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Microficción boliviana

He aquí una breve muestra de textos de escritores bolivianos que cultivan la práctica de contar universos en pocas palabras.

Como dice Homero Carvalho, uno de los precursores de este género en nuestro país: “Sabemos que el minicuento, microcuento, microrrelato o microficción contemporáneo echa mano de todo lo que puede. Aprovecha las leyendas, los mitos, los clásicos de la literatura, del teatro, del cine; reinterpreta la religión y la ciencia, todo le sirve para comprometer al lector en una lectura intertextual. Incluso el título es parte substancial del texto, llegando a redondear la historia contada. En el microcuento no interesa tanto lo que se escribe como lo que no se escribe, importa mucho más lo que se deja de decir, lo que se sugiere, porque allí está el verdadero universo narrativo”.

Los escritores van en orden alfabético.

Sisinia Anze Terán
Esquizofrenia

Creí que deshaciéndome de ella se acabarían mis problemas; han transcurrido veinte años desde que la enterré en el sótano de la casa y no ha habido desde entonces una sola noche que no escuchara sus gritos haciendo eco en las paredes de mi cráneo.

Espectro

Estoy empezando a creer que hay algo malo conmigo. Desde hace algún tiempo ahora, a causa del tedio y de la soledad, he tratado de hacer nuevas amistades. Pero, cada vez que me encuentro con alguien y me acerco para entablar conversación, por alguna razón que no comprendo, siempre salen corriendo con una expresión de horror en el rostro.

María Claudia Ardaya

Vestigio

Clavo el puñal cerca de la aorta izquierda, aunque la piel humana puede funcionar como elástico, esta piel ya está lo suficientemente estirada para aguantar el puntiagudo artefacto que la desgarra. El olor a sangre ha tomado la habitación, el rojo oscuro casi grisáceo posa como un filtro en mi retina.

Soy asesina, he asesinado, y lo peor es que me ha gustado.

Mientras mi mano izquierda que tiene vida propia escribe esta nota: «Me he convertido en homicida, lo he hecho por elección. He matado el último vestigio de nuestro amor. Siempre afirmé que el silencio era el cuchillo más afilado para penetrar un cuerpo. No debiste esperar el día que decida partir para poder decirme aquello que tu piel grita y tu boca calla, no hay un motivo exacto, pero acá yace nuestra historia. Cometí el crimen sin ningún atuendo más que el que me dio Dios porque la locura es un vestido que solo algunas llevamos con elegancia».

Rutina

El tedio de la rutina iluminaba mis oscuros pensamientos donde deseaba vehementemente asesinar.

Así de simple como lo cuento, solo tenía deseos homicidas, supongo que era normal. Mi padre asesinó el alma de mi madre hasta asfixiarla con hilo de pescar. No pagó su pena en el juzgado, la maldición cayó sobre mis hombros y me convirtió en un mitómano, misógino, lunático que odiaba necesitar a las mujeres como la noche odia la luz del día, porque al salir el sol ella muere.

Márcia Batista Ramos
Estadísticas

Los ojos curiosos observan todo. Observan cómo viven los que mueren antes. Observan la muerte en sus finitas formas de existir. Clasifican la muerte en estadísticas por: hambre, guerra, enfermedad y accidente.

  • ¿Y por miedo?
    -Ese tipo de muerte no entra en las estadísticas.

Ella y él

Ella era bella. Su alma estaba llena de sueños y libros.
Él era un hechicero de las palabras: un poeta.

Jorge Barriga
Moneda en el Aire

Al final para él, las dos, irse o quedarse tenían tantas ventajas como desventajas, no podía posponer más su decisión; resuelto, buscó en su billetera, sacó una moneda y con su dedo pulgar la hizo volar al aire.

Durante las centésimas de segundo que la moneda se mantuvo girando en el aire, emitiendo ese sonido metálico al chocar con la uña, y destellando la luz con cada una de sus caras sucesivamente, un Diego se quedó en su pueblo natal a jugar futbol con sus amigos todos los sábados, y enamorar a la Sandra, y otro Diego partió a la ciudad donde no jugaría un partido hasta muchos años después, pero tendría sexo con la Roxana, y luego con varias otras novias de las que poco se acordaría.

