vestía como una adolescente; a los 90 se volvió una niña de 9, se dejó trenzas y hasta cambió la voz. Todo fue bien hasta que cumplió los 101 años.
¿Te quedas?
José Antonio García Pérez – Cuba
Lo mejor de tratar con el cliente, es la diversidad de gente que conoces. Deconstruyes estereotipos y los vuelves a armar. Cualquiera es un cliente. Ayer fue una Directora de Escuela Primaria. Llamaron por teléfono, buscando información sobre algún caso de alumno en especial.
¿“Xalumno” ?, ése vive en EU, se fue, la madre se lo llevó cruzando por la frontera. Ya llegó también, por suerte.
Por una suerte de paralelismos, todos se van –o se los llevan–, sin importar la edad ni el sexo; aquí no hay una taxonomía. El hijo de la Directora, también está allá.
Malas cuentas
Audberto Trinidad Solís – México
Y Adán no entendió porque le explicaron con manzanas, sin peras.
Cabañuela
Lester F. Ballester – Cuba
Los dos guajiros se pararon en medio de la sabana. Con ojo avizor y un profundo análisis meteorológico miraron al cielo. Al final de casi una hora en pie, con el sol reventando los potreros, se miraron y asintieron con un gesto de plena satisfacción. Pero el gesto fue apenas nada cuando a 500 metros de ellos, vieron descender un rabo de nubes y mutar en un estridente tornado, que sin miseria alguna y muy errático en sus movimientos lanzó por los aires, un par de vacas que pastaban en la pradera. Los dos hombres atendieron aquel asunto sin inmutarse por el fuerte viento, ni las reses que llovían alrededor suyo.
Cuando el evento hubo terminado los dos campesinos dieron media vuelta y enfilaron para el batey, solo acompañados de la prudencial sentencia:
–Este año viene enmarañado.