Siembra
Patricia Nasello – Argentina
Cava un hoyo y deposita palabras armoniosas que deja al rescoldo de la tierra. Sin embargo, no siempre cosecha melodías.
Mueca contraria
Chris Morales – México
Lento, paso a paso llegaba al parque, colocaba sus muletas a un lado y mostraba una cartulina con la leyenda: chistes por unas monedas. Lograba algunas risas, menos la de su padrastro al ver las ganancias.
Amenaza
Rodolfo Lobo Molas –Argentina
¡Te voy a matar, te voy a matar! -me decía cada vez que yo hacía alguna travesura de grueso calibre. Y yo, rebelde y desafiante, corría riéndome de ella. La pobre, entonces, volvía sobre sus pasos mascullando su rabia. Hasta el día que escuché un ruido ensordecedor cerca de mi oreja, y ya no pude ver cómo la policía se llevaba esposada a mi abuelita.
Dobleces
Karla I. Herrera – Honduras
Ella parecía ingenua e incapaz de incurrir en la menor falta. Cuando hablaba su lenguaje era torpe y desarticulado. Meses después, al enterarse del delito cometido con su activa participación, supieron que la cándida mujer era más taimada de lo previsible.
Seres de luz
Estéfani Huiza – Bolivia
Los abedules, no son plantas, son seres diminutos, quiebran en llanto cuando escuchan a la lluvia, sobre todo, cuando hay truenos. Estos pequeñísimos amigos transitan entre la vida y la muerte, son como entes que llevan información a ambos mundos. En las noches, cuando todos duermen, se transforman en esferas transparentes y transitan por calles, avenidas, parques y los espacios dedicados a la vil humanidad. No tienen ojos, están hechos de energía, pero se mueven con tal velocidad y proeza que nadie percibe ese mísero detalle. Su misión en esta vida es simple y sencilla, amar y dar consuelo, por eso se disfrazan de árboles.