Diego en el pueblo la pasaría mal, sin trabajo y sin dinero, al regreso de su hermano podrían trabajar juntos en un taller. Diego en la ciudad, la pasaría mal sin amigos y trabajaría en el empleo que le había conseguido su mamá y después en muchísimos otros trabajos más, enviándole la mayor parte de su sueldo a su viejita.

Diego del pueblo terminaría con la Sandra, y tiempo después se enamoraría de la Karina, se casarían y tendrían 3 hijos, y Diego de la ciudad luego de innumerables novias y otras relaciones se casaría con la Martha, pero 8 años más tarde se divorciaría, con un hijo.

Cuando muriera su madre, Diego sostendría su mano, pero Diego de la ciudad regresaría apenas a tiempo para el entierro, a partir de ese día no volvería más al pueblo.
Los fines de semana Diego a menudo los pasaría con familiares y amigos haciendo una parrillada en su casa, y Diego trabajaría en su propia tienda, a veces lo invitarían a una cena, pero cada vez menos.

Diego tendría al Doki que lo recibiría, moviendo la cola, cuando vuelva a casa, y otra vez le rechazarían el préstamo mientras que Diego se acordaría siempre del Rambo, qué macana tener departamento, lo bueno es que ese año terminaría de pagar las cuotas.

Veinte años después, una noche, los dos mirarían a la luna, uno desde el patio de su casita, el otro desde el balcón de su departamento, y se preguntarían cómo habría sido su vida si esa mañana la moneda hubiera caído del otro lado.

Homero Carvalho Oliva

Ingratitud

Con los años el verdugo adquirió tanta experiencia, que de un tajo, limpio, certero y sin dolor alguno, cortaba la cabeza de sus víctimas. Sin embargo, nunca recibió de ellas una palabra o un gesto de agradecimiento.

Pachamama

Doña Justina Cusicanqui, tierna y sabia anciana, cuenta que escuchó a su abuela relatar la historia de un aymara que, ante los porfiados sacerdotes católicos que pretendían obligarlo a bautizarse cristianamente, para que el pobre hombre salve su alma salvaje y pecadora, respondió muy sereno:
-Yo nada espero del Cielo, todo me lo dio la Tierra.

Kori Bolivia Carrasco Dorado
Despertar

No sé cómo Juan se estremeció repentinamente. Huellas aparecieron en el suelo y miró a los lados. Nadie, parecía solo.

Sin embargo no, un cangrejo se le acercó caminando de lado y eso que no había playa. El oído apuró, volvió a mirar cuando un silbido venido de lejos, lo aturdió. El cangrejo le mordió el dedo del pie y, al mirarlo, le hizo una seña. Se escondieron los dos bajo un manto oscuro colgado en la percha. Se despertó agarrando la cortina.

Todo se acaba

Un gato paseaba por los techos. Le gustaba que la luna lo persiguiera y corría, corría y la miraba, ella lo perseguía. Una noche no se dio cuenta de que estaban cambiando el techo y, al correr y saltar entre las tejas sueltas, se chocó la pata trasera dando una voltereta en el aire. Cayó de panza encima de algo suave. Ese algo lo abrazó, lo besó y lo hizo trapo de juguete. ¡Pobre gato que creyó que tendría 7 vidas para siempre!

Vanessa Giacomam

Cirugía

Creí que había salido bien de la cirugía hasta que caminé y atravesé la pared.

Rompecabezas

La última ficha de mi rompecabezas era difícil de encajar; sería por los kilos de más.

Ramiro Jordán

Somos

Somos lo que intentamos: almas en construcción, rayos de plata en la noche de luna menguante. Somos bengalas que atraen los tifones de levante. Me incluyo a la primavera, en las noches perpetuas, donde juego con tus curvas que me salpican cual sirenas que amarraron a Odiseo en el mástil de su barco, en febriles y encantados momentos. Soy la sed intermitente del tiempo, de melodías, colores y sabores, de teorías obsoletas, de amores y sensaciones eternas, música en la lluvia de nieve, seducciones húmedas trashumantes y perennes. Nunca fuimos amigos, empezamos al revés (con besos y caricias), por un desconcertante azar del destino. Bordé en tu cuerpo mis locas intenciones, tú, sin embargo, bordaste el mío con flores, alientos, ternuras, pasión, besos y caricias. Nunca importará la distancia ni las huellas ni la noche. Las insulsas despedidas serán eso, simplemente insulsas, lo único legítimo es el camino de estrellas que dejamos marcados en el infinito cuando hacemos el amor.

Somos la fresca brisa de la luna llena sin luna, frases de historias inconclusas, lejanías sin distancia, cenizas del olvido escritas en un verso, el gusto del aliento, el sinsabor saboreado de lo complejo y de lo único.

Gonzalo Llanos Cárdenas

Menuda ambición

A la casa de un hombre los ladrones ingresaron muchas veces. Lloraba su desgracia. La policía nunca hizo algo. Cansado, vendió todos sus bienes excepto su cama. Un domingo vino otro ladrón, sorprendido, no encontró qué robar, salvo los sueños de aquel hombre.

El gatocínico

El gato rondó la sala a mitad de la película hartado de pipocas y papas fritas que encontró en el piso. Era la última función y sería su último festín. Y, antes que el héroe de la película besara a la chica, todo se cortó. El dueño del cine persiguió al gato para matarlo, pues se atrevió a saltar sobre el héroe de la película para darle feroces zarpazos.

Teresa Constanza Rodríguez Roca

Buen retiro

Para Navidad, Santa Claus me trajo un regalo que no era grande, pero igual me alegré. Fui a mi cuarto de inmediato y empecé a abrirlo. Era una casita de techo rojo y paredes amarillas, también había un juego de sala, comedor, dormitorio, cocina y baño. Puse los muebles y pantallas en las habitaciones correspondientes, luego las pequeñas cortinas color marfil en cada ventana. Con paciencia, acomodé los cojines en los sillones, tendí la cama y coloqué los utensilios de cocina en los armarios. Conseguí rosas para los floreros diminutos y conecté el sistema estéreo, que también venía incluido. La casita resultó una dicha, era tan placentera…

Mi familia y amigos han revuelto cielo y tierra buscándome. Al parecer, nadie sabe dónde estoy. Ahora nadie me perturba.

Insomnio

Las pantuflas de madre duermen a pierna suelta toda la noche. Ella las vigila.

Jackeline Rojas Heredia
Me toca a mí

Rosalía aprendió a identificar la multiplicidad de significados en las palabras emitidas por la boca de Juan. Unas la acariciaron, otras la manipularon y las más, la lastimaron. Aprendió que el agua salada de sus ojos es mejor retenerla o beberla; pero el plato fue volcado y no lo hizo sola. Hoy sí Juan la mira y ella nota algo de odio en su mirada, hoy sí la toca y no es suave su tacto, hoy sí su voz eleva el tono, ella le recuerda que puede señalarlo, que bastará el agua de sus ojos, que él ignoró, para matarlo en público, para reír después en silencio, porque ahora sabe, porque lo repite y se repite…Me toca a mí.

Silvia Rózsa Flores

Distanciamiento social

En pandemia nadie es tildado de racista.

Quédate en casa

Un virus recorre las calles sin encontrar víctimas.

Miguel Sequeiros
Una mano

Me pidió que le diese una mano en la cocina. Me la tuve que cortar con un machete que recogí en el jardín.
Espero que mañana no me pida un pie porque tengo que caminar al trabajo cada día.

Mi otra mitad

Por fin encontré a mi otra mitad.
Ya extrañaba mis extremidades inferiores.

Eliana Soza Martínez
Fuertes

«A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir» me dije al ver su cuerpecito lleno de lodo. A pesar del peso del barro, la pequeñita quería pararse y caminar. La cogí para ayudarla, pero le era imposible tenerse en pie. Su agilidad y elegancia estaban enterrados en ese líquido pastoso que se había comido nuestra casa y casi la devora a ella. No quedaba ni un ápice de esperanza en ese lugar. Después de limpiarla, juntas viajamos en búsqueda de una vida mejor. Solo nos teníamos la una a la otra y unos cuantos pesos. Lo que aprendimos fue que éramos más fuertes de lo que imaginábamos.

Redes

La tarde languidecía; El trinar de las aves despidiendo el día, era el aviso del comienzo de mi jornada. Salí con premura a calles húmedas, mojadas por el dolor de sus transeúntes. Mis pasos seguros demostraban mi reinado en las aceras apenas iluminadas, que se desdoblaban hasta una plazuela transformada por las sombras de la noche.
La luna jugaba con las estrellas y yo con mi cartera. Me quedé ensimismada viéndolas en una esquina, pero un golpe de realidad me sacó de mi abstracción. La bocina de un auto me llamaba, alguien me iba a recoger. Subí, como siempre, con una sonrisa fingida. Lástima, era otro esquizofrénico que fantaseaba con asesinar mientras lo hacía. Lo que no sabía es que no era el primero; varios habían caído en mis redes hechas satén y encaje. No por nada me llaman: la Viuda Negra.

Gigia Talarico

Maldición

Él, tratando de conquistarme, me había hablado entre otras cosas, medio en serio medio en broma, de sus dones de brujo, me hizo varios regalos y hasta quiso llevarme a Buenos Aires, pero algo en él no me convenció.
-Todo el mundo navega en tus ojos le dijo antes de partir – desalentado y triste ante mi permanente rechazo; me pareció dulce se despidiese con un cumplido tan hermoso que hasta me sentí culpable. Desde entonces, hacen ya quince años, todos mis pretendientes han muerto ahogados.

Selfie

Nadie me vio todavía, piensa mirándose al espejo; será su primera selfie después de sus múltiples cirugías. Sus ojos almendrados, recién hechos, siguen el examen del espejo, observan en detalle la nueva nariz, igual a la que casi todas llevan en la oficina, diminuta y en punta; un poco grandes los hoyos pero igual me gusta, piensa. Sus uñas color sangre acarician uno de sus senos y su vientre plano, sus labios pulposos e inflados dibujan algo indescriptible entre el placer y la sonrisa. Por fin otra, piensa estremecida al presionar el botón de la cámara del celular.
Al mirar la foto, duda del envío a redes, reconoce en la imagen esa mueca insegura en su cara y esa misma alma fea correspondiente a su físico anterior.

Waldo Xavier Varas

Drink5

Mi ciudad come escritores. Primero los desnuda y los baña en historias, los coloca en fuego lento en balcones olvidados, los mueve para que no se peguen en su asfalto descolorido, les coloca un tanto de emociones con una pizca de misterio. Cuando están cocidos a término medio los sirve acompañados de una cuchara de imaginación, una porción de tango de nostalgia y un buen vino de ilusiones para bajar el exceso de palabras.

Drink24

La hierba crecía de nuevo y el aire era respirable. La radioactividad era casi nula. Adán se quitó la máscara de gas y sintió el viento tocar sus mejillas. Los recuerdos habían quedado atrás y la oportunidad de comenzar de nuevo llegaba con el haz de luz que expandía sus pupilas. Eva lo abrazó por la cintura. Existían sólo ellos dos en medio de aquel nuevo paraíso.

Sandra Concepción Velasco Paniagua
Dioses

¿Y si los dioses tuvieran dioses?

Templo

Ella toma su rosario.
Es su momento feliz.
Las beatas se enorgullecen de un alma devota.
Ella no reza, busca la paz de una iglesia para recordar los besos de su amado.


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